CUENTOS BORGEANOS Y LOQUERO TIENEN ALGO EN COMUN
En el nombre del punk
En una esquina, Cuentos Borgeanos, el incipiente proyecto del ex Catupecu Machu Abril Sosa, con sus inclinaciones literarias y el gusto por Nirvana y Green Day. Del otro lado, Loquero, radical banda del radicalísimo Chary, autónoma siempre y aún herida por la muerte del amigo Ricky Espinosa.
Por Javier Aguirre
Once años de carrera, infinitos cambios de formación, giras autogestionadas por el interior y –este año– por Europa, y una extensa producción de casetes, demos, simples, EPs y discos. Pero siempre, cuando se habló de Loquero, se habló de dos cosas: primero, sus semi-célebres presentaciones en cárceles y hospitales psiquiátricos; segundo, su perfil radical a prueba de todo. Con su visceral cantante Chary y la escolta del guitarrista Anteojo, Loquero acaba de editar el EP Atlántida, que contiene out-takes de las sesiones de su disco Fantasy. También tienen listo un disco acústico (Consuelo) y preparan, para enero, una gira por Alemania y España.
–¿Es difícil ser parte de Loquero?
Anteojo: –Hay alrededor de treinta ex integrantes. Muchos sucumbían a las dossemanas, porque no se bancaban la persistencia de ensayos, o esperaban logros rápidos.
–Tocaron en lugares donde no muchos tocan. ¿Por hacer eso deben ser considerados una banda “comprometida”?
Chary: –El que tiene un micrófono y no levanta la voz por los que no tienen nada es un hijo de puta, un traidor. A Loquero no la ven como una banda política... pero deberían. Todo lo que hacemos es política. Aunque no hablemos todo el tiempo de temas sociales, ni puteemos todo el tiempo, la posición está tomada: estamos del lado de los oprimidos, de los que no tienen casa, de los desocupados. Tratamos de hacer cosas que sirvan. Vengo de visitar a una chica fan de Loquero que está en el Borda. Sus padres nos habían pedido que fuéramos. Es algo extramusical que también es política. Somos punks y también hippies. Hippie-punks.
–¿Por qué se va a llamar Consuelo al disco acústico?
Chary: –Alude a un nombre que usamos en un viejo demo, “El que no se consuela es porque no quiere”. Consuelo quiere decir muchas cosas; es irónico, es emotivo. Este año murió un gran amigo, Ricky, y la música es mi consuelo pequeñito para el dolor. Yo quería que él escuchara el tema “Muchachos”, pero justo fuimos a Europa, y nunca lo pudo escuchar. La letra habla de los ex integrantes de la banda, dice: “Hoy me llamó Ricky/ y me dijo lo difícil que es/ era mucho más fácil claudicar”. No somos una banda muy Flema, pero él era mi amigo. Consuelo no es conformismo sino energía: todavía puedo hacer cosas. n
lCuando, sin reproches, el baterista Abril Sosa acordó con los hermanos Ruiz Díaz su desvinculación de Catupecu Machu, un motivo parecía cantado: diez años menor que ellos, sex-symbol para las fans del trío, dejaba los parches para cantar y tocar la guitarra en “búsqueda de más protagonismo”, o algo así. Días antes de anunciar su salida de Catupecu, Abril había revelado en este suplemento que estaba cansado de la música y que prefería la literatura. Pero, semanas después, rearmó su vieja banda lúdico-paralela Cuentos Borgeanos, y con sólo dos shows con la nueva formación (Diego James en guitarra, Agustín Rocino en bajo, Lucas Hernández en batería y Abril en voz y guitarra), grabó y editó un disco independiente, Fantasmas de lo nuevo. Y lejos de seguir la senda de ruptura explícita de Catupecu, Cuentos Borgeanos se mostraba como una banda de género: punk.
–¿Cuentos Borgeanos es más simple que Catupecu?
–La música de Catupecu no se podría definir, busca algo que nunca se escuchó. Cuentos Borgeanos es punk. Siempre me gustó el punk; Bad Religion, Nirvana, Green Day... ¡El punk es tan simple! Es sacar la música afuera. Para mí la música –el arte– es un medio hacia otra cosa. El punk es muy directo, más allá de que en Cuentos Borgeanos las letras tengan una búsqueda y sean más complejas que la música. No son las letras de 2 Minutos.
–Entonces, ¿te “reconciliaste” con la música?
–Yo estaba divorciado de la música. No tenía ganas de tocar, escribía y estaba en cafés literarios... Hasta que la música misma me llevó a seguir tocando. Me preguntaban por Cuentos Borgeanos, y un instrumento nuevo, la guitarra, me daba aire para tocar. Fue todo muy rápido, dos semanas después de haberme ido de Catupecu ya estábamos ensayando. Rompí contrato con EMI, nos unimos a la Unión de Músicos Independientes y entramos a estudio. Un disco es la tarjeta de presentación de una banda.
–¿Por qué lo hiciste?
–Mi salida de Catupecu pareció repentina, pero en mi interior fue un largo proceso: ellos estaban allá; y yo, acá. Escuché Cuadros dentro de cuadros en una disquería; tiene vigor y es muy oscuro, como un libro de Dostoievski. Me confirma que estábamos lejos. Cuando me dicen en la calle: “Eh, loco, Catupecu, la guita, te fuiste...”, yo me paro y les explico: no se hace arte para ganar plata. Si, para la compañía, la música es un comercio, bueno. Pero para el artista... no. Catupecu es exitoso porque nunca se propuso ganar plata. Yo, tampoco. No toco en una banda para comprarme un auto y ser famoso. Además, los libros están cada vez más baratos. n
Cuentos Borgeanos se presenta el viernes 13 de diciembre en el Whisky A-Go-Go, Rivadavia 1910.