Manuel Quieto (Mancha de Rolando)
“Nos gustó medirnos el escenario que vamos a usar dentro de un tiempo para nosotros solos. Ya nos probamos el escenario grande y la verdad es que nos queda bárbaro... (se ríe). Espero que este año nos quede mejor todavía y poder transmitirle algo al público. Igual, los festivales tienen sus costados negativos. En Cosquín, por ejemplo, hubo mala organización. Y en el Quilmes anterior habíamos arreglado para tocar 50 minutos y al final tocamos 30. Más allá de eso, todo bien. Siempre nos gustó tocar en lugares así, porque probando sonido toca cualquiera... (risas). Si en peores condiciones lográs transmitir algo, conectarte con tus compañeros, con el arte y con la gente, entonces tenés futuro. Por otra parte, hay buena onda con los músicos en el backstage, te conocés con gente, conocés un poco de la trastienda, decís: ‘Uy, qué petiso que es éste...’. Obviamente, tengo mucho interés en ver a Bersuit, a Intoxicados, a Spinetta, a un montón de bandas que van a tocar en los escenarios chicos. Para mí, es vivir diez días de rock. Y no me importa quién lo auspicie: son ocho días de libertad. Además, un efecto muy bueno de los festivales es que podemos viajar más, porque tienen una manija nacional importante. A partir de Cosquín, todas las provincias se animaron a hacer un festival, porque se dieron cuenta de que el rock rompe fronteras y no vidrieras. Eso fue gracias a que todos nos juntamos en paz.”