Jueves, 10 de marzo de 2016 | Hoy
SAGRADO SEBAKIS SACA A PASEAR PALOMA
Amor perdido y movimiento sanador en una obra más allá de las tres paredes.
Por Facundo Enrique Soler
“¿Es la primera vez que venís?”, pregunta una chica mientras se ata los cordones. “Sí”, responde otra tomando un trago de agua de una botella de 500 ml. Se encuentran en la esquina del Hospital Naval y esperan junto a seis personas la orden de comienzo de una obra de teatro. La cuestión es que en vez de butacas, escenario, iluminación y todo eso que acostumbra una obra, ésta transcurre en el Parque Centenario a las 19, cuando todos los barrios aledaños a uno de los puntos verdes más zarpados de la ciudad salen a caminar, trotar, tomar mate o quemar uno. Paloma es una de las pocas obras de teatro locales que rompe con el teatro tradicional para depositar el arte en la calle y llenar de adversidades lo que sería un texto regular.
A la hora pactada, en el lugar de encuentro aparece Andrés Serebrenik, el director de Paloma. Reparte unas bolsas pequeñas a los ocho concurrentes y pide, con total seriedad y educación, que lo sigan para entrar al Parque. A los pocos metros los espectadores dan con el protagonista: Sagrado Sebakis, un robusto actor que ostenta unos 155 kilos y viste ropa deportiva. Antes de presentarse, hace unos ejercicios de elongación junto a los asistentes y luego pasa a recorrer el Parque a pie mientras se mete de lleno en la obra que le dedica a su ex, y que tiene como eje la locomoción para no atrofiarse.
“Salgo a la calle porque el espacio público tiene una belleza inigualable y una infinita multiplicidad de signos, no hay escenografía que se pueda comparar con las construcciones que hay en el espacio público y los extras inesperados”, le comentará Sebakis más tarde al NO. “Por alguna extraña razón se estandarizó la idea de teatro al punto de que si hacés una obra hoy necesitás articular con alguien que tenga el objeto teatro, curadores que dicen si tu obra es buena o no.”
Paloma es una locura. Los ocho asistentes reglamentarios siguen a Sebakis en un recorrido personal en el que da detalles acerca del gran amor que lleva en su piel y cómo esa relación modificó su cerebro para siempre. Pero también se llevan testimonio de la necesidad del protagonista de modificar sus características físicas ante un inminente problema de salud. Todo está relacionado en el recorrido de una obra que, inevitablemente, es trastocado por los ajenos que miran curiosos. “Una vez estaba diciendo una parte de mi texto y había una música que combinaba perfecta, resulta que era porque un guitarrista estaba tocando y justo mashapeamos bien”, recuerda Sebakis.
* Para ver Paloma: 1155731797 o facebook.com/biodharmas
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