ESCENA: SE AFIANZA LA KUMBIA EXPERIMENTAL
Discriminada durante años por el “ambiente” del rock, la cumbia ha logrado traspasar esa frontera de descrédito gracias, por un lado, a la incursión de la electrónica en el género y, por el otro, a la visión más politizada del rock-cumbia que muchos etiquetan como anarkumbia.
› Por Yumber Vera Rojas
Así como lo testimonia el cineasta Julian Temple en el documental The Future is Unwritten o como lo insinúa el debut de The Mescaleros, Rock Art and the X-Ray Style (1999), la cumbia ocupó un lugar esencial en la banda de sonido de Joe Strummer. Su extraña fascinación por la cadencia colombiana llegaba a tal extremo que para alcanzar la inspiración antes de entrar a grabar las voces de los álbumes de su otrora grupo se encerraba en su auto a escucharla a todo volumen con un porrito en mano. Con el arribo durante los ‘90 del rock combativo y del rock mestizo a América latina, el ritmo tropical, siguiendo la parábola del santo patrono del punk, también pasó a formar parte del imaginario de los artistas representativos de esas escenas (especialmente de la segunda). No obstante, tras los resabios del efecto tequila y la resignación del corralito o del arribo de una nueva utopía socialista y la reafirmación imperialista en los hitos más escépticos, en esta región dividida la cumbia desvistió los preconceptos de la vanguardia y consiguió seducir su inventiva.
Lo que comenzó hace unos pocos años como la peculiar compensación cultural de un lisérgico neerlandés que, en agradecimiento a la Argentina por haberlo albergado, legó borbotones de cumbia psicodélica, arrastró a la contracultura local a la impronta latinoamericana y organizó una escena supuestamente efímera, es hoy un movimiento cada vez más sólido y con personalidad propia. La aventura que emprendió Dick El Demasiado a través de sus Festicumex tiene en las fiestas Zizek Urban Beats Club –nombre inspirado en el sociólogo y filósofo esloveno Slavoj Zizek– su mejor y más consistente consecuencia. “Cuando comenzó Zizek tomamos la cumbia como un género más. Nos parecía que encajaba súper bien con otros ritmos que se bailan parecido y tienen el mismo espíritu como el hip hop, el dancehall o el reggaetón. Y con el tiempo fue creciendo porque surgieron productores que sacaron su lado más cumbiero”, explica Diego Bulacio, también conocido como Villa Diamante, productor, DJ e integrante de esta crew que ameniza Niceto Club cada jueves y por cuya celebración han pasado artistas como Axel Krygier, Princesa, The Peronists, Daleduro, Fantasma, Marcelo Fabián, Tremor, DJ Campeón o Frikstailers. “Cuando era adolescente no escuchaba cumbia y no me arrepiento. Pero la idea es sacarse los prejuicios.”
Al igual que Chancha o El Remolón, que centran su propuesta en la aleación del bit con la consonancia cumbiera, Fauna fue otro de los artistas que dio rienda suelta a su propuesta gracias a Zizek. Color Kit, vocalista y programador del dúo mendocino, evoca: “Teníamos una escuela en cuanto a la programación de drum’n’bass y jungle. Debido a que no son estilos que nacieron acá, quisimos acercarnos a nuestra idiosincrasia y se nos ocurrió que la cumbia podría ser lo que mejor cabía en lo que hacíamos”. Convertida en toda una sensación en apenas año y medio, Kumbia Queers rompió los estereotipos de la movida punk de la que provienen sus integrantes para poner un pie en la pista de baile. “Nos parecía más fresco intentar algo nuevo”, afirma Patricia Pietrafesa, bajista de la agrupación de bailanta Girrrls. “Me parece una maravilla que la gente baile y disfrute con nuestra música. Un recital de este tipo tiene mucha más libertad que uno de rock. Nos vienen a ver muchos rockeros y se liberan. Lo veo más atractivo que el garage o el punk en este momento.”
El mismísimo Pablo Lescano las descubrió en una Zizek. Patricia recuerda: “Luego del show, Pablo se acercó y nos ofreció ayudarnos. Estuvimos compartiendo muchas horas en su estudio y aprendimos muchísimo. Bromeábamos con que ni en el garage hubiéramos conseguido a un productor de semejante envergadura. Lo nuestro tiene mucho de rock y Pablo nos enseñó yeites cumbieros. Es un laburador increíble. Tiene la misma energía en cuanto a producción de Cristian Aldana y Boom Boom Kid, pero creo que le gusta más mezclarse con gente distinta”.
