Dispuestos a tomar Buenos Aires por asalto, pero en shorcito de fútbol y calzas, Los Rusos Hijos de Puta destapan la olla en La rabia que sentimos es el amor que nos quitan, donde firman La federal, hit inmediato y futuro, síntesis de El Mató y Flema: “Entonces te veo a vos, entre el humo y los ortibas. Nos acostamos en el asfalto, lo hacemos en el asfalto”. /// Si de rabia se trata, los del clan pos hardcore Deny quiebran sus voces hasta estallar en Invencible, que los corona como benjamines de la sensibilidad triggeada. /// Groovero y fasero aparece Climax, de la orquesta blanca de música negra Militantes del Climax: hip hop, funk, arreglos soul y espesas nubes de mota patinan un aguerrido y musical disco con un gran doble flow desatado. /// Para Otro Mambo, su verso “Nunca dudés, Sebastián, si es flor o paragua” y el título de su disco (Vaya con locura) podían conjugarse con su nombre y que el faso quedara como único jeite, pero el grupo muestra que también ha puesto un buen compost en su maceta de canciones. /// Como “Ya Está Todo Inventado”, los YETI se comportan como tales en Payasos en la oscuridad: aprietan risas desde fuera de los reflectores, con las patas en el Río, los pulmones como un fueye tanguero y el corazón en compota /// En Todos los perros del mundo vienen a cagar a mi vereda, de Melisa Sansotta, los personajes de sus cuentos (¿o siempre es ella?) se roban un roquefort de un súper chino o son tetonas que ajustician a los piroperos de andamio y el amor puede llegar en medio de una partida de Angry Birds /// Ni del todo noña ni del todo periodista ajena, Juliana Rodríguez indaga en la nerdencia cordobesa en Super Freak (Incursiones por el lado B de Córdoba): crónicas de zombies caminantes, convenciones de cómic, medievalistas, cosplayers y rollerderbiers (¿?) con acento, en otro título de Caballo Negro Editora.