Praxis y teoría de lo cotidiano
Un nuevo libro de Schere y Moscato con un punteo de sus obras y reflexiones sobre la práctica.
Por Matías Gigli
Rolando Roli Schere es sin más la contracara de Jorge Moscato. Tantos años en sociedad los convirtieron en una de las duplas más populares dentro de la arquitectura argentina. Este fiel vínculo profesional empezó en primer año de la facultad y se proyecta hoy también en sus hijos Ramiro y Joaquín. Concurseros de estirpe, son ganadores de más de treinta premios en concursos nacionales de anteproyectos, de los cuales el último fue a fin del 2002 para la nueva terminal de ómnibus junto a la vieja estación de tren de la ciudad de La Plata.
Roli, como buen arquitecto, necesita de los dibujos para complementar las palabras, dibuja y habla a la vez. De esta unión surgen los argumentos de su arquitectura. Junto con Moscato, los acaban de volcar en el libro Arquitectura e ideología, editado por Menhir Libros con prólogo de Ramón Gutiérrez.
A lo largo de los años, en su estudio se proyectaron temas variados, pero lo que los caracteriza es la manera en la que encaran cada encomienda: tanto Schere como Moscato son dueños de una arquitectura pensada y discutida hasta los límites más remotos. Encuentran en la práctica cotidiana del oficio motivos suficientes para llevar adelante encarnizadas y ricas discusiones, a teorizar sobre absolutamente todo. Es así que el estudio se enfrentó a los más diversos problemas y a resolver temas tan distantes como la Casa Camdessus (1975), el Centro Cultural de Ushuauaia (1975), la Universidad Nacional de Lanús (1999), la Hostería El Calafate (1970), entre muchos temas.
Los diversas problemáticas que tuvieron que afrontar desde su rápida incursión en la profesión, recién recibidos, los llevó a resolver la diversidad desde un lugar muy distante de los dogmatismos: su primer trabajo, para la Secretaría de Turismo en 1972, los encontró recorriendo el país para resolver proyectos variados y a tener rápidamente una postura abierta a las problemáticas de cada lugar. No son contextualistas de última hora, simplemente tienen bien entendida la arquitectura moderna, con un lenguaje que incluye elementos de la estética del último Corbu, manejan tanto el detalle como los problemas de escala urbana.
Roli Schere cuenta en su historial con obras tan emblemáticas como pequeñas. La torrecita del MARQ es una de sus últimas intervenciones, ella los llevó a agudizar su ingenio y a valorar la contingencia como parte del proceso creativo. Cuenta Roli: “La escalera, una estructura tubular, de esas que se utilizan en las obras de forma provisoria, fue una idea que junto con Julio Keselman tuvimos para resolver la difícil situación de adosar a la arquitectura patrimonial ferrocarrilera un elemento necesario funcionalmente pero de difícil solución. Quedó un núcleo vertical ‘provisorio para siempre’”.
También, a lo largo de su obra existen situaciones que vuelven a aparecer una y otra vez: espacios en doble altura adentro y afuera, altos tendidos de sombra definiendo los bordes de lo construido, una arquitectura de volúmenes simples posados sobre un terreno, muy sensibles a la vegetación existente en el lugar. Posiblemente, en la obra de Schere y Moscato las líneas verticales lleven las de ganar sobre las largas direcciones horizontales. Si esto es así, es simplemente fruto de la contingencia y de los avatares de nuestra época. El tener que lidiar con terrenos chicos, la voluntad de aprovechar al máximo el lote, la búsqueda de una espacialidad y la estudiada riqueza de la relación del adentro y el afuera los fue llevando hacia distintos puertos.
Dos obras que tienen, a pesar de los 30 años que las separan, mucho en común: la Hostería en El Calafate, Santa Cruz, y la Casa Camdessus en Punta del Este. En ambas, y a pesar de las diferentes proporciones, tienen criterios que las vinculan: un respaldo sólido hacia la orientación más desfavorable, un ventanal hacia la mejor vista, piedra en los muros exteriores, volúmenes netos.