Villa Diamante recrea cómo se produjo la conexión con el creador de la cumbia villera: “Se dio por Toy de Control Machete –altamente recomendable su remix del tema de Justice, One Minute to Midnight titulada One Minute Pal Cumbión–, que vino a tocar al Bafim el año pasado. Zizek era una de las fiestas paralelas del festival. Hizo un set de cumbia y entre el público estaba Lescano. Nos conocimos, lo llevamos a los camerinos y le pasamos material. Siguió viniendo porque se sentía cómodo, fue viendo cosas que le parecieron raras e interesantes. Un día invitamos a Damas Gratis a tocar y semanas más tarde hizo un DJ set muy experimental (en el que estuvieron como espectadores músicos como Andrés Ciro o Sergio Pángaro)”.
Mientras prepara el recital que dará en septiembre con Damas Gratis en el Luna Park, Pablo Lescano le revela al NO qué fue lo que lo trajo hasta el núcleo de la cumbia experimental. “Si estamos hablando de vanguardia, tenés que estar a tono con lo que se oye en la Argentina. Zizek es un sitio en el que puedo escuchar el tipo de experimentos que hacía cinco años atrás y donde además me puedo dar el lujo de ir a tocar. Es mucho más sencillo tocar ahí que en la bailanta, donde son más prejuiciosos. Cada vez que voy, veo a la gente con la mente abierta a escuchar y a aguantarse lo que venga.” El artífice de la banda sonora de El Bonaerense de Pablo Trapero, quien recientemente entró al estudio con el Cadillac Flavio Cianciarulo, recibe con modestia los elogios de una movida teóricamente distante de su obra: “Uno se siente bien cuando le dicen eso”. Sobre el discurso de la bailanta en la Argentina tras la aparición de la cumbia villera, Lescano opina: “Si me pusiera en una actitud crítica, tendríamos que usar varias páginas. Así que sólo te diré que mientras Damas Gratis toque se seguirán diciendo cosas interesantes en la cumbia”.
¿Y a qué le canta la cumbia experimental? “Acá la parte más experimental de la cumbia apunta hacia el tema del mensaje o las drogas. Cada uno le busca su vuelta”, advierte Villa Diamante. Por su parte, Color Kit, de Fauna, reseña: “Después de armar programaciones basadas en cumbias electrónicas y de rimar tal vez sin tanto contenido, nos dimos cuenta de que estábamos metidos en un lío bárbaro. Entonces comenzamos a hacer letras contundentes, con algo que decir. Nuestros temas hablan de mujeres, de pasarla bien, de lo místico, de la maldita policía o de la música en sí”. Al tiempo que las Kumbia Queers en su disco debut, Kumbia Nena (2007), hicieron versiones libres de artistas como Ramones, Madonna o The Cure. “Ali Gua Gua –originaria de México y vocalista del grupo– es una gran letrista. Empezó a jugar con cosas que tenía en la cabeza, a hablar desde el punto de vista de la mujer. Estaba muy curiosa con el léxico argentino. Comenzó a investigar, a preguntar, a rimar. Apuntó cosas de nuestra vida diaria que luego plasmó en las letras. Nuestras canciones son naïf y divertidas, pero no desde la pavada.”
Agrupación Mamanis, el alter ego tropical de Las Manos de Filippi, baja un cambio lírico con respecto a su proyecto hermano. El Cabra, vocalista de ambas agrupaciones, expone: “Por el tipo de ritmo da más para hacer ironía, las canciones de Agrupación Mamanis no son tan enojadas. Acá contamos historias, mientras que el rock de Las Manos es más para putear”. Este laboratorio bailantero, que surgió a partir del Himno del cucumelo, súper hit que popularizó Rodrigo, sirve de nexo entre la propuesta cumbiera de la avanzada mestiza y el palo más experimental. “A partir de Agrupación Mamanis descubrimos que podíamos investigar más a fondo sobre los ritmos porque con Las Manos, debido a su formato, no nos era posible tener un repertorio de cumbia.” Ahora que preparan su segundo larga duración, Mamanis le cedió a Zizek el armado de su disco de remixes. “Lo de los remixes no es lo nuestro, así que dejamos que ellos se encarguen. Ahora preparamos un disco que viene por el lado de la canción infantil.”
