Jueves, 28 de julio de 2005 | Hoy
DEBATES ENTRE EL REMIX DE BABASONICOS Y EL VERSIONADO DE TURF
Se sabe: los músicos gustan de toquetear discos de otros para hacer sus interpretaciones. La costumbre funciona como tributo hacia la banda compositora. Aquí, Juanchi de Los Pericos (por editar 7, un disco de carne y hueso), Leandro Lopatín de Turf, los Bitman & Roban de Chile, el mexicano Camilo Lara y Daniel Melero reflexionan sobre la técnica.
Por Javier Aguirre
Dos cercanos lanzamientos –uno reciente, otro inminente– de dos bandas argentinas dan espacio a desconfiar e indagar sobre fines y razones de los discos en los que varios artistas remixan, intervienen o reinterpretan un álbum de canciones originales editado apenas meses atrás. Uno ya salió, hace algunas semanas: es Remixes Infames, una edición limitada y lujosa que consiste en un doble CD de remixes del último disco de Babasónicos, Infame, con un plantel remixador integrado por figuras del pop y la electrónica locales como Daniel Melero, Victoria Mil, Zuker, Emisor; además de internacionales consagradas, como Plastilina Mosh y Kinky; y en ascenso, como el Instituto Mexicano del Sonido y los chilenos de Bitman & Roban. La oferta se completa con un bello packaging rico en calcomanías de equinos, logos y otras figuras de la iconografía “infame”.
El otro tiene prevista su fecha de nacimiento para la primavera: lleva el título tentativo Para nosotros, para ustedes, y es un disco de covers del último álbum de Turf, Para mí, para vos, con un plantel versionador que incluye a Charly García (76 canales distintos, bien a lo Say No More, para Nos vacían la casa), Andrés Calamaro con Los Auténticos Decadentes (prometedora versión de Pasos al costado), Los Tipitos (Quiero seguir así), Leo García, Daniel Melingo, Villanos, Historia del Crimen, Banda Jamón Crudo y Transmundial –banda paralela del bajista de Turf, Toddy Tapia–, entre otros.
En ambos casos, la jerarquía de las estrellas invitadas ahuyenta la tentadora sospecha de que (solamente) puedan tratarse de típicos productos comerciales: son (también) un tributo o mimo musical desde los participantes hacia la banda compositora. Y, además, un link o anexo del álbum original. Que además de su valor artístico, revela indicios sobre la vida social de los músicos. Pero las maneras son distintas. En el caso de Babasónicos, las pistas originales grabadas por la banda caen en las manos de los remixadores, que las toquetean, sacan cosas, suman otras, barajan, y dan de nuevo. En el de Turf, los versionadores agarran los instrumentos, reinterpretan y regraban íntegramente las canciones.
“A nosotros nos parecía medio chantada hacer un disco de remixes”, dispara Leandro Lopatín, guitarrista de Turf. “¡Basta de hacer diez remixes del mismo tema, como si fueran chorizos! Ya está muy visto, se vuelve insoportable y termina pudriéndote...”, denuncia. La banda de Joaquín Levinton ya había seguido ese camino en el último verano, cuando eligiera versionar –sólo con piano y voz– el hit La prima lejana en el disco Los Auténticos Decadentes y amigos/ Versiones y remixes de “Sigue tu camino”. “Va a ser como una continuación de Para mí, para vos”, anticipa Leandro, “porque va a incluir los mismos 13 temas del disco, ubicados en el mismo orden, y todos versionados por gente que en algún momento nos tiró buena onda; y a los que tenemos el sueño de agregar al más grande... ¿Lo digo...? ¡A Guillermo Vilas!”.
Juanchi Baleirón –voz/guitarra de Pericos y experimentado productor artístico, quien también aportó su mouse remixador para el citado disco de los Decadentes– revela sus propias reglas a la hora de remezclar: “Me gusta meterme con la armonía de la canción, cambiarle la ropa, volver a vestirla y hacerle directamente una producción nueva”. Juanchi considera al remix “un género de costado, un signo de estos tiempos, posible gracias a la inmediatez y la facilidad con las que hoy se pueden separar pistas; mientras que antes, cuando se grababa en cinta, era mucho más complejo”. Las herramientas para desmenuzar una grabación o hasta intercambiar archivos por e-mail están a disposición de cualquiera; “pero la diferencia está en quién las use”, advierte.
Por su parte, Camilo Lara, del Instituto Mexicano del Sonido (remixadores del tema babasónico Gratis), abona la teoría de que remixar es, antes que nada, rendir pleitesía al artista remezclado. “Es un honor intervenir una composición del grupo más relevante que ha habido en la escena latina de los últimos años”, dice, y detalla claves y miserias de su estrategia para el remix: “Hay que apropiarse de la canción y destacarle algún aspecto, sin seguir ningún patrón ni convención. El remix es un buen pretexto para manosear la obra ajena... y compartir créditos... ¡Ups!”.
Daniel Melero (quien había remixado a Babasónicos en el disco Jessico Megamix del 2002, cuando abordara el tema Fizz) tiene un rol protagónico el Remixes Infames, ya que es el único participante del segundo de sus dos CDs, y ostenta la fiestera paternidad de un cuarteto de Putita’s: la “Putita campestre”, la “Putita callada”, la “Putita cansada” y la “Putita gótica”. Aún así, Melero muestra no tener un idilio acrítico e incondicional con el mundo de la remezcla: “Lo interesante es tener una experiencia sonora válida, que muestre un nuevo concepto o hiperconcepto, y que haga explotar a la canción, más allá de que esté virada al country, a lo espacial, al house o a cualquier otro género folklórico del siglo XX. El valor del remix está en despertar un interés nuevo, más allá de que sea un monstruo, de que pueda violar tiempos fijos o de que convierta al tema en un holograma o en una imagen caleidoscópica”.
“En un momento”, sigue Melero ahora casi confesional, “cuando terminé una versión ya ni sabía qué era. Se la pasé a los Babasónicos para que la escucharan y decidieran si incluirla o no, porque la verdad es que tenía miedo de arruinarles el disco. Es que lo fundamental de la remix es su actitud para poder mirar una composición desde otra perspectiva, entender a la canción de otra manera”.
Desde Chile, los Bitman & Roban (autores, también, de un remix de Putita, aunque no adjetivado) coinciden con Melero. “Remixar es entregar un punto de vista distinto sobre una obra ya creada; el buen remix es el que difiere positivamente del original”, sostienen, vía e-mail. El mayor consenso aparece a la hora de alejarse de la idea del remix como versión punchi-punchi para discotecas. “A mí no me divierte para nada el concepto de remezcla bolichera, tipo DJ, del simple cambio de ritmo; porque es demasiado simple”, señala Juanchi, “elijo repensar la canción, o tratar de laburarla cambiándole la tonalidad”.
Lopatín, en tanto, reconoce: “Obvio que llegado el caso me encantan los remixes ciento por ciento para la pista, bien hecho, como pueden ser los de Fatboy Slim o los Chemical Brothers. Es divertido. Pero, honestamente, para un disco de Turf, queríamos hacer algo distinto”. Se suma Melero: “Yo descreo de la remix diseñada para ser bailada; prefiero que no se sepa para qué sirve y que no tenga ninguna funcionalidad obediente. Me molesta la tribalidad-trivial de la música concebida específicamente para bailar: me parece puro cortejo... Me lleva a preguntar qué diferencia hay entre una rave y el cortejo de las aves”. La respuesta acaso esté en Animal Planet. O en Remix Planet.
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