EL YIN YANG DE INTOXICADOS, EN PALABRAS DE PITY
20 días buenos, 20 días malos
El carismático rocker de Lugano dice que firmar autógrafos le da vergüenza, y que alterna sus momentos entre el todo bien/todo mal. Pero que así debe ser. Y además arroja: “El éxito y el dinero me hicieron drogadicto mal”. Toda una confesión.
Por Cristian Vitale
El sol parece estallar en el asfalto de la calle Murguiondo. Minutos antes del encuentro con Cristian “Pity” Alvarez en la sala de Lugano llovía a cántaros, pero de repente el sol se levantó y brilló entre nubes tremendas. “Que lindo día hoy. Mirá el sol cómo brilla...”, señala el carismático rockero. “El sol es eso que está ahí, ves, y brilla. ¿Qué será, un mosquito gigante? No es un sol, está a tantos kilómetros y está formado de tal y cual materia. Yo siempre digo que soy científico. No es que tenga tubos de ensayo en casa sino que creo sólo en lo que se puede comprobar a través del método y la observación.” Pity sorprende, como siempre. Desparramado sobre la membrana que cubre todo el suelo de la terraza de la sala, se para un segundo a pedirle papelillos a los que están abajo, y destapa apurado una gaseosa para matar la sed que le provocan unas papitas saladas. Y vuelve la cara al sol... “Nunca se me hubiese ocurrido teñirme –sugiere–, pero una vez me fui al Norte con una guitarra y un charango, y me hice amigo de unas kollas mientras tocaba en la calle. Los indios de hoy usan Internet y tienen agua oxigenada en la casa; entonces un par de ellas me dijeron: ‘¿Por qué no te hacés algo divertido en la cabeza? ¿No querés que te hagamos algo’. Y yo, que no tengo espejos en casa, no me doy cuenta cómo estoy de cara ni como tengo la cabeza. Dejé que improvisen. Cuando paso por una vidriera y me veo, flasheo, porque digo: ‘¡Mirá cómo tengo la cabeza!’. La verdad es que no me importa. Por eso dejo que alguno que tenga más imaginación que yo haga lo que quiera.”
–¿Las kollas también te raparon media cabeza?
–No. Eso lo hizo una amiga la semana pasada, una amiga siestera, de esas que toman mate conmigo a la tarde. Ojo que no soy una especie de peluquería maestra a la que todos vienen a improvisar, pero dejo hacer si el que encara mi cabeza tiene feeling.
Intoxicados volverá a tocar en Obras este sábado y Pity considera oportuno explicar por qué una vez y no dos como se preveía. “La verdad es que sale muy caro hacer dos shows, el sonido, las luces... Te mata. Pero queríamos hacerlo porque el lugar genera mucha energía. No sé si es un karma o un don que tengo el de ver la energía que me rodea, y en Obras me pasa que la energía es buena”, asegura. El show será la despedida del año, ya que hacia diciembre la banda planea comenzar a trabajar en los temas que formarán el sucesor de No es sólo rock’n’roll, en el estudio Matadero’s Records. “La mayoría de las canciones no son frescas, no son de esta época. Las tenía archivadas. La verdad es que no fuerzo la máquina de hacer temas, dejo que fluya, que sea natural. Hace más de un año que no hago ningún tema, no tengo ganas... Siempre les digo a los pibes que el día que me ponga voy a escribir 70 canciones, porque tengo unas rimas almacenadas en la cabeza que están a punto de explotar. Lo que tengo es vaguez (sic) de agarrar una lapicera. Las estoy guardando y me están pesando un poco, a veces salen para afuera y me piden que las anote en un papel. No sé. Lo haré después del disco.”
–¿Tenés un karma o es un don? No quedó claro...
–Dije karma porque considero que la vida tiene que ser equilibrada. Si me preguntaran cuánto tiempo de mi vida quisiera ser feliz diría la mitad, para que sea perfecta. Estar infeliz es necesario, porque tenés que conocer una cosa para conocer la otra. Estoy hablando del yin yang. Desconfío cuando las cosas son todas bien o todas mal. Yo puedo ver la energía o puedo ver cosas malas, espadas, sentidos que no están en los manuales.
–¿Qué hacés cuando pintan las espadas?, ¿te vas?
–No soy juez como para andar arreglando el cosmos... Estoy lejos de definir el bien y el mal. Por ejemplo, con los chicos de la banda hay un equilibrio, porque ninguno se alza con su razón ante los demás. Podemoshablar interminables cosas sin que nadie se cierre pensando que sus ideas son las únicas.