Ya sea en su affaire con el minimal, el mashup, el hip hop, el raggamuffin o a través de la manufacturación de un discurso sostenible, la cumbia avant-garde encontró su espacio en la Argentina. “Esto es música de club, donde se tiene en cuenta la pista y en la que cada uno desarrolla su mambo”, dilucida Villa Diamante acerca de Zizek, que además, para celebrar estos dos años, acaba de establecer su propio sello discográfico, ZZK, y ya cuenta con varios títulos, entre ellos el de Fauna, La Manita de Fauna, que próximamente estará en las bateas. “Si bien esta escena va a crecer mucho, no creo que vaya a ser algo tan popular”, plantea Color Kit, del binomio mendocino. “Sin embargo, fenómenos del underground han sido populares. Espero que sea el caso de Zizek y de nosotros.” Patricia Pietrafesa de las Kumbia Queers coincide: “Veo difícil que esto llegue al público bailantero porque son más puristas y tradicionales, creo que hay ciertas cosas que por ahí se escapan de lo que están acostumbrados a escuchar. En México tocamos en un salón de cumbia tradicional y nos veían como extraterrestres. Allá no hay cumbia de vanguardia”. Tampoco en Eslovenia.
Así como Los Auténticos Decadentes o Bersuit despejaron con maravillosas historias la aversión del rock hacia la cumbia, Dick El Demasiado desbarató los prejuicios que la modernidad había erigido para con el ritmo tropical. “Desde el comienzo fui midiendo en la web cómo reaccionaba el público frente a lo que estaba haciendo. Peleaban sobre si lo mío era música electrónica o cumbia. Había mucho desprecio. Pero logré que la gente volteara hacia atrás en lugar de mirar a Puerto Madero”, afirma orgulloso el artista holandés luego de su presentación el sábado pasado en el Súper Zizek. “Es como cuando vas a la casa de alguien y remarcás una mancha de humedad en la pared que esta persona no ve. No es tonto que el que viva allí la ignore, a él le conviene no hacerse cargo de ella nunca más. Hay que aprovechar esas situaciones. En 1966 viví en un barrio de clase media como Acassuso. Ahí la gente cultivaba el gusto por la música europea, y sentía que eso era patético. Aunque, al mismo tiempo, las mucamas y los trabajadores de la calle tenían una fuente cultural autóctona. Lo que pude ofrecer y lo que hice es ser de afuera. Así que asumí ese papel de extranjero y utilicé esa perspectiva.”
Años más tarde, en 2003, organizó en la Argentina la primera edición del festival de cumbia experimental Festicumex y apareció la etiqueta “cumbia experimental”. Dick explica: “Lo llamé así porque me parecía una buena paradoja. Pero cuando inventé el nombre, nunca creí que iba a tomarse tan seriamente y a considerarse una categoría. La cumbia tiene sus leyes, el experimento no. Pensé que se iba a asumir con humor. Ahora que se piensa como un estilo, me parece que se desvirtuó. Y si algo odio son las categorías. Además, no veo mucha experimentación, se puede ir más lejos. Se descubren los mismos programas de computadora al mismo tiempo, y ése es el sufrimiento que padecemos hoy: que todo el mundo tiene los mismos aparatos”. Sobre Zizek como heredero de su legado, el originario de Eindhoven y cuyo nombre real es Dick Verdult (1954), opina: “Corté con el Festicumex cuando la gente pensó que era pura pachanga. Se parece a un festival, pero detrás hay otra construcción. Cuando vas llevando todo esto al baile mecánico, fácilmente se puede gastar. Me refiero a toda esa música digital, al photoshop auditivo. A Zizek lo reconozco como hijo, pero hay mucho todavía por hacer allí”.
Las canciones de Dick ofrecen un gourmet multicultural. “¿Viste los palitos chinos? Pensá que cada uno de ellos es una canción de otro país, una comida de otro lado, un barrio de otro lugar, un libro que leíste en otro lenguaje. Hablo cinco idiomas y me mudé 20 veces. Cuando soltás los palitos, ése soy yo. Es el resultado de tanta absorción. Mis letras intentan agarrar a una persona de la mano, ponerla en confianza y luego darle una ducha fría, que puede ser agradable.” Al tiempo que confiesa su admiración por Pablo Lescano: “Supo desarrollar una arquitectura sonora, aceptó los aparatos, fue a la eficiencia e hizo todo lo necesario para autorretratarse a él y a su entorno. Dentro del hip hop de Los Angeles se refleja el enojo, mientras que en la cumbia villera no. Es una cosa muy bizarra y excepcional. Que alguien haga música de bronca y no lo logre porque hay mucha inocencia en ella, eso es un monumento a la humanidad. Así que hablamos de tres tipos de cumbia: la villera, la del jukebox del baile matraca y la que yo trabajo, que sería como una cosa muy abierta. Podría sonar con arpas, pero no sampleadas”.
