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Jueves, 20 de septiembre de 2012

BLONDE REDHEAD

Una banda en eterno amanecer

Desde la primavera noise neoyorquina de la que formó parte la banda hasta la actualidad, pasaron muchas cosas. Todo llega.

 Por Facundo Enrique Soler

La música de Blonde Redhead es la mejor manera de expresar con detalle cada etapa de una carrera con casi dos décadas de trayectoria desde un arranque a la par de Sonic Youth y un presente como referente del rock experimental de culto. Es que desde la primavera noise neoyorquina de la que formó parte la banda hasta la actualidad, pasaron muchas cosas (accidentes permanentes, cambios de formaciones y búsquedas musicales) y tras ocho discos de estudio ese legado llegará por primera vez a Argentina el 29 de septiembre en el escenario de Niceto Club.

El trío formado por la japonesa Kazu Makino y los gemelos italianos Amedeo y Simone Pace siempre encontró la manera de documentar con melodías cada capítulo de una larga historia con la que tranquilamente un cineasta podría llevar a la pantalla grande la evolución de un grupo sin miedo al experimento constante, por más oscura que esta práctica pueda llegar a ser. “La evolución es algo que nunca elegís pero siempre termina sucediendo”, responde Makino por teléfono al NO mientras camina por las calles de Nueva York y pide disculpas por los ruidos de los camiones que pasan a su lado a toda velocidad. “Soy consciente de la diversidad de momentos que nos tocó vivir, pero no creo que hayamos terminado de crecer.” La cantante y guitarrista de Blonde Redhead tiene una historia trágica en relación con la equitación, su otra pasión. En 2002 mientras andaba a caballo, una actividad familiar para ella, se cayó y recibió una serie de pisadas que le rompieron la mandíbula y varios huesos faciales, sometiéndola a un largo y complicado proceso de cirugía y rehabilitación con mucho trauma incluido. Pero ni el dolor físico o psicológico de tener su cara totalmente desfigurada se comparaba con la inhabilitación de subir a un escenario a tocar o entrar a un estudio a grabar. “No podía mover la boca porque la tenía repleta de alambres, pero seguía con más ganas de cantar que nunca, no me importaba en lo más mínimo el dolor”, recuerda Makino. “Lo importante era sentarse a escribir.” En base a esa experiencia traumática surgió Misery is a Butterfly (2004) el sexto disco de Blonde Redhead, un quiebre en su cultura noise para ingresar a un viaje oscuro por todos los dramas que les tocó vivir desde el accidente y el padre sonoro de 23 y Penny Sparkle, sus siguiente placas. El nuevo sonido significó un cambio absoluto en su carrera desde lo lírico hasta lo melódico. “No me pidas que mida la diferencia entre una etapa y la otra por más que exista, nunca comparamos nuestros diferentes momentos”, impone la cantante. “Simplemente es hermoso ve cómo las cosas cambian.”

Calma pueblo

Aunque la formación de Kazu Makino fue en la ciudad de Nueva York, su lugar de nacimiento es Kyoto, Japón, una de las tantas otras localidades afectadas por el tsunami que el 11 de marzo del año pasado se llevó más de 15 mil vidas. La cantante y guitarrista se vio conmovida por el dolor de su pueblo de origen y por eso organizó We Are The Work In Progress, un compilado de música a beneficio con un verdadero seleccionado de artistas de la talle de Deerhunter, Interpol, Four Tet y los mismos Blonde Redhead, entre otros. “Se siente el espíritu de ‘trabajo en progreso’, cuando escuchás cada canción encontrás la relación con la siguiente”, aseguró Makino en un comunicado de prensa acerca de la placa, editada por Asa Wa Karu, su propio sello, que en japonés significa “el amanecer llegará”.

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