Sábado, 20 de septiembre de 2008 | Hoy
“Satorilab sorprende desde el principio (en este caso con una fogata) y hasta el final (con una hermosa fiesta) pasando por reuniones compartiendo diálogos, mates y bizcochitos. Las personas llegan sin conocerse y al rato están sentadas para generar algo juntos. Aunque hayamos llegado con metas diferentes, todos salimos de la fiesta con las mismas gratificaciones y esperanzas: haber sido parte de un grupo con una gran expectativa de cambio. Todo lo que pasó y pasará dan ganas de que llegue el próximo para poder hacerlo y recomendarlo a novia, amigos, conocidos y profesores” Eugenio Paz.
“Satorilab nos cambió la forma de trabajar, de ser compañeros, de estar más unidos. Nos pudimos abrir y expresarnos libremente, nos dimos cuenta de que trabajar en grupo suma y no resta, que compartiendo las ideas pueden surgir otras. Y que podemos poner nuestro granito de arena para cambiar al mundo” Carolina Gutiérrez.
“¡Las zapatillas van en la cabeza! le discuto a un amigo. Nadie me entiende. Satorilab te da una estructura interna nueva para construir otro mundo” Javier Gómez Dodero.
“Los primeros días del workshop son conocer: gente, descartes, herramientas. Y sorpresa porque no sé bien cuál es la razón de que se hallan encontrado tantas buenas personas o si es la influencia Satorilab lo que saca lo mejor de cada de cada uno. Un lugar donde no hay competencia, no hay obligaciones, no hay apuro. Si bien existe un compromiso con uno, el mayor es con los demás” Jeremías Wolcan.
“Satorilab es el lugar donde un oficio como es el diseño se transforma en algo mágico. Un espacio para la imaginación y el desafío. Me dio mucho más que saber de diseño, me mostró el lado malo de él y me hizo tratar de mejorarlo. Me abrió los ojos creando en mí una nueva conciencia. Con orgullo me declaro una satoriana por siempre” Ana Kuczwara Topczylo.
“Con esta experiencia aprendí que el diseño es hacer, generar, transformar y por sobre todo compartir. Trabajar con descartes y objetos considerados inutilizables, nos permitió entender que con lo que ‘no sirve’ aún se pueden hacer miles de cosas. La celebración, como momento cúlmine del taller, tuvo definitivamente algo mágico, que estaba mucho más allá de los objetos que habíamos construido. Una especie de conexión especial entre todos, tan potente que dejó marca” Paula Marín.
“Una celebración es algo bello, reconfortante y renovador y esta que vivenciamos nos actualizó muchos valores. Desde el principio todos nos fuimos conectando con esos objetos que necesitamos para celebrar, quizás algunos sintieron más el compartir y crearon mesas, pufs y asientos. Otros lo divertido de dejar de ser uno por un rato, y desbordamos en ornamentos, máscaras y todo tipo de accesorios. Mil formas de expresarse que nunca podré dejar de celebrar” Anita Fernández.
“Entre sueño y realidad, Satorilab fue una experiencia que, en mí, combinó el aprendizaje humano con el profesional. Un lugar que se alejó de lo académico para permitirnos explorar” Bianca Mozzon.
“Participar del lab fue aprender a disfrutar de la alegría misma. Alegría de compartir, de diseñar, de pensar y de hacer. Un lugar para perder el miedo a dejarse llevar, para tomar conciencia de todo lo que podemos hacer y mejorar sin olvidar disfrutar” Emilia Pezzati.
“A lo bueno uno siempre vuelve. Y, volví. Satorilab es un estilo de vida. Se trabaja en equipo, intercambiando ideas, debatiendo. En que un diseñador, antes que un profesional, es persona” Pilar Majdalani.
“Comenzó el Satorilab y con él llegó el agua. Como esos manguerazos que refrescan en el verano. Como el agua que hidrata las plantas, hidratando esas ideas que a veces por falta de confianza dejamos secar. Como la que remueve la tierra de los anhelos y las ganas por diseñar. Esa llovizna que despabila. Ese agua que tiene canales y por eso no se estanca, por eso es clara. Porque busca nuevos recorridos y no se guarda para sí. Desde que empecé diseño industrial he pasado por varias etapas: Asombro (todo se puede diseñar), enojo (crear necesidades desde el diseño). Este último tiempo empecé la etapa en la que intento disfrutar lo que elegí y tratar de integrar mis criterios personales a la profesión. Satorilab significa un ‘Sí, es posible’. Me renovó las ganas de tirarme a la pileta, ni de cabeza, ni palito, si pienso en los dos me tiro ‘bomba’ y trato de salpicar a todos los que pueda como lo hacen ellos” Rocío Gonzales Montenegro.
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