Sábado, 15 de junio de 2013 | Hoy
Los Naranjos es un emprendimiento de diseño y fundación que capacita y da empleo a jóvenes provenientes de hogares de escasos recursos, en el bello y renovado oficio de la alfarería.
Conocíamos la belleza y especial colorido de sus piezas, pero no su detrás de escena, aún más luminoso. Es que el emprendimiento de utilitarios y objetos en cerámica Los Naranjos incluye desde vajilla –-platos, tazas, jarras, bandejas– a floreros, cuencos, maceteros y hornitos. Las piezas están realizadas por chicos de escasos recursos que fueron capacitados para proveerse un futuro desde el precioso oficio de la alfarería, con una materialidad que en muchos casos ofrece la mejor de las metáforas, por la ceramista Josefina Espigares, a quien visitamos en la fábrica-taller de Don Torcuato.
–Soy ceramista, especializada en alfarería. Hice la escuela de cerámica, tengo cinco hijos y trabajaba dando clases en mi casa desde toda la vida. Haciendo trabajos para decoradoras, diseñadores, piezas exclusivas y utilitarios sobre todo reconocidos por el colorido de los esmaltes empleados. Hace nueve años, Alfredo Vercelli, que es mi socio fundador, empresario que siempre ayudaba a chicos de la calle en Moreno, me propone este desafío. El quería armar un espacio donde los chicos pudieran aprender un oficio y enseñarles la cultura del trabajo. Fundamentalmente, crear un espacio donde pudieran venir a capacitarse y aprender lo que es un trabajo a través de valores. Que aprendan a trabajar en equipo, la responsabilidad, el respeto, el compromiso. Enseguida me gustó la idea. La idea de trabajar en algo social era algo que siempre había pensado y sobre todo primó la experiencia de mi propia vida. Somos todos iguales, tenemos los mismos problemas, y a algunos encima les tocó una realidad más adversa, pero en el fondo todos queremos ser amados, respetados, valorados, que nos quieran, tenemos nuestras debilidades y fortalezas. Y a mí la cerámica me ayudó en lo personal en muchos aspectos y momentos de mi vida, así que pensé que podía ocurrir lo mismo con ellos. El estudiar, el trabajar con la arcilla, que es un material tan lindo, tan noble, me ayudó muchísimo. Y creo que yo un poco traslado lo que fue mi historia a ellos. Mi experiencia en ellos.
–Sí, es muy noble, plástico, es lindísimo trabajarlo. Es un trabajo muy terapéutico. Y también te enseña. Te enseña a mirar, te enseña el sentido de la estética. Muchas cosas.
–Primero abrimos un tallercito en Moreno, que era de donde eran los chicos, donde estuvimos seis años. Ahí alquilamos una casita que tenía un galpón atrás y empezamos con chicos del hogar que él apadrinaba. Yo les enseñaba el trabajo. Y junté toda mi clientela allá. Muy de boca en boca o participando en ferias. Y nos empezó a ir muy bien, en cuanto a la venta pero sobre todo con los chicos. En la historia han pasado más de 80 chicos por nuestra capacitación. Algunos no los podés sostener, otros sí forman parte hoy de nuestro grupo de trabajadores de producción. Porque acá hoy, en Torcuato, funciona un taller-fábrica y también está la escuela. Dentro de los trabajadores tenemos los que se han especializado y esmaltan, los del horno, retoque, torno. Algunos han pasado por la parte administrativa.
–Sí, y eso fue una gran ventaja a la hora de enseñar. Porque yo amasaba, embalaba y entregaba mis piezas. Así que sé el proceso perfecto.
–Sí, un montón. Por otro lado, tuve que relegar mi parte más personal, artística, creativa, ya que estoy ciento por ciento abocada a trabajar con los chicos. Ahora estoy formando un jefe de taller, para poder volver un poco a ocuparme del diseño. Pero es difícil lograrlo porque es una empresa, todos los chicos están con su sueldo, requerimientos de los clientes. No es fácil. Nosotros estuvimos seis años en Moreno. Nos dimos cuenta de que estábamos muy lejos. Y que queríamos crecer y poder ayudar a más chicos. Creemos que a todos los que hemos capacitado algo importante les ha quedado. No arreglamos el mundo, pero aportamos algo. Por eso decidimos transformamos en fundación. Acá ya hace tres años que estamos. Y empezamos fuerte con la capacitación en turnos de cuatro horas, que dura un año y medio, pero eso depende de cada chico y lo que puede aprender, sobre todo en cuanto a la responsabilidad, obedecer y cumplir. Por ahora no tenemos psicólogos de apoyo, que sería fantástico, y en eso estamos, porque las problemáticas son importantes. Ahora sumamos a una voluntaria en comunicación. Intentamos ir creciendo como fundación, que es algo que desconocíamos, para poder dar una ayuda más integral. Vamos ayudando a moldear vidas.
–Siempre es importante en la vida poder apasionarse, volcarse en algo, sobre todo en hacer algo lindo. La cerámica permite eso. Es dedicarse a algo que además a la gente le gusta, provoca en los demás algo lindo, y eso es una cuestión de autoestima enorme, que diría que es el principal problema que tienen ellos y tenemos nosotros. A todos nos gusta que nos digan que es bueno lo que hacemos, que nos quieran. Muchos chicos vienen de hogares sin contención alguna, viven en la calle, con violencia, sin códigos. La verdad, al principio, la cerámica es una excusa con la que llegás a poder acompañarlos y enseñarles cuestiones básicas.
–Poder sacar a varios chicos adelante. No tenemos tanta cantidad de chicos porque el trabajo es muy personalizado. Muy dedicado. Cada logro que tenés es importante. El chico que termina el secundario o ya lograr que venga todos los días y les ponga el asa a las tazas es un logro enorme. Que puedan convivir, socializar, hacer amistad, lograr que acá se arme un equipo lindo. Todo cuenta. Y aunque parezca poco importante, que a través de este trabajo cambie su mirada en muchos aspectos. Eso los ayuda a querer mejorar su vida y espacios en todo sentido. Influye muchísimo.
–Yo no invento nada. Miro mucho, tengo muy buena mano, oficio, y me gusta cierta estética. La forma, el color. Después me encantaría poder ocuparme más del diseño, pero hoy estamos en otro proceso. Eso sí, nuestro trabajo es muy artesanal porque a mí lo que más me interesa es que se conserve eso. El trabajo con las manos. El torno. Por eso usamos unos colores que son más bien traslúcidos, que no sean demasiado cubritivos, porque son piezas donde aparece la huella, la mano de cada alfarero, cada chico que trabaja. Ese es el encanto que tienen las piezas y lo que les da una calidez muy linda. Y sigo y voy a seguir trabajando con esto manual porque tiene muchos significados. El trabajar manualmente enseña mucho. Ahora nos donaron una amasadora, pero el tener que amasar todos los días los kilos de arcilla, el tener que limpiar el disco, el tener que poner el asa manualmente, hace trabajar la constancia, la concentración, la aceptación, la ansiedad, la paciencia. Trabajás muchas cosas y eso enseña mucho para la vida, que es lo importante.
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