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Dentro del completísimo site oficial de 24 Hour Party People, hay una pregunta que sirve como presentación del protagonista más intrigante del film de Winterbottom. “Sean Harris: ¿el hombre con el trabajo más difícil de la película?” El trabajo del casi debutante cinematográficamente Harris es, justamente, encarnar a Ian Curtis, el trágico líder de Joy Division. Harris, entrevistado durante el rodaje, habló de su complejo papel.
–¿Como te sentís haciendo de Ian Curtis?
–Bueno, es algo atemorizante. Y no me estoy refiriendo al desafío dramático que el papel implica sino a otra cosa más personal. Porque te frikeás un poco cuando empezás a descubrir cosas sobre cómo era, o las cosas que era capaz de hacer.
–¿Conociste a algunos de sus parientes?
–Sólo tenía a su esposa Debbie, y a su hija. Y no hubiese querido realmente conocerlas. Porque a su hija la vi en el set de filmación, era una extra, y no me sentí muy bien descubriéndola así, de la nada. Se me acercó y me dijo: “Estás interpretando a mi papá”. Yo me quedé sin habla... Sólo alcancé a decir: “Lo siento”, que fue lo único que se me ocurrió decir.
–Entonces, ¿cuál es el problema central de interpretar a Ian Curtis?
–La cuestión es, y los problemas son, que hay demasiadas imágenes e historias sobre quién era Ian. Y como era ante toda esa gente no es como él era realmente, creo. Cuando leí el libro que escribió su esposa, descubrí una historia mucho más interesante que la del mito de Ian Curtis, la voz líder de Joy Division. Descubrí que este tipo estaba casado a los diecinueve años, tenía una mujer y una hija, tenía una hipoteca, un trabajo... Era un tipo como cualquier otro. Bueno, tal vez no era como cualquier otro. Sólo lo era en su lado doméstico. Y después estaba ese otro rostro que Tony Wilson promovía. Pero Ian era muy inteligente, actuaba todo eso muy bien, aunque obviamente en algún momento cruzó la línea. Pero la verdad es que no me siento muy cómodo diciendo cosas como éstas, porque no sé si tengo razón.
–Es una gran responsabilidad...
–Todo el mundo tiene mucha responsabilidad en el film, porque todos estamos interpretando a gente que existió, que tiene vidas y hay gente que sabe verdades sobre ellos. Una de las cosas que más me sorprendieron en Manchester fue encontrar que hay un montón de fans de Joy Division de 18 o 19 años. No puedo dejar de pensar que eso fue algo que sucedió veinte años atrás, pero algo con lo que aún conectan. Hay algo allí, pero para mí es muy difícil escuchar su música, especialmente su segundo y último álbum. Porque es difícil no darse cuenta de que estaba escribiendo sobre él y que todo está allí.