LOS PANTALONES MOJADOS DEL FORTUNA ITUZAINGó
Un club barrial cordobés apadrinado por los Die Toten Hosen y el Fortuna Düsseldorf.
› Por Juan Ignacio Provéndola
De pibe, Alejandro escuchaba punk rock y tocaba la guitarra en una bandita de la zona. A los hijos varones les puso Ciro y Mariano, como Pertusi y Martínez. Y su casa se identifica fácilmente en el barrio: es en la que suena Die Toten Hosen al palo. Una historia común y corriente. Si no fuera porque no sucedió en capital, el conurbano o Rosario. ¿Cómo es que fue a dar el punk al medio de las sierras cordobesas, fortaleza universal del cuarteto? “Un primo más grande me habilitó con discos y casetes que conseguía en subsuelo de galerías de Buenos Aires. Así es como llegué, porque la mayoría de los amigos son cuarteteros. Yo soy el raro, el que escucha esa música ‘con ruido a lata’”, cuenta Ale Mansilla.
Ituzaingó es uno de los barrios más poblados de las afueras de Córdoba capital. Las preferencias son diversas, pero hay algo que afina al vecindario más allá de la música: “A todos nos gusta el fútbol; mirarlo y jugarlo”, jura Ale. El terreno que está enfrente de su casa da cuenta. Ahí, hace más de 20 años, su viejo armó Los 11 Corazones, un cuadro de barrio que jugaba todos los fines de semana contra quien pintara. Ahora, Ale lo usa como base para el Fortuna Ituzaingó, una movida que mezcla a los Die Toten Hosen con 60 pibitos cordobeses corriendo atrás de una pelota. En Ituzaingó, cualquier sitio parece apto para que ocurran cosas como éstas.
Ale conoció a los Hosen de casualidad: fue a ver a los Ramones a River (en el último show de los Monchos en su historia, el 16/3/96) y se encontró con los alemanes de teloneros. “Me fascinaron. Tenía poco material de ellos, porque a Córdoba no llegaba nada, pero a partir de entonces empecé a buscar todo lo que me faltaba. Y a conocer su historia.” Entre recortes y entrevistas, apareció el Fortuna Düsseldorf, el pequeño equipo de la ciudad natal de los Hosen, al que la banda salvó de la quiebra y ahora apoya con locura y pasión. En homenaje, Ale decidió bautizar Fortuna Ituzaingó a su propio proyecto futbolístico. Fue fundado en 2013 y desde ese entonces no para de acumular talentos precoces de los suburbios cordobeses.
“Al principio ninguno de los pibes entendía nada del nombre, a pesar de que me esmeraba en explicarles. Ellos sólo querían jugar. Recién al tiempo se interesaron en la historia”, dice Ale, líder espiritual junto a Isabel, su esposa. Empezaron con amistosos y luego armaron torneos barriales. La expansión del Fortuna cordobé parecía no tener límites. Un día cayó un mensaje desde Düsseldorf. “Se estaba hablando de su Fortuna y no entendían nada”, supone Ale. Les pidieron una dirección postal y al poco tiempo llegaron pelotas, camisetas y hasta golosinas. Los alemanes asumieron el padrinazgo y hasta los Hosen enviaron mensajes de alegría y agradecimiento.
Ahora el Fortuna Ituzaingó participa de ligas y campeonatos más largos, además de ir adonde los inviten. Por ejemplo, al predio de Talleres, uno de los emblemas del fútbol cordobés. Como no tienen micro, cada pibe se paga su boleto de bondi. En el club organizan movidas para juntar un billete, como los FortunaFest, en los que participan bandas del barrio. “Los que mantienen vivo al proyecto son el rock de la zona y los alemanes”, afirma Ale. Hace un tiempito, el Fortuna Düsseldorf mandó un video con mensajes del plantel. Juanan, uno de sus referentes, dijo: “Si entrenan duro, ¿quién sabe? A lo mejor un día pueden estar acá”. La esperanza se activó en todo el barrio de Ituzaingó. Y el punk, increíblemente, activó una bandera impensada: la del “Yes Future”.
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