ESPECIAL: GRANDES VALORES DEL HEAVY METAL
Ante la inminente llegada de Sepultura, el NO propone un plan como para ponerse sin culpa la campera de cuero en pleno verano. Entrevistas exclusivas con tres bandas extranjeras que llevan años en el mundo del metal –y se mantienen como baluartes indiscutibles–, y un panorama sobre el fenómeno del metal a nivel local.
Así como la leyenda de la Acaica, el sacrificio de Tiradentes y la Aquarela do Brasil de Ary Barroso, Sepultura es uno de los símbolos más prominentes de la cultura mineira. Tan reconocidos en todo el mundo como los tropicalistas, tan populares como Antonio Carlos Jobim y tan experimentales como Heitor Villa-Lobos, el cuarteto brasileño, precursores del thrash metal en Sudamérica, tracistas del metal latino y esenciales representantes latinoamericanos de las tendencias extremas en el resto del orbe, regresan nuevamente a la Argentina, poco después de la reivindicación lulista y tras dos años de su show en Córdoba, para presentar en directo el 13 de enero, como cabeza de cartel del Festival Monster Metal Rock 2007 que se celebrará en el Mega Estadio Argentinos Juniors, su nueva producción, Dante XXI.
Sobre este disco, el doceavo de su trayectoria, el guitarrista Andreas Kisser reseña: “Cuando comenzamos a pensar en el nuevo larga duración, queríamos inspirarnos en alguna película o libro, y nos pareció que La Divina Comedia podría funcionar. Es una obra que estudié en la escuela, pero que luego leí más seriamente y me di cuenta de que se trataba de un libro espectacular, en cuanto a historia, personajes y situaciones. Eso nos influenció en el momento de hacer las músicas, las letras e incluso el arte del disco. Aunque el álbum no sólo está basado en La Divina Comedia sino en la vida y obra de Dante Alighieri, su autor”.
Tal como si se tratara de una banda de sonido, Dante XXI, editado en 2006, es una obra conceptual que resulta del conocimiento de Sepultura, y especialmente de Kisser, en el armado de soundtracks para películas. El guitarrista apunta: “La idea de este disco surgió también de la experiencia que uno tiene en la creación de bandas de sonido en Brasil. Además de films como No coraçâo dos deuses y Belini e a esfinge, en los cuales compuse el soundtrack, existen algunas cintas bastante particulares que hicimos con Sepultura. Personalmente me gustan mucho este tipo de situaciones”. El flamante larga duración de la agrupación creada en 1983 en la ciudad de Belo Horizonte significó asimismo la salida temporal de Igor Cavalera, baterista y fundador del cuarteto junto a su hermano Max, quien abandonó el grupo en 1996.
Acerca del rumor que se corrió de la imposibilidad de usar el nombre de Sepultura luego de esta baja, Andreas, miembro de la banda desde 1987, aclara: “El nombre de Sepultura sigue siendo nuestro. Igor nos dio el derecho cuando salió de la banda. Continuaremos llamándonos así hasta que sea necesario. Nos dejó debido a una decisión personal. Sin embargo, una vez que Max se fue, Derrick Green, el actual vocalista, se adaptó bastante bien y viramos hacia otro lugar. Lo mismo está sucediendo con el nuevo baterista, Roy Mayorga (ex Soulfly y componente de Stone Sour)”.
Después de la salida de los Cavalera de Sepultura, Andreas Kisser —partícipe de proyectos como Nailbomb y Brasil Rock Stars, y próximo a lanzar un disco como solista titulado Hubris I & II— podría perfilarse junto con el bajista Paulo Jr. como los líderes del conjunto brasileño. No obstante, prefieren compartir las responsabilidades. El músico nacido en San Pablo asegura: “Creo que cada variante musical dentro de la banda se correspondió al momento que atravesábamos. Pero la propuesta, que siempre fue la de buscar nuevos horizontes, no cambió. Incluso cuando Max estaba, los discos que grabamos fueron bien diferentes entre sí. Conocer otros lugares y otras músicas y tocar mucho nos impulsó a tener otro tipo de evolución. El ingreso de Derrick aportó influencias y características novedosas. Es un vocalista diferente que puede cantar melodías y que colabora a la hora de buscar ideas. Particularmente, estos saltos me ayudaron a tocar la guitarra de una forma distinta y a trabajar con lo que tenemos a mano”.
A partir de estas transformaciones, Sepultura ya piensa en su nuevo disco. Kisser adelanta: “Esta reorganización se verá reflejada no sólo en lo personal sino en lo musical. Estamos creciendo con esta alineación. Empezaron a brotar las ideas del nuevo disco, que saldrá a la venta en 2008, y se perfila desde ya como un trabajo atento a la renovación, aunque mantendrá la energía agresiva que nos caracteriza”.
