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Jueves, 15 de enero de 2004

VARIEDADES EN CANTIDAD

No tenía nombre...

POR FABIO SUAREZ

Cada semana recibimos noticias sobre la marihuana. Pareciera que está de moda en los medios hablar sobre el tema: en televisión muestran una marcha en Madrid pidiendo por la despenalización del consumo (y la cámara nos muestra a muchos de los participantes, fumando). En los diarios, se publicó cómo se aprueba su utilización con fines médicos en cada vez más países. En la tapa del suplemento deportivo del diario más vendido de la Argentina se vio una enorme pelota con una hoja de cannabis dibujada, bajo el título “Doping polémico”. En varias revistas –y en este suplemento también– se contó la historia de un muchacho que tenía en el terreno del fondo de su casa cientos de plantas. Hasta los policías que lo tienen en una celda pampeana lo admiran por sus dotes de agricultor. Otras noticias del exterior dicen que la despenalización obligó a que existan formas legales de cultivar la planta: en EE.UU. y algunos países europeos ya existen plantaciones federales. Un informe de la televisión española asegura que en los últimos diez años, el porcentaje de THC –la substancia que provoca el efecto narcótico– aumentó de un 15 a un 42 %, producto de la manipulación genética concretada en laboratorios estatales. También nos muestran farmacias vendiendo el “medicamento” en forma de sprays y pastillas para administrarla a enfermos terminales.
En Buenos Aires, mientras tanto, no hay novedades ni avances de este tipo. Sin embargo, hay insistentes rumores acerca de que nuevas y más fuertes variedades de marihuana están hoy en oferta. Así aparecieron nombres de fantasía como “widow”, “skunk”, “pinito”, “epuyén”, “índiga”, “white”, “ryan”, “cerita”, “zorrino. La lista sigue. Aparentemente, hay tres vertientes diferentes por donde se origina la novedad. Hay una especie cultivada en la Patagonia que comúnmente se denomina Epuyén, que empezó a llegar a Buenos Aires hace casi diez años, a muy alto precio y que se hizo rápidamente popular aunque sólo en círculos de alto poder adquisitivo. También se introdujeron en Paraguay, por esa época, semillas holandesas que encontraron allí un clima adecuado: el resultado de esa cosecha empezó a llegar a la Argentina hace unos años. La mayor oferta forzó los precios hacia abajo y más consumidores accedieron al producto. Pero el más notable fenómeno parece tener que ver con el crecimiento del cultivo casero. Desde allí, se dice, llega el abastecimiento para la actual demanda, a un precio cada vez mas accesible: apenas el doble del habitual (hace unos años, el precio era seis veces más). Aunque para los turistas que invaden Buenos Aires reclamando sofisticados efectos, el precio sube. Mientras tanto, en la calle se oye con cada vez más insistencia la siguiente pregunta: ¿desde cuándo la marihuana tiene nombre?

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