Sábado, 11 de octubre de 2014 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
Trapitos al sol, la muestra de Andrea Degiovanni que se inaugura este jueves en La Apasionada, da cuenta de técnicas ancestrales de costura al servicio del arte.
Por Luján Cambariere
Hay un punto donde el diseño, en este caso el textil y la indumentaria en miniatura, sirven para contar la esencia y el alma de una persona. Algunos quieren que esas piezas se transformen en prendas y otros que se conserven en las cajitas donde se las dispuso y en las que cuelgan en mini ambientaciones. Andrea “la Tana” Degiovanni es artista, escenógrafa y gestora cultural que cose, borda, pega, compone, arma y desarma piezas, objetos, en tren de expresarse y curarse.
“Me formé en derecho pero nunca ejercí. Esa carrera me dio muchísimas herramientas pero no la terminé, porque era demasiado cruel para mí la profesión. El arte es algo que me acompaña desde muy chica. Fui a colegio de monjas. Mi mamá murió cuando era muy chica y ellas desde los ocho años me enseñaban lo sutil. Coser, bordar, algo muy ancestral que me volvía a lo primitivo y me hacía sentir acompañada. Entonces paralelamente a tener que sobrevivir económicamente, ya que vivo sola desde los 17, nunca dejé de dibujar ni de pintar. Soy de Mar del Plata, pero a los 26 me vine a vivir a Buenos Aires. Hacía eventos donde incorporaba el arte y la música. Y en el 2005 en un episodio muy duro en el que matan a mi marido, empecé a hacer esto. A trabajar en la resiliencia de nuevo desde el trabajo con las manos, a cómo salir adelante a través de lo lúdico, de buscar en lo profundo. Por un tiempo me quedé empollando con mis hijos. Tomé clases con Laura Messing, soy escenógrafa (estudié con Guillermo de la Torre) y en el 2004 hice mi primera muestra.”
“Empecé con pintura y figura humana. Después procurando materiales que tuvieran que ver más con mi fibra íntima, llegaron los textiles. En un verano tuve un encuentro amoroso en el que una persona me regaló esta camisa maravillosa, antiquísima, que se desgarra, con la que sigo trabajando en la actualidad. Se deshace y eso tenía que ver conmigo que siento que siempre, después de los golpes duros que he tenido, me senté a resignificar mi historia. Así nace Trapitos al sol.”
–Sí. Ahora también estoy trabajando en calados que hago con un pirograbador que se asemeja mucho a la puntilla. Las cajas iluminadas con la colección de ropitas revelan un tiempo de mucha exposición que viví. Primero las coloqué en frascos y ahora en cajas. Todo lo hago yo. Las perchitas, los banderines, las sillitas, los bolsos o carteras y obviamente la ropa. Además, tengo cajitas donde junto cositas y luego compongo. Amo la cadencia de la puntada. Cuando uno cose hay un ritmo, volver a la quietud a través de eso. En esas puntadas, espera, paciencia, algo se gesta. Algo madura.
–Todo tiene que ver con la mujer, la maternidad, el amor, el dolor. Pero fundamentalmente con la resiliencia, ese mirar para adelante siempre.
–Muchas quieren que haga las prendas en grande, sin darse cuenta de que en mi caso lo maravilloso de esto es la pequeñez. Ese recurso que empleo para de algún modo volver a la niñez o a lo primitivo. Usando las prendas y ciertas técnicas para contar lo que siento.
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