LA VOX POP EN URUGUAY
› Por Juan Manuel Strassburger
En los intersticios, grupitos reunidos en las hogueras dispuestas a lo largo del predio (sí, a ese punto llegaba el frío) para compartir cervezas, levantes y algo más. También, la acción casamentera de un Elvis apócrifo que oficiaba de predicador. Amor eterno por una noche. Ah, fundamental, los “carritos”: micros reacondicionados como paradores en los cuales podía ordenarse buen whisky bajo la voz de un Jeff Tweddy (Wilco) o un Dylan, ¡ideales para empardar tanto sintetizador! Algo de canto herido en una noche estrellada que irradió relax y armonía. Se notaba libertad en los movimientos y —dato agradable— un uso no frenético del celular.
Uruguay está de moda. Desde bandas masivas (La Vela Puerca, No Te Va Gustar) hasta más under (La Hermana Menor, Trotsky Vengarán), pasando por el redescubrimiento del Cuarteto de Nos (Raro, sin duda entre los discos más divertidos de 2006) o el creciente culto a Daniel “Walter” Hendler (comercial ochentoso, 25 Watts, Whisky y largo etcétera de pelis) la tonada uruguaya pasó a tener coronita de este lado del Plata (Papeleras—Gate, aparte). Y en buena hora. ¿O el entusiasmo muchas veces no cruzó el charco? (Recordar, por ejemplo, la cálida bienvenida de Jaime Roos al rocandombe de Los Piojos y aledaños.) En ese sentido, la fiesta Vox Pop —megavento en La Pedrera, Uruguay, que reúne en una sola noche y al aire libre importantes artistas de la escena pop y electro rock de ambas orillas— estuvo a tono con los tiempos. El sábado pasado (¡Día de Reyes!), el festival contó por primera vez con más bandas uruguayas que argentinas en la primera línea del line-up. Y la apuesta... se sintió.
La convocatoria quedó lejos de superar la edición anterior (10 mil personas) y por momentos (una noche extrañamente templada, casi otoñal... ¿justo ese día tenía que hacer frío?) cierta abulia ganó la pulseada. Pero a no exagerar: allí estuvo el show electro tanguero de Supervielle (recibidos con afecto) y la rispidez de Buenos Muchachos, algo desentonados en la fiesta con su propuesta rockera, pero cumplidores al fin y al cabo (en el comienzo del recital, créase o no, sonaron como Pixies). También los pujantes Sordromo.
Pero la gran sensación fue el show de Dani Umpi, creador todo terreno (músico, poeta, novelista, artista plástico) que sobre el cierre, casi en minutos de descuento, entregó bastante de lo que por momentos escatimó la Vox Pop: humor, sorpresa y mucho movimiento de patita en sencillas y contagiosas gemas tecno pop (capaz de pasar en un segundo del falsete operístico a la galantería latina de Amistades Peligrosas o Perales). Mención especial para las consignas en pantalla: “Terminá el Liceo”, “Revolution is my boyfriend”, o “Dejá la merca. ¡Encará!”. Como sus amigos de Miranda!, Dani Umpi tiene llegada directa al melodrama, la vivencia teen. Y le sale bien.
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