Una de las preguntas más repetidas entre patrimonialistas y en general entre todos los que aman esta ciudad es ¿y El Molino? El problema es que la respuesta es siempre la misma: el anterior gobierno no alcanzó a hacer efectiva la compra y dejó los fondos disponibles, pero desde diciembre el hermoso edificio de la esquina de Callao y Rivadavia quedó en un limbo opaco, sin que se sepa qué será de él. Lo único en concreto que se logró fue asegurarlo con un andamio de seguridad, de modo que si se desprenden piezas no haya una desgracia para lamentar.

Es una pena, porque en este julio que asoma el edificio festeja un siglo de su inauguración. Como se recordará, la confitería es del siglo 19 y era realmente un molino harinero de un alemán, que fue desalojado cuando se creó la plaza de los Dos Congresos. Ya en manos de la familia Brenna, la confitería se mudó a un modesto edificio de dos pisos en la esquina de Callao y Rivadavia, y fue transformada en uno de los edificios más originales jamás vistos justo para el Centenario de la Independencia, en julio de 1916. Para la fiesta, el Molino apareció vestido de lamparitas y esculturas blancas. Para desearle feliz cumpleaños y recordar la importancia de esta pieza señera, el Plan Rector de Intervenciones Edilicias, Icomos, la Sociedad Central de Arquitectos y la Asociación Art Nouveau de Buenos Aires invitan este lunes a las once de la mañana a un encuentro en el Salón Blanco de Diputados.

La idea es reunir a autoridades, políticos y especialistas en patrimonio nacionales e internacionales para hablar del enorme valor cultural de la confitería, que es monumento histórico nacional desde 1997 y tuvo que ser recuperada por el Congreso, con una ley de expropiación, ante la negativa cerrada de sus dueños de mantenerlo o restaurarlo. El encuentro es abierto al público y basta inscribirse mandando nombre y número de documento a la dirección [email protected].