Domingo, 24 de mayo de 2015 | Hoy
INEVITABLES
Tal como explica el director Jorge Paccini sobre esta obra de Griselda Gambaro, “Se estrenó en 1976 pero parece escrita hoy, por su aguda y precisa mirada sobre las miserias de la sociedad, del poder abusivo y de la lucha de los excluidos por sobrevivir. Es un texto que transita una zona que puede pertenecer a la picaresca del fracaso, donde el éxito de los fuertes es mísero y la derrota de los mas débiles es iluminada por el dolor y la bondad de quienes la sufren. Puro teatro, con una actualidad atrapante”. En el ámbito lúgubre de una vivienda despojada, varios personajes llevan adelante como pueden sus conflictivas existencias. Teresa es una veinteañera ciclotímica, siempre al límite de la caída. Tito es un cincuentón enfermo y sombrío que experimenta, junto con el límite de su cuerpo, el derrumbe de su microsistema de supervivencia. Estos y los otros personajes interactúan exhibiendo carencias, dolores, alegrías y miserias, amores y celos, en una carrera descarnada por sobrevivir en la que todo vale: del robo y el abuso al chantaje.
Domingos de mayo y junio a las 20.30, en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Entrada: $ 120
Acaba de regresar a escena para una quinta temporada este espectáculo escrito y dirigido por Adrián Canale e inspirado en textos de Raymond Carver, en el que público y actores, reunidos alrededor de una misma mesa, comparten el universo poético del escritor norteamericano. En comunión con los espectadores, los actores presentan cada función una selección de cuentos diferente, con la premisa de estar participando de una íntima reunión entre amigos en la que se come y se bebe. No hay una dramaturgia fija; la puesta está planteada como una conversación sincera y a la vez conmovedora. Un actor invitado sorpresa se suma en cada función al elenco estable que integran Tian Brass, Sergio Di Florio, Mariela Finkelstein, Silvio Palmucci, Ximena Viscarret y María Zambelli.
Sábados a las 20.30, en el Galpón de Guevara, Guevara 326. Entradas: $ 150
Durante los ’80, antes de un show de Rubén Rada en Obras, la ciudad de Buenos Aires amaneció empapelada con un slogan: La cosa se pone negra. Algo parecido sucede con este álbum doble en el que Rada se pone más negro que nunca, cantando tangos, milongas y candombes, una enumeración que merece un subtítulo explícito, por si alguien tiene alguna duda: Música negra del Río de la Plata. El repertorio del primer disco ya venía siendo adelantado por Rada en sus shows en vivo: siempre alternaba aquí y allá algún tango o una milonga. La selección incluye tangos propios, también uno de Cacho Castaña o una milonga de Zitarrosa, pero la columna vertebral son clásicos de Gardel como “Anclao en París”, “Cuesta abajo” y “Tomo y obligo”, con Rada acompañado apenas por un trío de guitarras y un acordeón a cargo de Gustavo Montemurro el productor del trabajo. Pero la intriga por el Rada tanguero, que mejor se disfruta cuanto más despojado, muta a pleno disfrute ante la obra maestra que es el disco dedicado a sus candombes. Porque, tal como escribió el especialista Guilherme de Alencar Pinto en su crítica para el semanario uruguayo Brecha, el Negro bien puede interpretar los tangos de Gardel, pero cuando se trata de candombe, no hay caso: Rada es Gardel.
De canillita a campeón. Ese fue el recorrido de Modest Mouse, el grupo liderado por el cantante Isaac Brock, que a fines de los ’90 era apenas uno más de los que asomaban entre el territorio yermo que dejó el grunge en la escena indie norteamericana. Firmados por Sony en el cambio de siglo, aún nadie sabía muy bien qué hacer con ellos hasta que dieron un salto con Good News for People Who Love Bad News (2004), un éxito que confirmaron con We Were Dead before the Ship Even Sank (2007), para el que incorporaron a Johnny Marr y recibieron una ayudita de James Mercer, el cantante de The Shins. Se tomaron su tiempo para editar su sucesor, que llega con éxitos como el rítmico “Lampshades on Fire” o el melancólico “Coyotes”.
Los muertos vivos no dejan de venir y esto no será The Walking Dead, pero sus protagonistas son sin dudas sus mejores discípulos. La cosa empieza justo tres años después de que los zombies se propagaran por todo el mundo: apenas quedan algunos reductos de supervivientes humanos, que se las arreglan como pueden. Un grupo de desconocidos con alguna experiencia militar emprenden un largo viaje –de la Costa Este hasta California– para llevar al único superviviente de un ataque de una de estas criaturas de cuerpos putrefactos hasta el último laboratorio que sigue en pie, donde podrían encontrar la clave para frenar este plaga. Como señalaron algunos de los más prestigiosos medios americanos cuando la serie se estrenó el año pasado en la señal SyFy, hay cierta saludable falta de pretensiones alegóricas en estos guiones a los que la historia les importa menos que proveer la dosis de gore que los fans parecen necesitar como si fuera insulina. El problema lo tienen los pobres actores que deben ponerle un poco de seriedad y convicción a todo el asunto, gente como Harrold Perrineau Jr., Keith Allan, Tom Everett Scott, y compañía. Es la primera temporada y son como diez horas de entretenimiento oscuro y descerebrado.
