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Sábado, 29 de diciembre de 2012

¿De qué se ríe?

 Por Facundo de Almeida

El sentido del humor no parece ser una de las facetas más destacables de Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete porteño, aunque el rictus que lo caracteriza pareciera demostrar lo contrario. Sus declaraciones recientes, afirmando que los vagones La Brugeoise, que desde hace casi cien años corren por las vías de la Línea A del subterráneo, podrían utilizarse para construir un quincho o hacer un asado, demuestran que tampoco tiene otros sentidos aún más deseables en un funcionario público: el común y el de la oportunidad.

Estos vagones que Rodríguez Larreta quiere echar al fuego, demostrando su insensibilidad frente al patrimonio cultural y su desconocimiento de la ley y de sus obligaciones, fueron, como recuerda Alejandro Scartaccini, “los primeros trenes eléctricos de unidades múltiples que circularon en nuestro país”.

Y el estudioso agrega: “Podemos decir que en su configuración original, los coches eran mitad tranvía y mitad subte, pues tenían cuatro puertas de cada lado: dos corredizas, que quedaban al nivel de los andenes de las estaciones del subterráneo, y dos plegadizas ubicadas en los extremos, dotados de sendas plataformas de estilo tranviario, con estribos que permitían el descenso a la calle. Cada unidad contaba con 40 asientos y las amplias ventanillas estaban equipadas con cortinillas de protección contra el sol, previstas para su empleo en superficie”.

Se trata hoy de la red de subterráneos más antigua del mundo prestando un servicio de transporte comercial. La necesidad de su reemplazo seguramente estará basada en explicaciones técnicas, pero no parece ser la seguridad, como se ha dicho, el principal argumento. En 2009, el ingeniero Eduardo Zerbo, a cargo del mantenimiento de material rodante de Metrovías, afirmaba que la Línea A era la de menor número de averías y accidentes.

Lo que Rodríguez Larreta parece desconocer es que varios sectores de la Línea A se encuentran protegidos por ley, incluidos algunos de sus coches, estaciones, talleres y equipamiento.

La ley 2796, sancionada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el 17 de julio de 2008, catalogó con nivel de protección estructural el inmueble ubicado en Avenida Directorio, entre Emilio Mitre 510 y José Bonifacio 940, más conocido como Taller del Polvorín, donde hasta el día de hoy se reparan los vagones históricos del subte.

Esa norma también protege, incluyéndolos en el régimen de protección del patrimonio cultural porteño regulado por la ley 1227, los puentes grúa originales de la construcción de 1912; un reloj eléctrico de pared ubicado en el muro de la nave 3 del edificio; dos cabinas revisoras de estación; bancos de trabajo; pilotes de apoyo; caballetes de apoyo; andamios móviles; equipamiento de carpintería; tornos; y exige que “como material rodante histórico, representativo de nuestro primer tranvía subterráneo que, además lo ha sido de toda Iberoamérica, también lo fue del Hemisferio Sur, se deberían conservar al menos dos formaciones de cinco (5) coches, con el fin de realizar, tal vez los fines de semana, viajes históricos”.

La protección de los elementos históricos del subterráneo no ha sido una de las preocupaciones de Metrovías, que solo por razones supuestamente estéticas y de “identidad de marca”, reemplazó todos los carteles de metal esmaltado, indicadores exteriores de las estaciones entre Plaza de Mayo y Plaza Miserere, a pesar de que se encontraban protegidos dentro del entorno del Area de Protección Histórica Nº 1.

Con estos antecedentes, el jefe de Gobierno porteño debería explicar qué medidas va a tomar el gobierno al que pertenece para proteger los vagones y otros elementos históricos de la Línea A del subterráneo, en lugar de referirse al tema con humoradas poco felices.

Lo mismo debería hacer el ministro de Cultura, Hernán Lombardi, y la subsecretaria de Patrimonio Cultural, María Victoria Alcaraz, autoridades de aplicación de la ley 1227. Hasta ahora no se les ha escuchado la voz, a pesar de que obligatoriamente deben tomar intervención antes de que se realice cualquier modificación en la Línea A, para garantizar la preservación del patrimonio histórico involucrado.

Esperemos que los vagones del subte no terminen de quincho en la casa de algún funcionario público; en venta por Internet como los carteles antiguos de la Línea A (http://www.masoportunidades.com.ar/aviso/6067376-carteles-de-subte-a-disponible-en-bs-as-gba-zona-oeste); o, destinados a crear una habitación temática de un hotel alojamiento, como ocurre actualmente con un avión de Aerolíneas Argentinas vendido durante la etapa privada de la compañía a un país vecino.

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