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Jueves, 4 de febrero de 2016

No vives de ensalada

El hardcore punk de Washington DC en la historia de la furia.

 Por Mario Yannoulas

Sí, Salad Days se llama una canción de Minor Threat, la última de su EP póstumo igualmente titulado. Hacían uso ahí de una expresión común en Estados Unidos para remitirse a una época de juventud llena de entusiasmo e inocencia que, según la letra, se había pulverizado. Sin caer en la melancolía del tempus fugit, ese estado de inocencia es el que quiso retratar el realizador audiovisual Scott Crawford en un documental también llamado de la misma forma, al concentrarse en la escena hardcore punk de Washington DC durante la década del ‘80.

La primera misión de Crawford en Salad Days (2014) –que ya pasó por el último Bafici y ahora reestrenó en Bama Cine Arte– es probar la fertilidad del terreno en ese momento específico. Las banderas del primer punk parecían caer, y en el panorama fantasmal de las noches del DC todavía había pibes que querían usar distorsión, tocar cada vez más rápido y ser sinceros, sobre todo después de ver a Bad Brains. Después, poner sobre la mesa otro pilar del movimiento: la autogestión. Es inevitable escuchar a Ian MacKaye, en tanto miembro de bandas esenciales como Teen Idles, Minor Threat, Embrace y Fugazi, pero también como co-fundador de Dischord Records, sello vientre de la escena por circunstancias e ideología: precios bajos y cero videoclips. Un modelo a contrapelo de la ética MTV.

En los rockumentales, nadie cabecea centros como Henry Rollins, y acá lo hace de nuevo, porque con Black Flag fue contemporáneo de la movida desde la costa oeste. Sin pretensiones épicas, la peli deja picando la idea de que, aunque se trató de un movimiento conscientemente marginal –muchas veces anti-masivo–, todo aquel aguante de los ‘80 en el DC y sus distintas etapas (la explosión juvenil, la invasión skinhead, el renacer con Fugazi) fueron el eslabón que unió al punk de los ‘70 con el grunge. Para eso asoma otro abonado, Dave Grohl, que es elocuente respecto de la influencia del punk DIY en el Nirvana de Nevermind. Si Cobain tomó el loud-quiet-loud de los Pixies para Smells Like Teen Spirit, también aprendió de la distorsión y la forma de tocar de estos chicos de los barrios lindos del DC.

Y en el medio, se relativiza la brecha ideológica que enfrentaba al abstencionismo tóxico de los straight edge, que encarnó Minor Threat, con los bent edge –Black Market Baby, por caso–, y aparecen los primeros pasos del emocore. Nada mal para una noche de verano.

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