Jueves, 28 de julio de 2005 | Hoy
FIDEL NADAL, EN SU PRIMAVERA SOUND SYSTEM
El ex líder de Todos Tus Muertos editó ¡once discos! en los últimos cinco años, pero se alejó definitivamente del espíritu punk. Sigue profesando su rastafarismo, se hizo amigo íntimo de Pablo Lescano, y se defiende de aquellos que lo acusan de mesianismo: “Si ser fundamentalista significa tener fundamentos, no está mal. ¿O sí?”. Para él, los Muertos no van más.
Por Cristian Vitale
Fidel entra a la pizzería de su barrio, se sienta en una mesa contigua a la puerta principal y enseguida intenta poner un límite “saludable”. “¿Y si hacemos la nota afuera? Me molesta mucho el humo del tabaco, ¿sabés?” Al segundo, mira por la ventana y las imágenes del frío lo hacen repensar la idea. “Bueno, quedémonos acá; pero tendrían que ser más prohibitivos con el cigarrillo. Mirá lo que esto”, reclama, mientras señala las partículas de humo que sobrevuelan su gorro rastafari. Parece una anécdota pueril, pero en realidad orienta sobre sus costumbres actuales. Desde que su primer viaje a Jamaica le reveló las enseñanzas de Selassie y lo convirtió al rastafarismo, aquel corrosivo cantante punky de Todos Tus Muertos ingresó en un camino de saneamiento espiritual y físico. Fidel elige no tomar nada en la pizzería y cuenta otra anécdota cuya esencia transita por el mismo camino; un relato en el que habla acerca de su relación con Pablo Lescano y la cumbia villera, revela que tampoco toma alcohol. “Cuando iba a la casa de los viejos de Pablo me quedaba hasta las 8 o 9 de la mañana tomando mate con él y fue una experiencia que disfruté mucho, llegaban las 7 de la mañana y el chabón subía el teclado a la mesa y nos poníamos a componer juntos. Pablo es un ídolo para mí”, admite.
–¿Hasta las 8 de la mañana despiertos y nada de alcohol?
–Noooooo, escabio no. Ya no puedo escabiar nada yo.
Sin alcohol ni tabaco, entonces, el Fidel post-2000 aparece como un tipo renovado. Tal vez esa abstención sea una de las causas que le posibilitan trabajar a granel: además de conducir un programa en una radio de San Martín y producir bandas nuevas, en los últimos 5 años editó nada menos que ¡11 discos! onda free-style, que lo convierten en el músico más prolífico del reggae en la Argentina.
A partir de Canta sobre discos (2000), una seguidilla de trabajos impregnados siempre por la fe rasta –o reggae cultural, como define él– que abrazó en las montañas de Kingston (Selassie I, Dios todopoderoso, Brillando por Negus o el reciente Avanzando, por nombrar algunos), lo tornan infatigable en términos de productividad. “Me gusta hacer las cosas rápido –explica–, generalmente junto a los músicos en el estudio y ahí mismo les paso los temas. Ni siquiera los ensayamos. Hay mucha espontaneidad en esto. Es como al que le gusta el fútbol y va a jugar todos los días; a mí me gusta grabar, ir al estudio para no cajonear las canciones que compongo. Junto temas, ahorro y hago discos. Es cierto que en la Argentina lo común no es hacer tres discos en un año, pero no es mi caso. Le escapo a eso.” Su amigo Baltazar, el que arma las pistas para que Fidel cante arriba, apunta que es difícil seguirle el ritmo. “Saca temas todo el tiempo y es complicado seguirlo, pero ya me acostumbré. A él no le importa sacar discos para exprimir comercialmente.”
–¿Seguís pensando que las bandas de rock occidentales ejercen una especie de colonialismo cultural?
–¿Cabe alguna duda acaso? Que los Beatles, los Rolling y las grandes bandas de rock son un vehículo de dominio cultural no tengo dudas... todos sabemos que Elvis Presley fue agente de la CIA, lo ves en el History Channel. Ellos son parte de una política mundial. De pibe fui fan de los Beatles y me siguen gustando. Es más, me llamaron para intervenir en un compilado con temas de ellos en versión reggae (N.de R.: se llamará El disco verde de Los Beatles y contará con la participación de Non Palidece, Riddim, Mimi Maura, Holy Piby y Naty Combo, entre otros). Pero lo cortés no quita lo caliente. Ellos son parte de una movida colonizadora, más allá de que te gusten o no.
