Jueves, 4 de febrero de 2016 | Hoy
PELíCULAS EN PANTALLA
Por Luis Paz
Lo clásico: la nueva de Tarantino apareja thriller y western, tiene música de Morricone, orilla la guerra de secesión, pone en el centro una carta de Lincoln, vuelve a la dinámica Adivina quién de Perros de la calle, admite muertes brutales, suma actores en Quentin-recurrencia (Samuel L. Jackson inalcanzable, Tim Roth impecable, Michael Madsen espeso) y rescata a Kurt Russell para un papel icónico. Y lo moderno: el desapego por la corrección política al meter racismo, sexismo y clasismo sin parar a pedir permiso. Si muestra conflictos de grupo y exige sangre para remediarlos, es Tarantino.
De El Padrino a la comedia romántica Mickey Ojos Azules y de Scarface a Una terapia peligrosa, a toda hora aparecen películas que buscan apearse a una a menudo insólita tradición de cine de gángsters. A Leyenda no le da por su remañida historia de amor, que la vuelve una telenovela de época “basada en hechos reales”, pero tiene sus chistes: pasa en Londres en los ‘60 y no en Estados Unidos en los ‘30, sin un italoamericano en el protagónico y con el inglés Tom Hardy haciendo a ambos gemelos Kray, capos del hampa londinense: el fachero-chamuyero-robertocarliano Reggie y el sádico y memorable Ronnie.
El CV del director Ericson Core –el tipo con más nombre de smartphone en la historia– amuchaba antecedentes en dirección de fotografía, y se nota: las locaciones son lo único notable de su remake de Punto límite, aquel pequeño entrañable film que Keanu Reeves y Patrick Swayze protagonizaron en 1991. En aquélla, Bodhi era un musculoso y blondo gesto político junto a los Ex Presidentes y Johnny Utah un investigador modelo; carne ambos de una lucha ideológica por debajo del neoprene. Pero la nueva es una huevada new age sobre salvar al mundo haciéndose mierda con un snowboard contra una roca.
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