Sábado, 5 de julio de 2014 | Hoy
Por Matías Pandolfi*
La Reserva Ecológica Costanera Sur es un espacio verde de 350 hectáreas de la Ciudad en la costa del Río de la Plata. En 1986, ONG ambientalistas, como Fundación Vida Silvestre Argentina, Aves Argentinas y Amigos de la Tierra, propusieron su creación al gobierno porteño. Por ser una zona que está temporalmente
inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan, es considerada un humedal. Algo equivalente a lo que se observa en el delta del Paraná. Desde 2005 nuestra Reserva está incluida en la Lista Ramsar de Humedales de Importancia Internacional, lo que presupone un alto grado de protección. Este espacio verde alberga unas 300 especies de aves (gran número de hábitos acuáticos como patos, cisnes y garzas), varias de mamíferos (nutrias, cuises, comadrejas), anfibios (varias especies de sapos y ranas), reptiles (lagarto overo, yararás) y peces en sus lagunas (sábalos, tarariras y mojarras entre otros).
Para quienes nos dedicamos al estudio de las Ciencias Naturales es un lugar muy apreciado por su valor ecológico y por la relación que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Muchos biólogos hemos realizado cursos teóricos y prácticos en la Reserva, muchos fueron guías ahí como primer trabajo, hemos realizado como estudiantes o como docentes trabajos prácticos de observación y toma de datos de fauna y flora. Incluso hay muchos proyectos de investigación científica en ejecución en los diversos ambientes que la componen. Los habitantes de la ciudad y sus visitantes la disfrutan como sitio de reunión y deporte. Es muy importante para el buen vivir experimentar la distensión que resulta de la conexión con los escasos parches de naturaleza que quedan en una ciudad como Buenos Aires, considerada por la ONU como la segunda peor de América latina en superficie de espacios verdes por habitante (6,2 metros cuadrados por habitante). Sólo Lima está detrás, con dos metros. Para comparar, pensar y movilizar un cambio: Montevideo tiene 12,68 y San Pablo 11,58 metros cuadrados de espacios verdes por habitante.
Atenta a esta deficiencia, la Constitución porteña en su artículo 27 promueve la preservación e incremento de los espacios verdes y no su disminución. Esto parece no importarle a nuestro jefe de Gobierno, Mauricio Macri, que tala árboles históricos, enreja parques, promueve la construcción de bares y ahora pretende quitarle siete hectáreas a nuestra Reserva para un depósito de
vehículos y un basural, de acuerdo con dos muy resistidos proyectos de ley. Las mismas ONG que militaron para la creación de la Reserva mostraron su preocupación y su desconcierto, ya que en los últimos meses la Reserva había sido objeto de un necesario y postergado plan de mejoras, lo cual incluyó una puesta en valor de sus lagunas y otros sectores.
Debemos proteger nuestra reserva de los depredadores de la construcción. En primer lugar, me atrevo a hacer un llamado a la reflexión a los legisladores para que no apoyen esta iniciativa. Especialmente apelo a la historia de varios legisladores de Unen, que al menos de palabra mostraron interés por legislar políticas ambientales responsables. En segundo lugar manifiesto mi descontento con la falta de vinculación entre el Gobierno de la Ciudad, el Conicet y las universidades nacionales, cuya opinión en materia ambiental nunca es escuchada. Por último apelo a que nuestros representantes gestionen y legislen para que se protejan e incrementen los espacios públicos de acceso libre y gratuito, y en particular se recuperen las áreas costeras, las áreas forestadas y parquizadas, los parques naturales, las zonas de reserva ecológica y la diversidad biológica. Que Buenos Aires Verde no sea un slogan sino un concepto con contenido.
* Biólogo. Investigador del Conicet. Profesor FCENUBA. [email protected]
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