› Por Facundo de Almeida
La Universidad de Santiago de Chile puso en marcha una interesante experiencia para restaurar sus instalaciones, mediante la conformación de un equipo de trabajo integrado por profesionales, técnicos y trabajadores de la casa de estudios.
La universidad aportó los fondos para la obra y el objetivo fue mejorar las condiciones de los distintos edificios patrimoniales que integran el campus de la institución educativa trasandina.
Utilizaron el período de receso universitario para restaurar fachadas, muros, pilares y vigas, remozando elementos de la ornamentación de los edificios y también de los espacios verdes circundantes.
Pero la tarea fue colectiva, participaron no sólo profesionales y técnicos de la restauración sino, también, otros trabajadores de la universidad que dedicaron tiempo y esfuerzo para esta tarea.
El trabajo permitió descubrir la belleza de los edificios históricos y hacer que reaparezcan antiguas molduras, colores y vetas originales de la madera, cerámicos y ladrillos originales.
Los edificios que datan del siglo XIX y otros de estilo modernista recuperaron así su esplendor; pero lo más importante es que se trató de una tarea colectiva, que sin dudas hará valorar mucho más el patrimonio que poseen por parte de quienes habitan cotidianamente esos espacios, y esto redundará en un mayor cuidado.
En este sentido se expresó el coordinador del proyecto, arquitecto Felipe Reyes, quien expresó que esta obra tiene un sentido muy profundo para la comunidad universitaria. “En la medida en que la gente sabe del lugar donde está, lo cuida; porque esto no es el sitio donde vengo a estudiar o trabajar sino un espacio donde estoy y ése es un verbo curioso, estar es pertenecer y permanecer, cuando uno toma conciencia de esa pertenencia, se valora.”
Los trabajadores que participaron de la iniciativa también manifestaron sus experiencias: Egor Montecinos, que se formó en esta universidad como ingeniero civil geógrafo, afirmó: “Para mí ha sido maravilloso participar en la recuperación de muchas cosas que yo vi cuando entré a la universidad, sus colores, la fuente. He estado a cargo de recuperar el pino oregón, en los pilares, puertas y ventanas, y nos hemos sacrificado mucho para hacerlo, pero es algo que me ha dado mucha alegría”.
Esta iniciativa podría inspirar a casas de estudio de nuestro país, como el Instituto Universitario de las Artes, por ejemplo, para emprender una tarea de trabajo colectivo y recuperar con el esfuerzo de todos algunas de sus sedes, de alto valor patrimonial.
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