Y ésta no necesita presentación –se trata de una de las más populares series de Netflix, del creador de Weeds, Jenji Kohan, y ya va por la tercera temporada–; la novedad en todo caso es que hasta ahora no estaba disponible en cajita, y acaba de salir la primera temporada. Basada en las memorias de Piper Kerman, sigue la historia de Piper Chapman (Taylor Schilling), acaso la presa más improbable de una cárcel federal: una moderna y sofisticada rubia neoyorquina. Tras las rejas la esperan todo tipo de conflictos, prejuicios, y también la inesperada camaradería entre un excéntrico grupo de reclusas. Acompañan a Schilling, Laura Prepon, Danielle Brooks, Taryn Manning y Laverne Cox.
Año 1896. En la selva paraguaya una niña aché de tres años sobrevive a la masacre de su familia por colonos blancos. Bautizada Damiana por sus captores, los antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata la convierten en objeto de estudio. En 1907, la nena es internada en una institución psiquiátrica y fotografiada desnuda poco antes de morir de tuberculosis. Cien años más tarde, un joven antropólogo identifica parte de sus restos en un depósito del Museo. Su cabeza es encontrada poco después en un hospital berlinés. A partir de fotos y registros antropológicos, la película de Alejandro Fernández Mouján (Pulqui) intenta restituir su historia a Damiana y acompañar a los Aché desde que toman la decisión de reclamar la repatriación de sus restos, hasta que les dan sepultura en la tierra de sus ancestros. La mirada de Damiana capturada en la foto en la que aparece desnuda, tomada por los investigadores, fue, dice el director, “el principio de la reflexión en el film y la intención es restituirle su historia a esa niña cautiva”.
En cines desde este jueves 21
Ocho films en copias restauradas, enviadas especialmente desde Rusia por los legendarios estudios Mosfilm, que acaban de cumplir noventa años. El ciclo arrancó ayer, y sigue hoy, con Andrei Rublev (Tarkovsky, 1966), y a partir del martes y hasta el domingo con, entre otros títulos, El pálido sol del desierto (Vladimir Motyl, 1970), que reconfigura la épica del western en la piel de un soldado ruso que debe enfrentarse sin ayuda a un grupo rebelde islamista que acecha un fuerte fronterizo y liberar un harén de mujeres capturadas; el superclásico de Kurosawa Dersu Uzala (1975); Cuidado con el automóvil (Eldar Ryazanov, 1966), que narra los enredos de un modesto empleado que, como Robin Hood, roba a los ricos de dudosos principios y entrega el dinero obtenido a los pobres y Moscú no cree en lágrimas (Vladimir Menshov, 1980), que ganó el Oscar a mejor película extranjera.
Hasta el 31 de mayo en la sala Lugones, Av. Corrientes 1530
Se ha convertido en uno de los periodistas más interesantes de la televisión inglesa, pero tal vez no muchos fuera de su país sepan que Louis es hijo del escritor estadounidense Paul Theroux y de Anne Castle, hermano menor del también escritor y presentador Marcel Theroux, sobrino del novelista Alexander Theroux y primo del actor, director y guionista Justin Theroux, ni que se hizo conocido hace algo más de una década con la serie documental Weird Weekends. En esta nueva serie de investigaciones se incluyen sus “LA Stories”, historias basadas en la ciudad de Los Angeles. Uno de los próximos capítulos californianos se titula “Ciudad de perros” y en él Theroux explora la masiva población canina de la ciudad y aborda las vidas de quienes se dedican, de un modo u otro, a los cuadrúpedos que ladran. También se verán, este mismo mes, otras historias americanas de Theroux y su equipo, como su viaje a un mítico presidio de Florida donde indaga en los casos más extremos, como el de un presunto asesino múltiple, que espera, confinado en soledad, su posible pena de muerte.
Lunes a las 22 (y rotación) por I.Sat
Lo más nuevo del autor de El Topo y La montaña sagrada, tiene que ver con su pasado: por un lado, se estrenó la primera parte de su autobiografía, La danza de la realidad; por otro, este documental que reconstruye la historia de la versión de Duna, el libro de culto de Frank Herbert que estuvo a punto de llevar al cine en una superproducción que finalmente se frustró (y quedó en manos de David Lynch). Este episodio ocurrió en 1975; Frank Pavich cuenta con detalles irresistibles la preproducción de aquel ambicioso proyecto e investiga las razones de su fracaso, en un film que circuló por festivales de todo el mundo (aunque no los de acá) y ahora puede verse en cable.
Mañana lunes 25 a las 22.45 (repite el martes a las 21 y a lo largo de junio) por HBO
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