Esa mezcla de cumbia, rock, electrónica, folklore y cualquier otro argumento sonoro y cultural presto para la conjunción libertina logró medirlo ante el público de bailanta. “Toqué en Chile como telonero de Chico Trujillo y me querían cortar la cabeza. Una cuarta parte flasheó y el resto me gritaba cosas. Para los que lo vieron fue muy fuerte”, evoca este cantante que ya unió fuerzas en un proyecto discográfico junto a otro europeo que se copó con la cumbia: el alemán Uwe Schmidt, creador del laboratorio Señor Coconut y su Conjunto. “Me buscaba porque quería un tema mío para un compilado (Coconut FM, 2005) en el que también están artistas latinos como Los Pibes Chorros, Gladis, Vanessinha & Alessandra y Tego Calderón. No le escribí porque no quería parecer holandés. Sin embargo, lo descubrió; pero igual me incluyó.” Y es que ahora Dick se dedica a exportar su creación, que lo llevó incluso hasta el prestigioso festival español Sónar y a organizar una versión holandesa del Festicumex: “Inicialmente quería que se abriera la plataforma de la cumbia y luego ver cómo usarla de puente con otros países latinoamericanos”.
El padre de la cumbia lunática, después de cuatro discos editados en la Argentina, prepara para septiembre el lanzamiento de su quinto álbum. “Será un disco doble. Hay material que hice con mi banda, Los Exagerados, y en el Mar Artico. Cuando vi que acá estaba encajando muy bien la cumbia, me pregunté qué sería lo más lejos que podía hacer con ella en la Argentina. Así que pensé grabar un disco en vivo en el vientre del rompehielos Almirante Irízar. Quería yuxtaponer la calidez y el tropicalismo con la brutalidad y la soledad del frío. Pero no lo conseguí. Entonces pensé en ir al otro lado del mundo, al lugar más frío y anticumbiero. Y me fui hasta Arjanguelsk (ciudad rusa ubicada en el Círculo Polar Artico), estuve ahí en febrero, grabé con músicos rusos, balalaikas y todo. Lo bueno del ruso es que lo aplastaron tanto que todo momento de surrealismo lo toma con cariño. Les pasé las pistas más radicales, les dije que no era la cumbia más normal y no se asombraban, conocían el género debido a su trato con Cuba. Esta producción se llamará Laika baila cumbia, y el perrito va a estar en la tapa.”
Después de tocar en diciembre en el Complejo Penitenciario 1 de Ezeiza y de asegurar que con la “cumbia lunática ya voló la distancia a la Luna”, Dick El Demasiado apareció en los créditos del documental Joy Division, de Grant Gee (proyectado en el pasado Bafici), pues cedió la filmación que hizo de un recital que la banda inglesa brindó en 1980 en Eindhoven y que está considerada como una de las de mejor calidad. “Pese a que yo no era de esa generación, su música fue muy bienvenida. En ese momento trabajaba para un programa punk en la televisión holandesa. Fue un recital oscuro, de violencia reprimida y músicos al servicio de algo que te podía aplastar. Ese show tuvo buena iluminación e Ian Curtis sabía buscarse la luz. Tras su suicidio, al resto de los músicos les di la cinta con la condición de que no la explotaran. Pero violaron su palabra y lo usaron para el VHS Once Was the Young Man. Así que Manchester comprobó no ser fiable. Luego de que apareció Control, se les ocurrió hacer este documental. Y me contactaron para usar las imágenes. Como tenían un deadline y sabía que sin mi material iba a ser una estafa, me ofrecieron una suma de dinero respetable. Fue la venganza de la justicia. Al final los cagué.”
