Como tributo al cuarto de siglo cumplido el fin de semana pasado desde la muerte de Eduardo Mateo, su fan, discípulo y amigo Jaime Roos colgó en su página oficial de Facebook un auténtico tesoro tanto para arqueólogos de la música popular uruguaya como para los fanáticos del músico de culto cada vez más venerado desde esta orilla del Río de la Plata. Cuenta Roos que, a mediados de los ’90, recibió un llamado del sello Sondor, para el que había compilado los compactos de Mateo Clásico, que reunía sus primeros discos. El dueño de una de las tantas pensiones en las en la que Mateo vivió durante los ’70 había dejado en las oficinas del sello unas fotos del músico, que habían llegado a su poder como parte de los objetos personales confiscados como cobro de alquileres adeudados, y pretendía venderlas. “Dejó el material y nunca más volvió”, dice Roos que le explicaron desde el sello. “A nosotros no nos sirve, ¿a vos te interesa?” Por supuesto que le interesó. Algunas de aquellas fotos recuperadas, revela Jaime, sirvieron para ilustrar la tapa de El Kinto Clásico o de sus Inéditos junto a Diane Denoir. “La mayoría permaneció guardada hasta hoy”, sigue contando Roos. “Esta fecha es una buena ocasión para compartirlas con todos ustedes. Mateo nos sigue doliendo, lo extrañamos demasiado. Sin embargo su arte nos acompaña, nos reconforta y enseña cada vez más. Saludenló.”

EN UN CONJUNTO DE FOLKLORE ARGENTINO, COMIENZOS DE LOS ’60

CON SU GRUPO DE MÚSICA BRASILEÑA