–¿Estás pensando indirectamente en Viejas Locas?
–Yo nunca reflexiono nada. A mí me gustan los cambios, porque tornan tu vida más divertida, menos monótona. La verdad es que pienso esto sobre las cosas. Además, el 90 por ciento de los temas de Viejas Locas son míos, por lo tanto los toco y los tocaré siempre.
–Han pasado cuatro años de la separación. ¿Se recompuso la relación con tus ex compañeros?
–Sí. Al principio hablaron un par de boludeces porque estaban calientes, pero ahora que las cosas se enfriaron nos mandaron saludos. Igual, yo me mantengo firme, porque no dejo que me molesten las cosas. Por eso estoy enojado con la droga, porque dejé que me moleste algo que no quiero. Lo mismo pasó con Viejas Locas, en cuanto algo no me gustó, fue. Quiero que las cosas se den naturalmente y que cada uno se mueva por sus propios deseos. La intuición determina las relaciones.
–Vos seguís viviendo en Lugano, tenés los mismos amigos, te conoce todo el barrio, vas en bicicleta a todas partes. ¿No tenés miedo que Intoxicados se transforme en una banda grande, que vos te hagas muy famoso y pierdas el anonimato que te queda?
–Una vez leí un reportaje a Skay, que me quedó grabado. Dijo que el mejor momento de una banda es cuando toca para 200 o 300 personas, cuando podés bajarte del escenario e irte de ahí con un amigo. A mí, el éxito y el dinero me hicieron drogadicto mal, por eso me quedó un poco de rencor contra el dinero y el éxito. No los quiero. Me provocaron una adicción muy grande al crack, una droga que no es barata acá y que cuando no tenés plata para comprarla te querés matar, porque la verdad es que me gastaba todo en drogas. Por suerte, y sin darme cuenta, fui bastante yin yang toda mi vida: tomaba yogur de día y me drogaba ni bien oscurecía. Estaba cinco días sin dormir, y después me iba a correr a un parque porque tenía ganas de sentirme bien. Siempre fui ambas cosas, por suerte. Alterno entre 20 días buenos y 20 malos. Los 20 malos son muy feos. Pero los buenos, los disfruto mucho.
–¿Sos consciente de lo que representás para miles de pibes y pibas?
–No soy consciente de nada, porque me gusta vivir desconectado de todo. Recién caigo cuando salgo a la calle y siento que me vuelven loco. Por eso lo de la fama y lo de la droga. Ambas cosas me hicieron encerrar. Me rompe las pelotas que me conozcan. Además, cuando tenés 200 tipos alrededor en realidad no tenés ninguno al lado. Me molesta también que la gente vaya detrás del confort sin darse cuenta de que la vida es mucho más que un celular. El que te puso en este planeta se debe querer matar cuando ve que vas detrás de un telefonito con luces o trabajás toda tu vida para comprarte un Mercedes-Benz.
–¿Cómo te sentís firmando autógrafos, por ejemplo?
–Me da vergüenza que mis amigos de Lugano me vean firmando autógrafos. Me siento un boludo.
Sobre "una vela"
No me importa
El video clip de Una vela, hit del último disco de Intoxicados, fue condenado por el Comfer básicamente por una letra considerada “apologética”. La escena de Pity recorriendo Ciudad Oculta en una bicicleta y cantando, rotó alguna vez en Much Music. Y nunca en MTV, que se echó atrás ante la amenaza de una importante multa. “Cuando hicimos el video nos dieron un presupuesto de 2600 pesos. Nada. Ni siquiera alcanzaba para hacer un video de cumbia en la Costanera Sur. Por eso no quedó otra que agarrar la bici, meterse en Ciudad Oculta y autofilmarse, porque nadie quería meterse con una cámara en la villa y conmigo está todo bien. No sé, yo no miro tele ni escucho radio, no sé si pasan mis temas o no. Y no me importa qué pasó con ese video.”
–¿Qué te produce haber escrito una letra cuya temática es similar a la de los grupos de cumbia villera?
–Me parece que es al revés. La cumbia se copió del rock. No puedo creer que dos grupos de cumbia hayan grabado Quieren rock. No los quiero ni escuchar... La Argentina está cumbiera, muy tumbera y ésta es la parte del país que no me gusta. Que los guachos a los cinco años estén metiéndose presos solos.