Aunque ahora tenga que tocar siete noches por semana, El Remolón (alter ego de Andrés Schteingart) no pierde la esencia que le dio identidad a su cadenciosa mezcla de dub, electrónica y cumbia: “Quizá sea por la influencia del hip-hop, no sé, pero esta gira por EE.UU. y Canadá es muy positiva: la gente de estas tierras está más acostumbrada a ritmos más cadenciosos y lentos como la cumbia. En cambio en Europa, con una cultura electrónica más relacionada al club de techno, hay una tendencia a tener que acelerar el ritmo y a tocar más fuerte, por lo que costó un poco poner mi material más lento”.

El Remolón (que el año pasado editó Pibe Cosmo, elogiado hace poco por Matt Groening) cree que “el prejuicio hacia la cumbia acá no existe, y en la Argentina ya se está pasando. Me parece que la gente más de la clase media ya no tiene ese odio a la cumbia como en un momento sucedió”.

El Remolón no lo duda: la cumbia se está poniendo de moda “como un género más que se incorporó al lenguaje musical de los clubes de baile. Y entra junto a otros géneros como el kuduro de Angola, el baile funk de Río de Janeiro, el tecnobrega del norte de Brasil, el dancehall y el reggaetón de Centroamérica o la guaracha mexicana, en movidas en donde suenan todos estos estilos juntos de una manera coherente y estéticamente interesante. Todos estos estilos han aportado una cuota importante de oxígeno a una escena que ya estaba algo saturada. Lo que me imagino es que de toda la movida de cumbia digital quedarán algunos sintetizadores, algún acordeón, un poco de percusión o la naturalización del español como idioma en la música electrónica. Y los géneros seguirán evolucionando quien sabe hacia dónde”, dice antes de sincerarse sobre el rol de ZZK en su expansión internacional, ya que llegó a Estados Unidos luego de estar un mes y medio girando por Europa). “No sé qué hubiera pasado en mi mundo artístico sin ZZK. Posiblemente muchos temas guardados en mi disco rígido.”