En septiembre del 2002, Lucas fue noticia: en un bar de Palermo Viejo, Pappo le pegó una trompada que le hizo sangrar la cara. Dos años y medio después, el Carpo murió y lo único que dice Lucas hoy es que lo lamenta. “Su muerte me pegó mal. No me gusta hablar de eso, pero puedo decir que lo re lamento. Me puse re mal, porque lo admiro, tengo muchos de sus discos.”

–Pappo te gusta. ¿Y el rock que llena canchas?

–Lo más bueno y masivo que hay para mí hoy es Babasónicos. No entiendo a las demás bandas masivas, tal vez sea porque me tomo mi tiempo para entenderlas. Recién ahora estoy comprendiendo a Los Redonditos de Ricota, por ejemplo. Los escucho y tienen cosas buenas. Me parece que la gente no engancha con algo armónicamente musical de esos grupos, pero está bien que existan: el país evoluciona o involuciona hacia ese lado.

–¿Qué escuchás entonces?

–Millones y variadas cosas, desde la música brasilera hasta Bauhaus, la música grasa de Estados Unidos, The Residents o Beach Boys. Por suerte, mis amigos me fueron llevando para un lado distinto de la música que se escuchaba en casa. Mi papá –Dylan Martí, fotógrafo y amigo de Luis Alberto Spinetta– escuchaba jazz fusión y esas cosas, que a mí nunca me gustaron. Si tuviera que elegir un momento, elegiría éste. Me gusta lo que pasa hoy, porque cualquiera puede hacer un disco desde su casa, cuando antes sólo podían grabar los consagrados.