Jueves, 29 de noviembre de 2012 | Hoy
BELéN ZáRATE, ABUELA A LOS 35
Belén tuvo una hija a los 16 años y la nena, que se llama Ayelén, quedó embarazada a los 19. Resultado: es abuela desde los 35. Cómo dar un look flogger antes que jubilada de la Anses.
Por José Totah
Hay que olvidarse de todo lo que se espera de una charla con una abuela. No vamos a entrevistar a la típica viejita que se queja del dolor de cadera, ni de la jubilación que cobra a fin de mes. No hay piel escamosa, ni artrosis galopante, ni bastón, ni mirada empañada por todo lo que no pudo ser. La abuelita que nos encontramos en la esquina de Teodoro García y Conde, en Colegiales, tiene 37 años recién cumplidos y es una bella morocha con flequillo rollinguero; y, aunque su nieto está cerca de los dos años, parece recién salida de la adolescencia. O quizá la está viviendo ahora, con un delay de casi dos décadas. Esta es la historia de Belén Zárate.
Hay un par de preguntas muy bobas que es inevitable hacerse cuando se tiene enfrente a una abuela de treinta y pico. Lo primero es sacar cuentas (al principio nunca dan los números) para entender cómo hizo para llegar a abuela tan rápido. Y también: ¿cobra algún tipo de jubilación por portación de abuelazgo?, ¿escucha música de viejo, tipo Julio Iglesias, José Luis Perales y Juan “Corazón” Ramón, o se copa con lo que su hija se baja de Internet?, ¿qué cara le ponen sus pretendientes cuando, en una primera cita, confiesa que es abuela?, ¿ya tuvo los primeros achaques?
Belén pasó su infancia en Victoria, provincia de Buenos Aires, y quedó embarazada de su primer novio a los 15 años. A su madre, Juana, le costó aceptarlo, pero Belén la quiso tener de todos modos, aunque tuvo que casarse para aliviar un poco la presión: “Ayelén era mi muñequita y tomé la decisión de dedicarme a ella; era como un juego: casarme y tener un bebé”, recuerda hoy.
El matrimonio duró ocho años. “Llevaba un ritmo súper tranquilo y sé que me perdí algunas cosas, como salir más o irme de vacaciones con amigas. Viví muy rápido, pero no me arrepiento de nada”, se sincera.
En el año 2000, con 24 años y ya separada, la protagonista de esta historia se volvió a enamorar y de esa relación nacieron Pilar (que hoy tiene 10 años) y Benjamín (que cuenta dos años y nueve meses). Pero la cosa terminó mal y se volvió a separar. “Para mí, las cosas tienen fecha de vencimiento”, dice. “Todo lo que me pasó en la vida me lo busqué”, sostiene, en un café medio tristón sobre Federico Lacroze.
Al mismo tiempo, como si ser madre antes de los 20 se hubiera convertido en un mandato de fertilidad familiar, Ayelén tuvo a Janah a los 19 y convirtió a Belén en abuela con sólo 35 años. Todo quedó bastante patas para arriba, porque Benjamín se calzó el traje de tío a los 9 meses. “Hoy Benja y Janah pasean en un carrito de gemelos, pero son tío y sobrina”, explica Belén, cuya madre, la bisabuela de Janah, tiene 62; y cuya abuela, a su vez tatarabuela de Janah, tiene 79. A esta altura hay que dejar de hacer números porque la cosa no deja de complicarse. Ninguna novela de la tarde podría tener tanta trama como esta historia.
Con Belén y Ayelén también se da cierta confusión, porque casi no se nota que son madre e hija: si uno mira las fotos de Facebook, parecen dos floggers precoces y muy bonitas subiendo fotos en la previa de un sábado por la noche. “Todos nos dicen que parecemos hermanas”, se ríe, y cuenta que siempre apoyó a Ayelén cuando quedó embarazada. “Se enamoró y yo no me quise meter; ahora está peleada con el novio desde hace tres meses y vivimos juntas”, afirma. Madre e hija crían juntas a sus chicos en un departamento de Martínez. “A Benjamín lo puedo retar, pero a mi nieta me cuesta mucho más”, asegura Belén, que de lunes a viernes trabaja en un jardín terapéutico. Cuando llega el fin de semana, prefiere quedarse en casa y disfrutar del remolino infantil, con un buen kilo de helado y viendo pelis en la cama. Escucha música que le gusta a Ayelén, como Maroon 5 (y algunos grupos de rock de acá, como Lache), y disfrutan juntas de bandas noventosas, a lo Depeche Mode y Roxette. “¿No se asustan en una primera cita cuando les decís que sos abuela?”, es la pregunta obligada. “Ya con decir que sos madre se te complica, imaginate si confesás que sos abuela”, contesta entre risas, pero jura que nunca miente en estas cuestiones. Y, hay que admitirlo, del lado masculino también debe tener su morbo.
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