–Muchos te tildan de fundamentalista. ¿Te molesta?
–Si ser fundamentalista significa tener fundamentos, no está mal. ¿O sí? Para mí no es un insulto... es algo halagador.En Fuego caliente, tema del disco homónimo editado el año pasado, Fidel tampoco ahorra pluma ególatra. “Hatta Faia!!!, van a reventar los que a Fidel no quieran escuchar, te digo”, canta sin vueltas. En otros temas -Acá y ahora, Quemando– también se nombra y alguien, claro, lo podría tratar de presumido, de hacer un culto a la personalidad, pero a él lo tiene sin cuidado. “Soy el hombre que más entiende el reggae en la Argentina, aquí no hay nadie que lleve el reggae en las venas como yo. Lo vivo y lo siento, mientras hay otros que no profundizan; que se quedan en la superficie.”
–¿Qué opinás de bandas como Riddim o Los Cafres, que están popularizando el género, le están proporcionando una cantidad de gente que antes no tenía?
–Es cierto que el reggae se está volviendo masivo y por ende está evolucionando. Mata porque, si estás en esto, tenés más trabajo, pero en el caso de las bandas populares creo que se trata de una adaptación para el público argentino. El estilo que hacen ellos es más ambient, más popular. Está como pasteurizado para que la gente lo acepte. Diría que funcionan como una preparación para el fuego, para la cosa más verdadera.
–¿Sos purista o no?
–No del todo, porque he mezclado al reggae con la cumbia, el hip hop, la salsa... hice cada licuado tremendo y eso me impide considerarme purista. Lo que sí aseguro es que soy el gran precursor del reggae en el país. No sólo lo escucho todo el tiempo sino que he compartido momentos maravillosos con grandes del género como Junior Reid... en fin.
–¿Qué veta le viste a la cumbia villera para experimentar?
–En primera instancia me fascinó el término. La idea fue llevar mi opinión a toda esa masa que no me escuchaba. Igual, a mí la cumbia me gusta desde cuando escuchaba a Los Mirlos o a Los Cartageneros, todavía conservo los casetes grabados de esa época, pero lo que me flasheó de Damas Gratis fue la onda, una onda que no tienen ni Alcides, ni Ricky Maravilla. Basta con escuchar Flor de Piedra, y te das cuenta.
–Hay una polémica recurrente sobre el género. Algunos piensan que puede “argentinizarse” y otros lo contrario. ¿En qué punto te parás vos?
–Es cierto que cualquiera puede cantar sobre su ritmo, de hecho lo hacía Donald en el tema Tiritando con “las olas y el viento”, pero lo que transmite el reggae no lo puede transmitir cualquiera, porque es una vibración que está o no está. Vos no podés salir de un casting de TV y cantar reggae, porque no vas a transmitir nada. Va más allá de tu forma de cantar, de tu vocalización o las técnicas que utilices. El reggae te impide mentir; más allá de que pueda sonar en una propaganda de celulares.
–¿Es utópico tu regreso a Todos Tus Muertos?
–Diría que sí; hoy por hoy, no mantengo ninguna relación con mis ex compañeros. Además, con mi regreso no sería lo mismo. En la idea uno piensa que sería igual, pero no es así. Es parte de un pasado, del que tomé lo bueno y dejé lo malo.
–De tus ex compañeros, el que aparecía como más afín a tus conceptos era Pablo Molina; de hecho, lo elegiste para viajar a Jamaica con vos a grabar el disco de Lumumba y también colabora en varios de tus discos solista. ¿Por qué se distanciaron?
–Por diferencias. Es cierto que con Pablo teníamos mucha afinidad, pero después cada uno tomó su camino. Una cosa es mezclar los géneros y otra es juntar la Biblia y el calefón.
–¿Se puede definir tu primer viaje a Jamaica como una “conversión”?
–No. Ese viaje me hizo meterme mucho más en el reggae: adopté la cultura rasta, conviví con rastas en las montañas, algo que significó un gran cambio para mí. Pero no hubo una conversión... por ahí me interesó el aspecto cultural y a mí, cuando algo me interesa, profundizo, mientras que otros se quedan en la superficie. Tocan reggae, ganan plata y chau. Sé que me tildaron de una cosa u otra después del viaje, pero en definitiva soy el mismo chabón de siempre.
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