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Para Guillermo Averbuj de Latdev, el mercado argentino se divide en dos: la venta de juegos a usuarios finales y la venta de juegos a empresas con fines publicitarios. “La primera opción es inexistente dada la cantidad de piratería que nos afecta directamente, por ende la única opción es salir a vender un proyecto o idea ya sea a empresas nacionales o al exterior”, asegura. Para Gerardo Ratto, “la inserción en el mercado internacional es muy potable, pero hay contras: imagen desconocida como desarrolladores de videojuegos, mala imagen como país, falta de políticas estatales para el progreso de esta industria y falta de financiación”. De la misma opinión es Sebastián Uribe: “Para que las empresas argentinas puedan generar juegos para el mercado internacional, hacen falta tres cosas: experiencia, capital y capacidad. La capacidad está, la experiencia se está adquiriendo y el capital es lo más difícil, porque por lo general los inversores nacionales son muy adversos a tomar riesgos, y el desarrollo de videojuegos es una inversión bastante riesgosa”.