Para los homeless
SOS Diseño es un grupo de profesionales jóvenes que se dedica a una franja del mercado inesperada, la de los pobres más marginados. En busca de soluciones con valor agregado, crearon un carrito y una “burbuja” para refugios, productos cuerdos y realistas que esperan apoyo institucional.
Alguna vez alguien tenía que ocuparse del tema con consistencia y continuidad. Un grupo de seis profesionales muy jóvenes –arquitectos, diseñador textil, gráfico e industrial, fotógrafo– formaron SOS Diseño para buscar soluciones dedicadas a los que se quedaron sin nada. El “cliente” de este grupo solidario es el linyera, el homeless, el pobre nuevo o viejo que se cayó de la sociedad y no tiene ni dónde dormir. SOS creó varios productos específicos que esperan apoyos para concretarse en la fabricación. Entre estas ideas materializadas en prototipos en pleno testeo, se destacan dos.
Uno es el carrito-casa, una de esas ideas que cuando se ven realizadas imponen la pregunta de cómo no se le ocurrió a nadie antes. Plegado, el artefacto es un carro ancho, con una red que permite juntar latas de aluminio –en proyecto, variaciones para cartoneros– y funciona como una suerte de gran changuito. Desplegado, el carrito se transforma en una suerte de catre con una carpita semirrígida encima, que se abre por un extremo con un cierre.
La realización fue la sencillez misma, los materiales comunes y silvestres. Los tres prototipos que se produjeron nacieron en un taller de soldadura bajo diagrama de SOS, con ruedas compradas en un negocio especializado en ese tipo de abastecimientos. La parte textil fue cosida a máquina por los mismos integrantes del equipo. El resultado es pesadón pero muy maniobrable, rueda con facilidad y aguanta perfectamente la baqueta de moverse todo el día, lo que sorprende especialmente respecto a las telas. El carrito provee un habitáculo individual seco y cálido.
El arquitecto Jorge Mazzinghi, miembro de SOS Diseño, cuenta que los tres carritos fueron prestados a sendos homeless en la zona de Once para que los testeen y cuenten qué les pareció. Dos desaparecieron para siempre, el tercero mantuvo su hábito de pasar por la plaza y hasta lo devolvió. De su experiencia, y de comentarios de sus “vecinos”, surgieron críticas y pedidos como que la tela deja pasar demasiada luz y que tal vez sería una buena idea ponerle un estantecito para usarlo de puesto de venta de bebidas. Los elogios vinieron porque no se siente la humedad y el frío como cuando se duerme en la vereda, sobre cartones, y por la privacidad y la sensación “de tener algo.”
El siguiente producto surgió de un completo cuestionario realizado a 50 personas que duermen en el Hogar Monteagudo, de Parque Patricios, un refugio que opera el Servicio Interparroquial de Ayuda Mutua como dormitorio. Los usuarios hablaron bien del lugar, y la queja principal fue la falta de privacidad, la sensación de hacinamiento en un lugar que es básicamente un ámbito grande con camas cameras, con detalles como que a cierta hora se apaga la luz general y el que no puede dormir enfrenta un insomnio aburrido.
SOS creó el proyecto del MEP, el Mínimo Espacio Privado, que consiste en una suerte de cabina individual plegable y sobre ruedas. Abierto, el MEP proporciona un espacio de dos por dos metros, una cama, mesita, un pequeño armario, luz individual. Cerrados, los MEP se pueden mover hacia las paredes y dejar el salón despejado para otros usos diurnos, algo imposible hoy en día. El diseño del cubículo –que hace pensar en una versión futurista de las “camas armario” de la Edad Media nórdica– permite que se unan de a dos o más, creando si es necesario dormitorios por grupo.
El MEP existe en diseños y en un prototipo en madera, aunque el diseño clama por estructuras de aluminio y policarbonato. “Buscamos hacer una tarea social con un valor de diseño interesante”, explica Mazzinghi. SOS piensa que con ayuda de sponsors públicos y privados puede desarrollar una línea de productos especializados para sectores que tienen necesidades muy graves insatisfechas y que nadie atiende en este nivel.
Por otro lado y paradójicamente, pueden haber encontrado un mercado hasta de exportación. Porque en todos lados hay homeless, pero no hay carritos ni MEPs.