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Jueves, 26 de enero de 2012

CAFUNDó Y LOS REDOBLES DE LA CULTURA POPULAR

Bloco (tu forma de ser)

El colectivo de percusión realiza talleres y performances que mezclan al samba reggae con dilemas socioculturales locales. Y le dan tan duro al tuc tucu tuc tu tú que este febrero irán a tocar al Carnaval de Bahía.

 Por Brian Majlin

Dicen que nació de los africanos que llegaron a las costas brasileñas, esos que fueron arriados y esclavizados primero, y negados y silenciados después. Que, contrario a ese silencio y en un ritual popular, creció un rugido de identidad al compás de repiques, surdos y tambores de diferente tenor y color. Se apoderó de algunos barrios primero, y de las calles de la ciudad después. Y copó Bahía. Y copó Brasil. Y llegó a la Argentina. En plena Ciudad de Buenos Aires, en el límite borroso entre Caballito y Flores, veinte personas le dan al tuc tucu tuc tu tú. Llevan un control preciso, sudan grueso y descargan su shock enérgico. Hay, entre ellos, dos profesores de Cafundó, un bloco de samba reggae que nació hace ya casi dos años y creció al ritmo de los tambores desde las pruebas “con amigos y conocidos” de aquella primera formación de cuatro, a este colectivo de 17 músicos desgranando notas en conjunto, que además tiene talleres propios.

“Todos son vitales, por menos notas que toquen”, explica Ezequiel Szusterman, uno de los directores. Los otros dos, Lucas Wilders Y Pablo Belmes, asienten. Sólo falta Matías Fernández Levi. Juntos comenzaron en 2010 y hoy tienen más de 130 alumnos. “Hay un boom con la percusión”, explica Pablo, y destaca que “muchos no saben qué vienen a hacer, a nivel género musical, pero sí que es percusión”. Ezequiel confirma: “El samba reggae les cabe después de conocerlo”. Este ritmo es primo de los blocos africanos de principios del siglo pasado. Con su tradición callejera y negra, nacieron incluso prohibiendo a los blancos para reivindicarse por su antigua persecución. Las cosas han cambiado. En la Argentina, Cafundó se ubica en la continuidad de esa expresión sociocultural, con otros dilemas.

“La formación folklórica vino con mis viajes a Brasil”, cuenta Ezequiel, que en uno de ellos estrechó lazos con Pacote, director de la emblemática escuela Olodum y que, además, ha venido a dar talleres en los últimos años. “El le dice ‘el hermano blanco’”, ríen Pablo y Lucas. “Y yo le digo ‘hermano negro’”, bromea Ezequiel. En lo que no hay chistes es en la trascendencia del encuentro: este febrero, Cafundó irá al Carnaval de Bahía 2012, el evento callejero más grande a nivel mundial. “Es como ir al Mundial”, explica Ezequiel. “Ya me imagino en esas calles empedradas, bajando con los tambores colgados y la gente bailando”, grafica Pablo.

Para este año sueñan con talleres para chicos y con más toques en parques y festivales. Todo, explican, lo hacen en base a “charlas extensas”. Y si bien ellos llevan la voz cantante, “el respeto mutuo como personas y músicos” hace que la banda vaya para el mismo lado. “Si uno tira un paso, lo seguimos”, ejemplifican.

La mixtura de la música con los cuerpos atrapa. Esa virtud, junto a la del boom de la percusión y quizás una pizca de originalidad, de “mostrar algo que no se conoce acá”, como explica Lucas, son la combinación que da flote a Cafundó. “Si hubiera viajado a Cuba, capaz hacíamos rumba”, se sincera Ezequiel, aunque enseguida rectifica: “En Bahía me pareció alucinante la energía que mueve el samba reggae. La mezcla de percusión, danza, desfile, agite y el espíritu de unión”. “Este género vincula gente. Se arma una gran movida sociocultural”, dice Pablo. “Es una gran familia”, cierran orgullosos los popes de Cafundó, antes de su debut mundial.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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