Jueves, 10 de marzo de 2016 | Hoy
PLANTS VS. ZOMBIES: GARDEN WARFARE 2
Aunque repetitivo, el nuevo volumen resulta un buen casual multijugador.
Por Sthepanie Zucarelli
Pop Cap está recreando la historia ésa de cuando una pequeña desarrolladora es comprada por una gigante distribuidora como EA: Plants vs. Zombies: Garden Warfare 2 es un capítulo más en eso de extrapolar los juegos casuales de celular a spin offs online para las grandes consolas.
El año pasado, EA había sorprendido con la iniciativa de un juego que tomaba el mundo de Plants vs. Zombies y lo fusionaba con las premisas básicas de un shooter en tercera persona. A pesar de la carencia de un modo single player y de microtransacciones más molestas que mosquito de dengue, al público le pegó fuerte ver a sus personajes-plantas preferidos completando misiones al estilo juego de guerra.
Pero el hype engendrado por ver a estas criaturitas en 3D fue avasallado por una gran disconformidad nacida de lo rápido que terminaba el juego en cuanto novedad (como el PvsZ de celular, que sólo constaba de un nivel repetitivo que aumentaba de dificultad) y la falta de modo para un jugador. Es por eso que el Garden Warfare 2 pareciera haber sido lanzado como una suerte de parche tamaño juego de 20 GB, un tanto diferente a su primera edición pero no lo suficiente como para considerarlo enteramente distinto.
Si bien ahora Pop Cap agregó el single player, la opción pareciera ser más una suerte de tutorial en el que el jugador decide con qué clase de planta se siente cómodo: puede ser suficiente para algunos, pero para el usuario usual de videojuegos resulta bastante corto y también bastante fácil.
En esta edición, las clases (lucha cuerpo a cuerpo, tirador, tanque, curador) fueron desarrolladas con un poco más de inspiración y hay gran cantidad de variantes que hacen que el personaje concuerde con el estilo del jugador. El resto es básicamente lo mismo: completar el encargo (sobrevivir, escoltar un objetivo, recuperar un ítem, etcétera) tras oleadas y oleadas de zombies.
En cuanto fachada, ambos Garden Warfare son fácilmente confundibles con juegos desarrollados especialmente para chicos. Pero este tipo de público —y la generación que los crió— todavía no le tomó la mano a los modos online, y quizá pase tiempo para que los servers de EA estallen de personas intentando entrar al multijugador.
Pasando de su fachada caricaturesca y su dificultad cuestionable, las posibilidades y variantes definitivamente terminan de brillar a la hora del multiplayer. Y este segundo volumen es un juego cuya personalidad está fuertemente ligada al tipo de jugador: como cualquier casual, es un juego cuyo disfrute depende de quién lo encare y su entusiasmo ante niveles eternamente repetitivos y zombies con un cromosoma de más.
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