Jueves, 9 de abril de 2015 | Hoy
CUARTA ENTREGA DE BANDA DE LA MUERTE
Sinceridad, amplitud e intensidad en 8894, producido por Jack Endino.
Por Mario Yannoulas
La historia de 8894 empezó hace tres años, en Birmingham, durante la primera gira europea de Banda de la Muerte, cuando Tony Reed, guitarrista de Stone Axe, habló sobre lo que acababa de escuchar: “Me hicieron acordar a las bandas de Seattle antes de Nirvana”. Quedó eso en la cabeza de Xon, y cuando hubo más de media hora de música para meter en un disco, no dudó en convocar al gringo Jack Endino para producir el cuarto álbum del grupo. Claro, el CV de Endino incluye nada menos que Bleach, la ópera prima de Nirvana, ese diamante en bruto previo al cruce con Butch Vig. “Grabó muchos de mis discos favoritos, el resultado iba a gustar. El mayor logro fue que, de no habernos grabado él, no sonaría a nosotros, y sin embargo está a la altura de un estándar internacional”, devuelve el cantante y guitarrista.
El nombre del nuevo disco del cuarteto parece ocultar algo, cuando en verdad es más bien sencillo: las cifras comprenden lo que, en la consideración de sus músicos, marca el comienzo y el ocaso de la “Década del ‘90” como concepto. “En ese tiempo llegó a ser conocida un montón de música que nos influenció. Cuando le contábamos a alguien que nos gusta la música de los ‘90, nos salían con Limp Bizkit, cualquier cosa. Y nosotros respondíamos: ‘No, flaco, los ‘90 van del ‘88 al ‘94’”.
Sus influencias jamás fueron una incógnita, ni por lo áspero del sonido, ni por las confidencias de sus protagonistas, que persiguen la originalidad a través de cierta amplitud. “Desde hardcore hasta alguna otra cosa”, sigue Xon. “Estamos orgullosos de la música que escuchamos, además de que no le robamos nada a nadie, tratamos activamente de no parecernos. Hay grupos que siguen un ejemplo muy marcado, y está muy bien; nosotros queremos agarrar una idea y procesarla, como si fuera un tema de Kyuss tocado por Sonic Youth.”
La sinceridad que, según expresan, es el máximo atributo final del disco, tiene parcialmente que ver con el aporte de Endino, quien había recibido algunos demos vía web, y luego personalmente. De sus dos semanas en la Argentina, el productor pasó una en El Attic, el estudio de General Rodríguez: lo llevaron diez minutos a Luján, sacó dos fotos, y pidió volver al trabajo. “No le interesaba ir a ningún lado, labura muy fuerte, un día estuvo 14 horas seguidas en el estudio, y quería seguir. Grabábamos en vivo, después de tres tomas nos hacía escuchar y nos daba una devolución. ‘Tenemos ésta que está OK’, decía. ‘Pero sólo está bien... vamos a hacer una más’. Así sacó nuestra mejor versión. Es muy respetuoso, se caracteriza por capturar el sonido de la banda en un momento, y eso se ve. De hecho, habíamos llevado equipos prestados, como para darle opciones, pero el chabón terminó eligiendo nuestro sonido, conservar la identidad, aun cuando había equipos más caros. Eso es brillante.”
El trabajo de Banda de la Muerte en sus siete años también abarca el espacio en el que, a su manera, favorecen el afianzamiento de una escena. De eso se trata el Club de la Muerte, ciclo presto a cumplir una docena de noches, y en el que se involucraron grupos como Los Antiguos, Sutrah o Buffalo. “Buscamos tocar con bandas que nos gustan musical y humanamente. También poder mostrar lo que hacemos en lugares copados, con buen sonido y un estándar alto. Brindar una buena experiencia, que ver una banda no signifique estar en un lugar horrible”, destaca el cantante. “Por lo general, son bandas intensas, con fuerza, algo que no hay en lo común del rock nacional. Hoy le dicen ‘stoner rock’ a cualquier banda que toque con distorsión y afine abajo de 440, pero si vamos a lo específico, hay un abanico muy amplio de bandas en la escena de Buenos Aires.”
* Miércoles 15 en The Roxy, Niceto Vega 5542. A las 21.
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