Después de que Celso Piña arengara en 2001 el acercamiento del rock mexicano a la cadencia bailantera con su fabuloso disco Barrio Bravo, de que se le rindiera un tributo en 2005 al desaparecido Rigo Tovar con el compilado Rigo es amor y de que artistas como Café Tacuba, Control Machete, El Gran Silencio, Botellita de Jerez o Julieta Venegas ratificaran el affaire entre cumbia y pop, el avant-garde del DF también quiso hurgar en la música tropical. A partir de la experiencia de la ópera prima de Nortec Collective, Tijuana Sessions Vol. 1, o del laboratorio Sonidero Nacional de Toy Hernández de Control Machete, el colectivo Nuevos Ricos se enchufó a la frecuencia. Si bien desde lo musical y estético se dio un paso importante en esta conquista, nadie se atrevió a agitar una nueva forma de discurso hasta que este año Amandititita debutó con su polémico álbum homónimo (editado en la Argentina por Sony & BMG). “Pasó algo similar con Molotov cuando salió su primer disco”, afirma la cantante y compositora. “El odio por mí y mi proyecto empezó a surgir cuando programaron mi tema La Mataviejitas en una emisora de rock. Siento que todavía, pese a la apertura, la cumbia sigue siendo discriminada.”
Con la sonidera como sostén, después de haber pasado por el electropop de Mi Grupo Favorito, Amandititita impulsó la “anarcumbia” como etiqueta y se autoproclamó su reina. “Llamarme anarquista y estar en una disquera transnacional es contradictorio. Pero justamente el concepto tiene que ver con el quiebre de las estructuras”, reflexiona Amanda Lalena, nombre real de la artista mexicana de 28 años. “Una de las cosas que más me gusta de la anarquía es esa idea de ‘sin fronteras ni banderas, ni Dios ni amo’. Tuve que romper con mis propios prejuicios acerca de los medios, de la gente, de hasta dónde puedo permitirme cosas como ser humano. Básicamente la anarquía tiene que ver con eso, aunque lo mío tampoco es que está muy clavado en ese rollo. Simplemente me gustó jugar con la palabra y lo que encierra. Siempre he sido una persona muy rebelde. Este proyecto es un poco así, un poco a contracorriente.”
Más que redimir el socialismo libertario, sus canciones abordan la crítica social y describen situaciones que reflejan la realidad diaria del DF. La cantante de un metro cuarenta y uno de estatura reseña: “Las letras son un reflejo de lo que sucede en México, son canciones que hablan de personajes urbanos. La cumbia siempre estuvo vinculada con este tipo de gente. Aunque esto podría ser rock, anhelaba romper con lo establecido y divertirme”. Recibida en la Sociedad General de Escritores de México, Amanda es hija de Rockdrigo González (figura emblemática del rock mexicano). Antes que desarrollar una carrera musical, la cantante y compositora optó por el mundo literario. “Pesa bastante ser la hija de Rockdrigo”, explica. “No sólo eres la hija de alguien sino la hija de alguien que está muerto y que falleció de una forma trágica –fue una de las víctimas del terremoto de México de 1985–. Lo que sí sé es que los primeros años de un niño definen su personalidad, y a mí me tocó estar en El Chopo, escuchar a Jaime López y El Personal en vez de al grillito Cri-Cri. Y eso naturalmente influye.”
Comparada con Lilly Allen por su lectura del pop y su trato hacia el kitsch, apoyada por el artista plástico español Santiago Sierra e influida por el escritor mexicano Guillermo Fadanelli, Amandititita confía en la trascendencia del fenómeno que desató: “La cultura popular la encasillamos en una serie de ideas. Pero siempre hay mucha inteligencia en el arte, y ahora estamos en un momento de cambio”. Tras el rumor que se corrió sobre el peso que tuvo en ella el tema Cumbiera intelectual de Kevin Johansen, la artista aclara: “A Kevin lo ubico, pero no está entre mis influencias”. Pese a que no conoce la cumbia experimental argentina, aunque sí a las Kumbia Queers, revela su deseo por venir pronto al país para disfrutar de ella: “Me parece interesantísimo poder acercarme a ideas como la de Zizek, pues no pude formar parte de Nuevos Ricos. Como son amigos, quería grabar con ellos y me dijeron que no coincidían con mi rollo. Era importante para mí porque llevan la batuta del underground en México. Si bien mi propuesta es cercana a la suya, no me firmaron y lo terminé haciendo con una transnacional, que al final lo agradezco. Pero si ellos me hubieran dicho que sí, mi vida sería otra”.
* Zizek Urban Beats Club está todos los jueves en Lado B, Niceto Club. Dick El Demasiado se presenta el sábado 28 en la Federación Libertaria Argentina, Brasil 1551.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux