Jue 05.02.2009
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VUELVE LA MOTITO DE LOS MODS

Vespa Not Dead

› Por Luis Paz

Nació en Roma, a finales de los ‘40. En los ‘50 ayudó a reconstruir la Italia de la posguerra (y el posfascismo). En los ‘60 puso a andar al Swinging London. En los ‘70 sirvió para buscar trabajo de ciudad en ciudad en la Europa desocupada. En los ‘80 apareció colgada en los primeros posters melancólicos en gomerías de José C. Paz donde aún se disfrutaba Quadrophenia. En los ‘90 pareció irse como resultado del libre juego de la oferta y la demanda, el libre mercado, la libre inflación, las libres importaciones no declaradas y otras libertades derivadas del menemato y las motos ninja. Pero la Vespa es como el sol: aunque no la vean, siempre está. Ahora, con su modelo GTS 300, vuelve aún más parecida a las avispas, porque no corre sino que vuela bajito.

La GTS 300 trae motor de cuatro válvulas, refrigeración líquida, inyección electrónica y homologación Euro 3 (¿lo qué?). Su cilindrada (278 cc) no sólo la convierte en la Vespa más potente en la historia sino también en el único modelo que costará aquí más de 20 mil pesos. Sin embargo, el comercio de lo vintage que llevó los precios de los viejos VW Beetle por encima de los 5 mil dólares, también infló el precio de estos scooters usados a entre 7 y 15 mil pesos. Así que no hay tanta diferencia. Lo que sí es diferente es la vestimenta al usar la Vespa vintage o la nueva: si se rastrea una vieja joyita en algún taller mecánico, se impone acompañarla con casco blanco y saco de vestir.

Roberto Rivas, que no es taxista sino propietario de la concesionaria de motocicletas más importante del sur conurbano, arriesga que las Vespa se fueron retirando del mercado en los ‘90 porque los motoqueros preferían comprarse una Honda 900 a 10 mil pesos que un scooter a 3 mil. La situación cambió y las motos “grandes” llegaron a los 20 mil dólares, 70 mil pesos argentinos. Por eso la Vespa se había retirado al técnico, para su restauración, a los videoclips (como iconografía) y al garage de Boom Boom Kid. En Capital ya no se usan ni para delivery y en el Conurbano a las Gilera te las dan a pagar en 36 cuotas fijas sin intereses.

Pero la Vespa fue hito del diseño, del transporte y de la cultura mod que registraron los Who. Claro, también fue un hito económico por el cual las bases accedieron al vehículo de uso particular, señal inequívoca de la entrada al siglo XX. Los mods se escapaban de la isla y se europeizaban con ciclomotores italianos, cortes de pelo francorromanos y zapatos escandinavos, mientras los rockers intuían la globalización y adoptaban las Harley Davidson a su American way of life. Así lo documentó George Hickenlooper en Factory Girl (2006), mediante un supuesto encuentro entre Bob Dylan y Edie Sedgwick a bordo de una Harley por las calles de Nueva York. Un buen rockumental ficcionado debería retratar, entonces, a Pete Towshend y Nico a bordo de una Vespa, cruzando el Puente de Londres mientras la campana del Big Ben suena cinco veces.

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