FELIPE BARROSO, GUITARRISTA DE INTOXICADOS
Un crack sub-20
A la edad de Carlos Tevez, brilla como guitarrista de la banda de Pity Alvarez. Antes, repartía sifones y tocaba en los colectivos. Esta es la historia no tan común de un pibe común.
POR ROQUE CASCIERO
La vida de Felipe Barroso no es muy diferente de la de otros pibes de 19 años. Es flaquito, algo tímido y tiene una novia dos años menor que él. Hijo de padres separados, vive con su madre en una casa de Flores en la que no hay timbre ni teléfono (para ubicarlo, se aconseja gritar desde el galpón que queda a la vuelta del edificio), intenta terminar la secundaria en un bachillerato acelerado (después de repetir segundo año dos veces en una escuela técnica) y, cuando precisa algo de efectivo, reparte sifones de soda con un amigo. Hasta hace poco, se ganaba unos pesos tocando tangos en los colectivos junto a otro chico del barrio. Nada fuera de lo común, si no fuera porque Felipe es, además, el guitarrista de Intoxicados, una de las bandas de rock argentino del año.
Viernes a la noche. Ahí está Felipe sobre el escenario de Cemento, a la derecha de Pity Alvárez, líder natural del grupo desde que le puso punto final a Viejas Locas. Intoxicados va por su vigesimonoveno tema en la presentación oficial del flamante (y recomendable) No es solo rock and roll, pero el público sigue saltando, encendiendo bengalas y petardos, moviendo banderas y cantando. Hace mucho calor y entró más gente que la que había agotado las entradas (por eso hay otro show, esta noche, en Cemento). Sin embargo Felipe toca tranquilo, como si estuviera todavía en el baño de su casa, con la guitarra eléctrica desenchufada. “El día que llegué a la sala de ensayos, Pity me prestó una viola de él y la enchufó a un Marshall, y yo pensé que estaba en una nave espacial”, confiesa.
En la vida del guitarrista todo parece acelerado: a los 11 empezó a tocar por las suyas, después de que su padre le enseñó un par de acordes para que pudiera sacar “El 38”, de Divididos. Al poco tiempo ya sabía también “(El momento en que estás) Presente”, de Vox Dei, y “Todas las hojas son del viento”, de Spinetta. “Y le enseñé a mi viejo a tocar bien ‘El 38’”, se ufana. A los 12 años, Felipe vio a AC/DC en River y esa noche no durmió: tocó la guitarra hasta que se hizo de día, y supo que sería guitarrista o nada. Pero nunca tomó clases, aunque ahora está pensando en visitar a algún profesor. “Algunos dicen que estudiar te cierra, pero ya sé lo que quiero tocar. Y aprender no te saca nada de lo que sabés”, afirma.
Cuando Felipe se largó con la guitarra, su madre vivía con un flautista que estaba en una banda de música celta. Para el chico fue natural aprenderse varias canciones del género, que sonaban seguido en casa. La pareja se separó, pero el hombre invitó varias veces a Felipe a tocar con él. Y, casi al mismo tiempo que pisaba escenarios entre mandolinas y gaitas, entró a su primera banda de rock: Legendarios. “Iba a verlos seguido, porque mi tío es el baterista”, recuerda. “Una vez les falló el bajista, entonces mi tío dijo que yo sabía todos los temas. El cantante no me creía ni en pedo. Yo tenía 15 años y nunca me había subido a un escenario. Pero había como cien personas esperando, toqué. Y a la semana me ofrecieron ser bajista de la banda. En esa época vivía en González Catán, entonces me mudé a (el barrio Cardenal) Samoré con mi abuela, para tocar en Legendarios”.
La mudanza fue crucial para su ingreso a Intoxicados: Pity vive en el mismo complejo de monoblocks, cerca de Lugano 1 y 2. Cuando el cantante fue a ver a la banda, felicitó al bajista con cara de nene. “El no sabía que yo tocaba la guitarra, porque en Legendarios siempre me veía tocar el bajo”, dice Felipe. “Justo fue el cumpleaños de mi tío, que también vive en Samoré, y cayó el Pity. Estábamos zapando y ahí me vio con la viola. Justo se había separado de Viejas Locas y me dijo: ‘Che, venite a casa a tocar’. Fui, y me prestó un montón de discos de AC/DC. Cuando se los devolví, me dijo: ‘Vamos a armar un grupo, ¿querés tocar?’ Nunca registré eso que iba a ser una banda grande porque fue todo muy rápido: a Pity lo conocí en noviembre y en mayo debutamos en Cemento”. Cuando terminó ese show, la madre de Felipe –que lo había educado a base de King Crimson,Peter Gabriel y Deep Purple, pero nada de los Stones– le dijo: “Che, esto pareció un recital de verdad”.
Pero, ¿a la señora no le preocupa que su hijo toque en una banda llamada Intoxicados? ¿O que Pity haya dicho públicamente que es adicto al crack? “Ella sabe que sé cuidarme y que tengo claro quien soy”, responde Felipe. “Tengo mis principios y nadie va a venir a venderme nada. Además, Pity jamás va a decirme: ‘Vení, fumate un pipazo’. Es lo último que haría. Es más, me dijo que si alguna vez me ve fumar pasta base, me caga a trompadas. Y le creo”. Aunque tampoco le preocupa la adicción de Pity: “El es un tipo grande, sabe lo que hace. Y el tema no pasa por internarse; es algo que tiene que decidir cada uno. Eso ya lo vi en gente de mi familia, así que ya sé cómo es. Mis tíos son budistas y una japonesa amiga de ellos siempre me decía: ‘No se preocupe, ocupe’. En lugar de preocuparme por Pity, capaz que voy a la casa, nos ponemos a tocar la guitarra o nos hacemos unos fideos. Y listo”.