MAX CAVALERA NO CHILLA, PERO BLASFEMA CONTRA EL ACTUAL Nü METAL
Dueño de una impronta atronadora, sello del thrash metal, viene con Soulfly a defender su propia voz, su propia imagen y sus canciones. “Me gustan los comienzos del nü metal, Korn, Deftones, System Of A Down, algo de Slipknot. Después se puso todo muy pop”, dice.
› Por Mario Yannoulas
“Mi voz es una marca registrada”, dice Max. Al otro lado del teléfono, la cosa no lo parece tanto: lo que se escucha es un hombre sereno, de voz clara y amable. Está en Australia, a un par de horas de subirse al escenario al frente de Cavalera Conspiracy, el grupo que armó junto a su hermano –el indispensable baterista Igor– en una reconciliación pública y prolífica, como la renovación de un pacto de sangre tras años sin hablarse luego de la salida de Max de Sepultura. “Mi voz es única, por eso la gente la escucha y a la primera nota sabe que el que canta es Max. Es lo que quise desde el principio, para mí siempre fue mucho más importante sonar original que saber cómo cantar, nunca me preocupé por aprender a cantar adecuadamente, ser afinado y toda esa huevada. Lo que quería era que la gente me escuchara y me reconociera. Soulfly también tiene eso, incluso en los discos más extremos. Me gusta eso, tener una identidad en el mundo, nuestra propia voz, nuestra propia cara y nuestro propio estilo. Nos enorgullece”, se amplifica el guitarrista y cantante.
La voz de Max al otro lado del teléfono es rotundamente distinta de la que ruge detrás de los micrófonos: lo hizo con Sepultura, y lo hace con Soulfly y Cavalera Conspiracy, sus sociedades presentes. Su marca es distintiva aun cuando, rodeado siempre de distintos músicos, haya incursionado en diferentes aristas del heavy metal, explorando la paleta de colores –variedades de negro– que el género ofrece. Un músico siempre inquieto, que ha hecho sus aportes más originales junto a Sepultura, pero supo mantenerse vigente con la formación de Soulfly en 1997, y hace poco revitalizó una sociedad irresistible junto a su hermano. También tendió puentes con tantos otros músicos, incluso con algunos que descubrió que no le caían bien, como Fred Durst, de Limp Bizkit.
Del death metal de Beneath the Remains al thrash de Arise, del groove industrial de Chaos A.D. al nü metal tribal de Roots, todos con Sepultura, y todos con más que resultados dignos. Luego con las fluctuaciones de Soulfly, heredero del tufo nü metal de lo último de Sepultura, pero que ha ido transformándose con el tiempo hasta llegar a Enslaved, su octavo trabajo de estudio, un disco que gira alrededor de la cuestión de la esclavitud, que sale en dos semanas y del que se espera algún adelanto en Flores. “Lo de la esclavitud es una vieja idea que me da vueltas desde que hicimos Roots con Sepultura. Quince años después me pareció interesante aplicarla, me gusta esto de usar un tópico para construir un álbum, no es algo tan común. Es poderoso, es pesado... es Soulfly, ¿sabés?”, concede el brasileño desde la habitación de hotel que comparte con su esposa y manager personal en Australia, donde participa de una serie de conciertos junto a los reaparecidos Soundgarden.
–Va a ser todavía más rápido. Hay canciones realmente veloces, y eso es porque (el baterista) David Kinkade es rapidísimo con el doble bombo. Hay auténticas canciones death metal, un sonido más cercano a Morbid Angel o Suffocation, la clase de música que escuchaba cuando era más chico. Me entusiasma hacer un disco así en este momento de mi carrera, siempre quise lograr algo tan extremo con Soulfly, pero no tenía el baterista adecuado. David les hizo muy bien a las canciones.
–Sí. Tenía la idea de hacer un disco con sonido death metal, pero sin letras satánicas, porque las letras de Enslaved son políticas antes que satánicas, y esa combinación me resulta interesante. Es un retorno a algunas de mis raíces más antiguas, a lo que escuchaba cuando empezamos con Sepultura: Morbid Angel, Death, Decide, Suffocation, Cannibal Corpse, Possessed, Dark Angel.
–Sí. Todo se empezó a pudrir cuando aparecieron estas bandas pop como Limp Bizkit o Linkin Park. Me gustan los comienzos del nü metal, lo primero de Korn, Deftones, System Of A Down, algo de Slipknot. Después se puso todo muy pop, sobre todo con Linkin Park... pelo corto, teclados, música muy pop, más rap que heavy metal, eso no es para mí: me gusta el metal brutal. En realidad, Soulfly empezó a correrse del nü metal con el disco Dark Ages, que fue un viaje al estilo más hardcore thrash, y Conquer creo que ya fue más brutal metal, hasta tiene la canción Blood Fire War Hate, con David Vincent de Morbid Angel. Después, como decís, Omen fue una descarga más hardcore. La carrera de Soulfly sigue, ahora con material más death metal, más extremo.
* Soulfly se presenta el jueves 1º de marzo desde las 19 en El Teatro de Flores, Av. Rivadavia 7806.
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