Esa necesidad por innovar los incitó a avanzar del death/thrash y el hardcore, que los distinguió en sus inicios en la escena del metal mineiro, a ese gustillo industrial y alternativo, que los detonó internacionalmente a través del disco Chaos A.D. Pero fue definitivamente el álbum Roots, donde reivindicaron su naturaleza brasileña, con el que se consolidaron como una de las bandas fundamentales de las tendencias extremas. Ese larga duración, uno de los mejores y más influyentes de los ‘90, cumplió en 2006 sus primeros diez años. Andreas reflexiona: “Comenzamos a respetar la música brasileña cuando empezamos a salir a tocar fuera del país. No tolerábamos ni la bossa nova, ni los ritmos regionales, sino lo que pasaba en Europa o los Estados Unidos. Viajar nos ayudó a comprender mejor la idiosincrasia musical de Brasil y paulatinamente nos internamos en ella e incluimos algunos de sus elementos, primordialmente instrumentos percusivos. Y así llegamos hasta Roots, que fue un trabajo conceptual, una investigación de nuestras propias raíces. Descubrimos la música de los indios xavantes, que antecedió a los estilos europeos; las manifestaciones de los esclavos, a través de los batuques de Carlinhos Brown; y la influencia de ciudades como San Pablo, Río de Janeiro y Belo Horizonte. Debido a su mezcla, ha sido un disco importantísimo, aún hoy, para muchas bandas”.
Roots no sólo sirvió como preludio para la avanzada nü metal que se estaba cocinando —el vocalista de Korn, Jonathan Davis, participó como invitado en ese disco— sino que abrió la brecha del metal latino como género, cultivado también por los venezolanos Laberinto y los boricuas Puya. Andreas manifiesta: “Soy brasileño, latino y eso siempre lo voy a representar. Es una consecuencia natural, no se trata de nacionalismos ni nada por el estilo. Brasil es una gran influencia e inspiración para mí. Roots fue un desenlace de varias situaciones, de giras, de trabajos, de ideas y de experimentos. Sepultura es una banda a la que le gusta probar nuevas experiencias. Por eso no nos interesó repetir la misma fórmula en los siguientes álbumes. La evolución te estimula a probar, la búsqueda es nuestro principal rasgo”.
Pese al éxtasis y la agonía por la que pasó el metal en los últimos años, Sepultura sobrevivió a las modas y tendencias. Es más: tras temporadas de intolerancia, las tendencias extremas supieron adaptarse a los tiempos modernos sin necesariamente perder su identidad. Kisser, quien luego de aferrarse al fanatismo por artistas como Venom, Testament, Dead Kennedys y Suicidal Tendencies, ha confesado su anhelo de girar con U2, asoma: “Hubo bandas como nosotros que subsistieron durante todos estos años al grunge y al nü metal. Pienso que este momento está bueno, agrupaciones como Trivium están trayendo el thrash de vuelta”.
* Sepultura toca el sábado 13 de enero en el Monster Metal Rock junto a Skin Culture, Ian, Renacer, Razones Conscientes, Bruthal 6, Shannon’s Dead, Brocken en el Mega Estadio Argentinos Juniors, Guttemberg 350, Capital Federal.
Así como el poderoso show de Ronnie James Dio en el Estadio Obras y la presentación de los finlandeses Stratovarius en El Teatro (Flores), Slayer fue uno de los actos relevantes del metal precursor durante el año pasado. El grupo californiano con un cuarto de siglo, liderado por el vocalista y bajista chileno Tom Araya, regresó a la Argentina, con dos Obras agotados, para presentar Christ Illusion, lanzado en 2006. Pioneros del thrash metal, Araya revela ante el NO la fórmula de la eterna juventud de su conjunto: “El compromiso ha sido la base de nuestra subsistencia. Pese a los vaivenes de Dave Lombardo (baterista), Slayer se sostiene en Kerry King, Jeff Hanneman (ambos guitarristas) y en mí. Creo que si alguno de nosotros se fuera, se acabaría todo. Aprendimos a llevarnos bien, me gusta lo que estamos haciendo y cada día sumamos más fanáticos”. Al igual que Anthrax, Megadeth o Testament, Slayer es sobreviviente de una ingeniosa y destructiva legión de bandas de thrash que no sólo se encuentran activas sino que todavía ofrecen notables producciones. Sobre la manutención del género durante los últimos cinco lustros, Tom expone: “El thrash evolucionó y nosotros con él. Pero luego vino Korn, que trajo otro tipo de influencia. El metal siempre estuvo en movimiento y creció arraigado a manifestaciones como el rap y la música clásica”.
Tras la irrupción del nü metal y su discriminación o aceptación por parte de la escena, las tendencias extremas se encuentran a la espera de una renovación. El líder de Slayer asegura: “Es tiempo de que algo nuevo venga, te dé una cachetada y digas: ‘¡Guau!’. Estamos frente al cierre de un ciclo en las tendencias extremas. Me parece natural que cada diez años aparezca una corriente. Hay unas cuantas bandas que pueden servir de ejemplo para ilustrar esta reflexión, algunas de emo y otras que han llevado al heavy a una instancia diferente. Espero que estos grupos se mantengan tanto como nos hemos sostenido nosotros, pero mi experiencia me dice que muy pocos lo podrán lograr. Por eso me siento afortunado de participar en una agrupación que ha estado activa desde los años ‘80”.
El “álbum negro” de Metallica posibilitó que el metal se posicionara en un segmento diferente del mainstream, próximo a la sobreexposición mediática y al show business. No obstante, Araya advierte: “Ese álbum puso al metal en otro nivel, porque estuvo expuesto a una audiencia más amplia. Sin embargo, pienso que los chicos que lo compraron y se dejaron influenciar pensaban que escuchaban verdadero metal, mientras que los más curiosos se dieron cuenta de que había cosas más sorprendentes que ese disco de Metallica”.
El thrash va rumbo a una dirección positiva. Explica Tom: “Se está mostrando en los videojuegos y en el cine sin razón para que aparezca, aunque se las arreglan los directores para incluirlo. Ahora hay muchas bandas y seguro a mediano plazo aparecerán más”. Tanto Araya como Lombardo —descendiente de cubanos— son apenas parte de una lista de latinos que protagonizan el metal en los Estados Unidos. El chileno advierte: “Sé que hay grupos donde hay latinos, pero no pienso mucho en eso pues en el metal todos somos iguales. Sólo puedo decir que, a pesar de tener papeles norteamericanos, en mi corazón soy chileno”.
Combatidos por satánicos, su discurso realmente esconde una sátira contra el sistema. Asegura el bajista y vocalista: “Muchas de las cosas que hacemos son intencionales, especialmente en discos como Hell Awaits y temas como Join Us. En esa canción sólo queríamos decir: ‘Unete a nosotros para pasarla bien’. Era una bienvenida a nuestros fans, no era nada satánico. Es más: mis padres son religiosos. Siento que todo pasa por las oportunidades y la fe”.
Pasa el tiempo, pasan las tendencias, y la Doncella de Hierro sigue firme con su heavy metal marca registrada. Y de vez en cuando, como con el reciente Matter of Life and Death, incluso se cuelan dentro del Top 10 de Estados Unidos, un país que no se rindió a los pies de Iron Maiden ni siquiera en los ‘80. El sexteto ya lleva treinta años de carrera, siempre con el bajista Steve Harris al frente, y desde el regreso del cantante Bruce Dickinson y el guitarrista Adrian Smith recuperó terreno en un género que ya dejó atrás al nü metal. “Siempre tratamos de hacer la música en la que creemos sin mirar las modas y evitando hacer concesiones”, asegura el guitarrista Jannick Gers. “A mediados de los ‘90, cuando estaba de moda el grunge y ya no era cool ser una banda de rock, seguimos haciendo la nuestra. Estoy contento de que al disco le vaya bien en Estados Unidos, pero eso no me importa más que ser número 1 en la Argentina o en Brasil. Al ser una banda global, no tenemos por qué seguir los dictados de lo que pasa en Estados Unidos. Nosotros hacemos lo nuestro, en nuestros términos, y si les gusta, bárbaro. En Estados Unidos todo está planteado en términos comerciales: el video, MTV y demás. Y todo se trata de vender, no de música. Y nosotros no somos publicistas.”
Antes de unirse a Iron Maiden hace dieciséis años, Gers había sido guitarrista de la Ian Gillian Band y de Dickinson en su primera etapa solista. “Hasta el momento en que me ofrecieron ser parte de Maiden, nunca había pensado en que algo así podía suceder”, recuerda el violero. “La verdad es que, cuando me tomaron la audición, ni siquiera tenía los discos, así que Bruce me los prestó para que me aprendiera las canciones. Las aprendí la noche antes de ir a la audición y debo haberlo hecho bien, porque ese mismo día me propusieron unirme a la banda. Obviamente que sabía qué era Maiden, pero no era fan. Supongo que si hubiera sido fan probablemente no habría funcionado.”
—¿Todavía te consideran “el nuevo” en la banda?
—Para nada. Eso depende de la gente con la que estás y de tu personalidad. Ronnie Wood está en los Stones hace 25 años y todavía es “el nuevo” (risas). Desde el día en que entré soy un integrante de la banda, y eso es todo. Nunca pienso en que soy “el nuevo”: juntos somos más fuertes.
—Desde la vuelta de Adrian Smith, son tres guitarristas. ¿Cómo hacen para no ocupar terreno del otro?
—Somos los tres muy diferentes y por eso nos sale con naturalidad, no es algo que trabajemos. Cualquiera de los tres, con su estilo, podría ser el guitarrista principal en cualquier banda grande. De hecho, lo hice cuando estuve en la Ian Gillian Band, con uno de los mejores cantantes del mundo. Pero cuando estás en una banda como Maiden, no se trata de lo que tocás sino de hacer que la banda suene más grande, así que a veces tenés que tocar menos. Pero estoy contento de hacer eso, no siento la necesidad de estar todo el tiempo adelante en el escenario. Sabemos que, a veces, menos es más. La gente a la que le gusta Yngwie Malmsteem debe pensar: “No, más es más” (risas). Pero para que una banda suene más grande, menos es más: ¿para qué quiero hacer 3 millones de solos de guitarra? Lo importante es que hagamos crecer a las canciones, que les demos espacio para respirar. Y los tres juntos somos más grandes que cualquier guitarrista del planeta, porque tenemos estilos diferentes. Y eso hace que la banda suene mejor.
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