Una avalancha
Desde el estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001, se estrenaron por lo menos tres decenas de documentales que repasan la historia política, social y circunstancial del país. Fueron desarrollados por agrupaciones de cine piquetero (como Contraimagen, Ojo Obrero, Argentina Arde), por realizadores independientes o por cineastas reconocidos. Algunos habían comenzado a trabajarse antes del fin del modelo (como Matanza de Nicolás Batlle y Rubén Delgado sobre las corrientes piqueteras, Las Palmas-Chaco de Alejandro Fernández Mouján sobre un ingenio abandonado en Chaco, Malditos caminos de Luis Barone sobre tres militantes montoneros que murieron trágicamente). Otros aparecieron en los primeros meses de la crisis, como La bisagra de la historia del colectivo Venteveovideo.
Después –un poco alejadas del mundo político– aparecieron trabajos como Bonanza de Ulises Rosell, Balnearios de Mariano Llinás, y en la segunda mitad del 2003 comenzaron a aparecer trabajos sobre las víctimas del terrorismo de Estado, tal es el caso de Che, vo cachai de Laura Bondarevsky, Flores de septiembre de Nicolás Weinszelbaum y Roberto Testa, al fin Los rubios de Albertina Carri, que rompe con el formato clásico de documental. En Canal 7 se estrenó Playas del silencio, de un equipo de la Universidad de La Plata siguiendo el rastro de los cuerpos arrojados al mar. Un caso extraño es el documental de Sergio Wolff y Lorena Muñoz con Yo no sé que han hecho tus ojos, sobre el personaje de Ada Falcón (mítica cantante de tangos), que llegó a sumar 17 mil espectadores en dos cines. Hace poco, también se reestrenó La mayor estafa al pueblo argentino de Diego Musiak, que había salido en video, y Operación Algeciras de Jesús Mora, sobre una supuesta operación conjunta entre Montoneros y Fuerzas Armadas durante la guerra de Malvinas.
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