Sáb 05.03.2005
m2

Con las manos

El programa brasilero Artesanato Solidario es un ejemplo de que tradición y diseño pueden generar fuentes de trabajo
dando dignidad a los autores y recreando técnicas y diseños en vías de extinción.

› Por Luján Cambariere

En diseño hay palabras que con sólo nombrarlas encienden la mecha. Social es una de ellas. Muchos se sienten tocados, sobre todo por ser una disciplina que aunque está en boca de todos no trasciende a otros ámbitos aunque muchas veces podría hacerlo. Pero discutir si lo social es cualidad inherente al diseño no es el motivo de esta nota. La intención concreta es dar cuenta de un proyecto brasilero, Artesanato Solidario, que es un ejemplo de diseño con compromiso social transformador para su comunidad. Ayudando a recuperar la dignidad a través del trabajo y revitalizando saberes olvidados que permiten fortalecer de forma genuina otra de las cuestiones tan renombradas últimamente en el diseño como la identidad. Obviamente, vale otra aclaración: esta iniciativa no es sólo obra de profesionales del diseño sino de distintas organizaciones del sector social, empresas y en algunos casos del Estado, que juntan esfuerzos en proyectos que, lejos del asistencialismo, fomentan el desarrollo autosustentable, la mejor forma de trabajar en lo social.

Programa modelo
El proyecto Artesanato Solidario fue concebido en 1998 en el ámbito del Consejo de Comunidades Solidarias y surge como una alternativa para minimizar los efectos de la sequía en las comunidades de la región Nordeste y Norte del estado de Minas Gerais. La sequía, que en Argentina parece un problema menor o a lo sumo comercial, en el Brasil de pequeños lotes y agricultura de subsistencia crea olas de miseria desesperantes. A raíz de ese trabajo, distintas organizaciones del sector social y redes de profesionales –diseñadores industriales, arquitectos, ingenieros, especialistas en medio ambiente– vieron la posibilidad de rescatar las manifestaciones culturales de distintas regiones, que a su vez tuvieran la posibilidad de generar fuentes de trabajo y una renta que les permitiera a las comunidades más pobres salir de la indigencia.
El punto de partida fue la revalorización de la identidad cultural de estas localidades para que los pobladores pudieran capacitarse y salir a conquistar mercados mayores. Con esta orientación fueron llevando a cabo de los más variados proyectos regionales. Hoy, el proyecto involucra a más de 3000 artesanos de 70 municipios en 15 estados brasileros, con tipologías de artesanías de lo más diversas –cerámicas, tejidos con fibras vegetales, telar, tallados en madera, escultura, cestería, entre muchos otros saberes u oficios populares que, lejos de perderse en el tiempo, rescatan y suman valor a la escena.
“El Artesanato Solidario reconoce en el saber tradicional de la artesanía popular un rico patrimonio cultural capaz de generar empleo y mejorar la calidad de vida de las comunidades. Para eso promueve el desarrollo sustentable y la inclusión social de las personas que se encuentran en situaciones de pobreza, pero detentan saberes u oficios que hacen a la identidad cultural del país. Nuestro máximo estandarte es el respeto mutuo, por eso es una acción fácilmente replicable”, explica su coordinadora, Helena Sampaio, a m2 desde San Pablo.

Tradición renovada paso a paso
Como en otros ámbitos, en lo social importa tanto el qué como el cómo. Y por eso, este programa cuida cada paso. Una vez identificada la artesanía a rescatar y sus maestros, comienzan a movilizar a la comunidad en cuestión. Generalmente, cuentan los participantes, son poblaciones con mucho descrédito y baja autoestima debido a largos años de vivir en la pobreza y a las falsas promesas de los políticos de turno. Por eso, el primer trabajo con el que se encuentran los equipos técnicos es el de vencer la apatía y el desencanto. “Para ello es imprescindible bajar el ritmo, respetar los silencios, lograr la empatía. Aprender de las diferencias y sobre todo atender a esas cuestiones sutiles que perdemos los que vivimos en las grandes urbes”, explican desde la organización. Una vez ganada la confianza, comienzan las tareas de aprendizaje. Asociatividad, cooperación, organización del trabajo y la producción, gerenciamiento del dinero, consolidación de lazos comerciales, son algunas de las materias claves para ponerse en marcha. El cuidado del medio ambiente mediante el uso de materia prima renovable, otra de las cuestiones básicas. También y muy fundamentalmente, la relación con el mercado. Acá juegan un rol clave los profesionales promoviendo la relación entre las técnicas y saberes de los artesanos con las necesidades y demandas de los clientes potenciales aceitando todos los canales posibles de comercialización, así como cuestiones relativas al marketing, composición de precios y embalaje.
¿La operación del diseño? “Pasa por intervenir, respetando los saberes tradicionales. El trabajo de los técnicos parte de seguir el principio de que toda pieza de artesanía es una interpretación única del mundo por lo que cada acción debe cuidar sus límites y ser muy estudiada”, detallan.
Así, la iniciativa promueve y necesita de tres tipos de diálogos: de los artesanos entre sí, de los artesanos con su producto rescatando las técnicas originales y finalmente de los artesanos con el mercado. Y así se va cerrando el círculo: cuando se revitaliza la artesanía, se mejoran las condiciones de vida y del trabajo y se adquiere ciudadanía.

Algunos ejemplos
“Son muchos los proyectos exitosos. Uno sensacional es el de los muñecos de paño de Esperança, en Paraíba, donde sólo existía una artesana que las sabía hacer. Hoy son más de 50 que producen más de 500 por mes y hasta los famosos Hermanos Campana tienen un sillón hecho con ellas”, señala Claudia Cavalcanti, del área de comunicación de la organización. “También, el trabajo de Urucuia en Minas Gerais es ejemplar. En primer lugar, la comunidad recuperó el uso del burití, una palmera típica de la región, como materia prima riquísima para trabajar artesanalmente. Trabajándola de forma responsable, sin degradar el medio ambiente, hacen todo tipo de cestos y cajas”, detalla Cavalcanti.
También en Minas Gerais, existe el proyecto Itaobim, en el Valle de Jequitinhonha, una región muy pobre donde mediante otra fibra vegetal producen todo tipo de cajas que son vendidas en los más importantes locales de decoración de Brasil, como Tok Stok. Por último, los artesanos de Mamanguá en Paratí producen miniaturas de canoas, barcos y veleros de preciosos colores que venden sobre todo al turismo, por lo que ya tienen fama internacional.
“Entre el tiempo sin tiempo de un museo y el tiempo acelerado de la tecnología, la artesanía palpita el tiempo humano”, diría sabiamente el escritor y pensador Octavio Paz hace años. Este proyecto de Artesanato Solidario desanda los caminos de la tradición con la brújula del respeto. Una fórmula que devuelve toda la belleza de la artesanía al tiempo real. Ojalá se pudiera replicar esta metodología en nuestro país, con tan vastaimpronta local, y no se tomara el saber de estas comunidades en beneficio de unos pocos como es lo habitual.

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