Jueves, 2 de abril de 2009 | Hoy
DE LAS ZONAS LIBERADAS (PARA DESCARGAR MP3) A LOS BLOGGERS QUE VAN EN CANA
Ningún político al que subliminalmente enfocan durante los partidos lo planteó como herramienta de campaña, pero el mapa del título puede armarse a partir de las noticias. Mientras algunos artistas salen con los tapones de punta a pedir control sobre las descargas, otros se niegan a que el download sea tipificado como delito. Pero, por ahora, compartir mp3 puede llevarte derechito a la cárcel. Un preso más... ¿cuántos fans menos?
Por Javier Aguirre
Con menos movileros, con menos morbo, con menos sangre, pero con una cantidad similar de celebridades reclamando mano dura, la sensación de inseguridad que tuestan y doran los noticieros argentinos empieza a tener cierto correlato en el mundo del tráfico de mp3. Sin embargo, la noción de “combatir la piratería” empieza a ponerse ridículamente pesada a partir de que un fan de los Guns’n’Roses va a... ¡ir preso! por haber subido música de la banda a Internet. O sea, los artistas meten presos a sus fans. ¿Axl Rose es un legalista insensible, o un deliberado garca y botonazo? Cuidado a la hora de elegir a tu ídolo: nunca se sabe si el artista que te tatuaste en el hombro y cuya cara ilustra el poster que tenés en tu pieza algún día puede mandarte en cana. ¿Le tocará al blogger que subió mp3 compartir celda con el asesino serial, el violador de niños, el ex ministro que traficó armas...? ¿Aparecerá algún veterano rocker pidiendo pena de muerte para quien cargue o descargue una canción?
No todos los artistas, felizmente, son tan buchones. Algunos músicos –acaso entre bohemios y permisivos– defienden el derecho a descargar música de la Internet, mientras que otros –acaso entre asustadizos y sensatos– se organizan para rediscutir la problemática de los derechos autorales, para mirar hacia el futuro (que, por lo que parece, ya es presente) y para buscarle la vuelta a ese nuevo hábitat en el que vive la música: una computadora... conectada con otra computadora, y con otra, y con otra, y con otra... ¿Llegan los “sátiros del download”? ¿Los “chacales del bittorrent”? ¿Las frases del tipo “Esto con Napster no pasaba”, “Meta bala al que hace portación de iPod” o “A este país le hace falta un Metallica”? Mientras tanto, la Justicia falla. Y cuidado: sienta jurisprudencia.
El blogger Kevin Cogill no va a ser un mártir de la descarga, ni tampoco un asesino serial de los derechos de autor. Pero sí se va a comer seis meses preso por haber subido a su sitio web 9 de las 14 canciones que integraron el disco Chinese Democracy, de Guns’n’Roses, cuatro meses antes de la aparición del álbum en las disquerías. El reo californiano decidió declararse culpable para reducir su condena, luego de un proceso en el que el fiscal –quien señaló que la banda había invertido 17 millones de dólares en ese disco– dejó una frase reveladora: “Hacer que una obra inédita esté disponible para todo el mundo a través de Internet, para que pueda ser copiada sin límite, es probablemente una de las formas más dañinas de violar los derechos de autor; porque una vez que empieza el proceso, se vuelve virtualmente imposible frenarlo”. Para la sentencia se tomó en cuenta la actividad de otras páginas web que levantaron y re–diseminaron las 9 canciones que Cogill había subido, se hicieron cálculos de descargas, y aunque la fiscalía calculó que la banda había perdido más de 2 millones de dólares en concepto de descargas, el número en el que cerraron fue 370 mil dólares.
Las palabras del fiscal Craig Missakian invitan a imaginarlo en una escena de una película de abogados, en la que –por caso– Tom Cruise ruge el emotivo alegato: “Artistas como los Guns’n’Roses pusieron sangre, sudor y lágrimas en el proceso creativo de Chinese Democracy, y este país debe velar por los derechos de esta banda, incluyendo todos los beneficios sociales de su trabajo creativo”. Aplausos, lágrimas, cae el martillito del juez, y que el blogger les mande saludos a los pibes de Alcatraz. Ah, el sitio del convicto Cogill es www.antiquiet.com. Que al menos consiga algo de difusión, che.
¿Algo deja de ser un delito cuando sus presuntas víctimas niegan sentirse perjudicadas? ¿Y qué pasa si una de las partes supuestamente damnificadas (el músico) dice que no hubo delito, pero otra de las partes supuestamente damnificadas (el sello discográfico) dice que sí? Mientras el Departamento de Legales del NO evalúa el caso, es hora de presentar a la FAC, una organización que nuclea a unos cuantos artistas –Ed O’Brien (de Radiohead), David Gilmour (de Pink Floyd), The Verve, Kaiser Chiefs, Travis, Iron Maiden, The Klaxons, Robbie Williams, Annie Lennox y siguen las firmas– que plantean que descargar música desde Internet no debe ser tipificado como delito, y se niegan a que quienes lo hagan sean procesados judicialmente. La iniciativa abre el debate sobre cómo puede un artista defender su trabajo en el ámbito digital, y, como plantea el último comunicado de la FAC: “La persecución de internautas y las restricciones que intenta llevar adelante la industria musical equivalen a tratar de meter la pasta dentífrica otra vez dentro del pomo”.
El fenómeno de las descargas desde Internet transformó para siempre la idea de cómo aprovisionarse de música. Las opiniones van para todos lados y, como en tantos otros órdenes de la vida, un mismo problema trae consecuencias muy distintas para los débiles que para los poderosos: Metallica o Guns’n’Roses patalean por el dinero que pierden por las descargas, al mismo tiempo que miles de artistas del under suben con entusiasmo sus canciones a la web esperando que la descarga a mansalva les otorgue difusión, popularidad, y quizá, beneficios a futuro. Bono, de U2, se preguntó: “¿Cómo hace un compositor de canciones para pagar las cuentas?”, y admitió que no se refería a su caso en particular: “Los que piensan que yo gano más de lo que debería tal vez tengan razón. No parece apropiado que estrellas de rock que son millonarias pidan más dinero, pero alguien debería pensar en los artistas menos conocidos. La música se descarga como si fuera agua, como si no fuera algo sagrado. Alguien va a terminar llamando a la policía”.
Pero no todos tienen tanta preocupación; no parece haber consenso, ni tampoco corporativismo. Proliferan los sellos virtuales con catálogos gratuitos para ser descargados. Revistas, portales y blogs hasta ofrecen “el mp3 del día”. El propio Dhani Harrison (hijo del beatle George Harrison) promueve la creación de un sitio web con toda la obra de los Beatles sólo para descargas, y se resigna, con tono de almacenero: “Estamos perdiendo plata todos los días”. Al mismo tiempo, voces de la industria musical señalan que, acaso como efecto colateral de la Era de la Descarga, los fans gastan más dinero en los shows en vivo que en la música grabada. El negocio está más cerca de la boletería que del estudio de grabación. Es que, en idioma chino, mp3 significa “oportunidad”.
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