Sábado, 22 de abril de 2006 | Hoy
NOTA DE TAPA
El catalán Alex Blanch es un referente del diseño que eligió ejercer en América latina. Basado en la escuela de diseño de la PUC chilena, es miembro de Index, uno de los premios más importantes de la disciplina en el mundo. Su eje es la cuestión social, hablando de educación y diseño para mejorar vidas.
Por Luján Cambariere
Alex Blanch tiene 45 años y nació, como dice Serrat, en el Mediterráneo. A veinte metros del mar, en un pueblo que supo ser de pescadores –el Masnou– en Barcelona. Se dedicó mucho tiempo a la música (es guitarrista) hasta que a los 24 años empezó a estudiar diseño, primero gráfico y luego industrial. Sus primeros pasos los hizo en una oficina técnica que hacía material de seguridad. Productos que diseñó por necesidad y de los que no se enorgullece, como un chaleco antidisturbios del que años después –paradojas de la vida– fue víctima casual.
Por suerte, enseguida pudo pasar a otros encargos más estimulantes y coherentes con su visión del mundo. Mobiliario y utilitarios para el hogar y gráfica de marcas. También fue fundador de la empresa Sound Colours, especializada en diseño de sonido y bandas sonoras. Hasta que en el ‘90 empieza en la docencia. Un requerimiento de la Escuela de Diseño Elisava de Barcelona, donde se formó, lo inicia. En esto está desde entonces, con una actuación clave en Latinoamérica, formando nuevos profesionales con una visión amplia del asunto, tejiendo redes, tendiendo puentes y ayudándonos a ver nuestro potencial. Con motivo de una invitación a su universidad en Santiago de Chile en uno de los tantos intercambios que genera, M2 pudo conversar sobre la visión de este catalán que adoptó el sur como lugar en el mundo y desde ahí trabaja en el fortalecimiento de la región y en una concepción del diseño que trascienda la mera forma y vaya por el mayor impacto positivo en las personas.
“En el ‘90 me llaman de Elisaval. Fue una cosa muy curiosa. Primero me llamaron para trabajar en el centro de documentación. Como tenía experiencia en los tres temas que se trataban en la escuela –gráfica, industrial e interiores– me pidieron que hiciera una revisión de las revistas que recibían (unas cien al mes) y que armara una base de datos para noticias estableciendo criterios de clasificación de la información. Sin dudas, unos de los momentos que más he aprendido de diseño fue estando en los talleres, la parte dura, y en ese centro de documentación. En la oficina porque al estar en el backstage te das cuenta de lo difícil que es concebir un producto para que esté en la calle. Eso te da rigor. Te da una visión de la complejidad de la jugada que hace que cada vez que tomas una decisión sepas que, por ejemplo, que cambiar un radio de terminación puede significar un problema para muchísima gente y retrasar un proyecto semanas. Esto te hace ser más prudente y respetuoso”, señala Blanch.
Al año, el director de Elisaval le propone otra cosa marciana, según él, para alguien tan joven y con poca experiencia en educación, pero que acepta gustoso como desafío, que fue armar el primer posgrado en diseño del Estado español. “Fui demente de decirle que sí”, aclara. Aunque mal no le fue, ya que creo un posgrado en identidad corporativa y packaging que funciona al día de hoy con la plana mayor del diseño de Barcelona. Eso le valió involucrarse aún más en la carrera (de la que llegó a ser subdirector). “Después llegan finlandeses de la Universidad de Artes Industriales de Helsinki y me proponen participar de una de las primeras redes de diseño del Erasmus, un programa de cooperación y movilidad en el ámbito de la enseñanza universitaria europea. Así me empiezo a encargar también de las relaciones internacionales”, detalla.
En el ‘96 lo llaman de la Cooperación Española para armar el Primer Posgrado de Diseño en Montevideo, en el Centro de Diseño Industrial que había armado la Cooperación Italiana. Eso lo llevó a viajar a Uruguay seguido y estar más en contacto con la región. “Cuando se terminó el proyecto, los italianos me llaman para una segunda versión del posgrado esta vez abierto al Mercosur”, cuenta. Allí conoce a quien es su mujer y mamá de una bellísima beba de un año, Lena, la diseñadora argentina Laura Novik, creadora del Circuito Identidades Latinas y otro referente en América latina en temas de diseño y tendencias. Después llegaría el ofrecimiento de hacerse cargo de la carrera en Chile, que junto a su participación en el premio Index, máximo galardón al diseño de impacto social, definen su perfil.
–¿Qué le atrajo de Latinoamérica?
–Me gustó mucho la gente. Desde un principio me lo pasaba bien. Acá la población en general es muy culta y tiene mucha onda.
–¿Cuál es el desafío que encontró?
–El principal reto en Latinoamérica consiste en conseguir que el medio productivo crea en la innovación. A muchos emprendimientos les parece que este es asunto de otros, sin preguntarse por qué a los que avanzan en la senda de la innovación bien entendida les va bien.
–¿Y cuál es el nuestro como latinos?
–Hacernos valer en el medio productivo. Si bien lo que comentaba antes es cierto, también lo es que el diseñador debe hacer el esfuerzo por hacerse entender en este medio. Diseño implica modelo de negocio, visión estratégica, capacidad de emprendimiento... ¿Sabemos los diseñadores cómo entrar en diálogo sobre estos asuntos?
–¿Con qué problemática se encontró en la universidad en Chile y cómo trabajó en ella?
–El diseño en Chile se encuentra en un momento de expansión con buenas perspectivas. Sin embargo, su rol en la sociedad y el medio productivo local dista mucho de encontrarse en el lugar de Argentina o Brasil. Por este motivo, la universidad tradicional y compleja tiene dificultades para aceptar al diseño como disciplina propia. El trabajo emprendido en estos tres años ha ido en la línea de definir de forma clara el diseño como parte de este mundo. El principal resorte ha consistido en incluir en la nueva carrera que hemos puesto en marcha conocimientos de disciplinas universitarias consolidadas: psicología, matemáticas, teoría de la comunicación, economía. En cualquier caso es muy difícil cambiar la visión del diseño que se tiene desde otras disciplinas más consolidadas.
–¿Sus virtudes?
–Creo que tengo como una habilidad para convencer a la gente de hacer cosas. Que no es mucho pero te sirve para arrancar las cosas. Y la de enseñar.
–¿Cuáles son sus preocupaciones en cuanto al diseño?
–El viraje ha sido siempre y cada vez más hacia el impacto que tienen las cosas que hacemos sobre la gente. Más que la cosa en sí, lo importante está en el impacto.
–¿Existe una definición que más le guste del diseño?
–La verdad no, pero si hay algo que define al diseño es el acto de proyectar que es mirar hacia el futuro. Qué futuro quieres o te piden y articular el camino para llegar ahí.
–¿Qué diseño le gusta?
–A mí el diseño que me gusta es aquel con el que con el mínimo esfuerzo consigues el máximo impacto. La mínima intervención, máximo impacto. Y eso por la vía que quieras. Como dice Enzo Mari, “tener ideas es fácil, lo que es difícil es conseguir un producto bueno y el proceso consiste en sacarle lo superfluo”. Mínima energía, material, esfuerzo.
–¿Como los del Index?
–Del Index me llaman en 2002 estando en Barcelona para formar parte del comité ejecutivo y del jurado. Me contactan dos mujeres increíbles –Kigge Hvid y Wickie Meier– sin experiencia en diseño pero con una capacidad de gestión impresionante, que lograron que fuera el evento de diseño internacional más importante del año pasado. Fue de esas relaciones que se dan fluidamente, las más lindas, y con una meta única: premiar diseños que mejoren la vida de las personas. Aquellos proyectos con máximo impacto en la vida de la gente. Lo más interesante fue ver cómo esta idea es compartida por mucha gente en el mundo y no marginales sino profesionales del mainstream. Una visión por una manera de hacer en el diseño que no pasa por la forma, sino por la consideración del impacto. Y lo interesante también es ver cómo, lo que hasta la fecha se entendía como ética en el diseño, por aquello de mejorar la vida de la gente, y que ha tomado las mil y una formas, hoy se puede formular como un estrategia de negocio.
–¿Cuáles son los proyectos que más destaca?
–Me encantaron el Lifestraw, por lo simple, barato y lo contundente del impacto que puede tener. Ese diseño que casi no se ve y cambia radicalmente la vida de la gente. El Softwall, esa pared desarmable de 3 x 7 metros que se pliega hasta convertirse en una carpeta. El Airman que provoca que los adultos se permitan jugar como los niños. Todos tienen en común que la forma es secundaria. Lo central es el impacto que persiguen.
–Otra curiosidad, ¿por qué en sus conferencias cita temas de biología o física?
–Primero porque me gustan. A mí me gusta mucho leer sobre aquellas cosas que tienen que ver con la materialidad pero que no se ven. Lo que pasa con las súper grandes escalas o las súper micro escalas que son tan chicas que no las podemos ver. Esa línea de lecturas que pasan por complementar la noción que tenemos de la realidad física y entenderla desde una complejidad mayor de la que te da la vista o los sentidos. La física, la neurobiología. Me interesa entender cómo opera el cerebro. De hecho empecé a meterme en esto pensando en diseño de interfase multimedia. Para entender problemas complejos tenés que saber de todo. Tan importante como diseñar es leer e investigar.
–En esto de que el proyecto es futuro: ¿dónde ve el nuestro?
–Donde no le veo futuro, o poco, es en el diseño de siempre: productos bonitos y que marcan distinción. Donde sí veo un gran futuro es en el diseño que genera nuevas visiones del mundo y que sabe detectar las grandes oportunidades para influir en la gente y el medio. Esto tiene que ver mucho con la capacidad de conectar con los drivers globales y saber generar en la gente experiencias que mejoren sus vidas. Index me interesó mucho desde un principio, porque propone esto al mundo. Pero no son los únicos. Vean qué están haciendo los jóvenes diseñadores de Barcelona, lo que ha hecho Droog Design, cómo se plantean el diseño en The Idea Factory n
* Alex Blanch: [email protected] Index: www.index2005.dk
“Innovación consiste en aplicar inventiva al desarrollo de nuevos productos o servicios, posibles de ser llevados a la práctica. Pero a menudo se obvia un punto fundamental: garantizar que estos productos y servicios finalmente se hagan accesibles al público. En este sentido, tan importantes son los frentes asociados a la ciencia y la tecnología, como los asociados a los estudios de mercado y las redes comerciales. ¿De qué sirve tener un gran producto nuevo, que contiene tecnología nueva, pero que nadie desea o necesita, o que no dispone de vías adecuadas de comercialización? Al revés, determinados productos que sólo en parte han incorporado nueva tecnología pero se han basado en una buena visión, se han convertido en grandes hitos. ¿Se acuerdan del walkman?”
“Existe un tipo de diseñador que no desarrolla productos sino visiones. Es el diseñador estratega, del que en Latinoamérica existen muy pocos. Muy pocas carreras enfocan su formación hacia este perfil y menos empresas lo demandan. Los diseñadores decimos: ¡es que las empresas no nos entienden! Pero lo cierto es que muchas no sabemos cómo ofrecerles este servicio.”
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