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Boogie Nights es una película de 1997 escrita, dirigida y producida por Paul Thomas Anderson (quien posteriormente sería el director de otra gran película como Magnolia). Fue protagonizada por Mark Wahlberg, Burt Reynolds, Julianne Moore, William H. Macy, Don Cheadle, John C. Reilly, Philip Seymour Hoffman y Heather Graham.

No soy un cinéfilo ni cuento con las herramientas adecuadas para analizar o comprender los intersticios de un film de manera “crítica”. El teatro se ha robado mis ojos, y mis sueños, por lo tanto entro al cine como un espectador bastante ingenuo y gauchito para el pacto ficcional.

Cuando tenía 20 años, mi hermano me recomendó esta película cuya traducción podría ser “Noches salvajes”. Creo que de alguna manera era la primera vez que me veía atrapado por una de esas narraciones, que luego aprendí, se denominan “corales”. En esta película la convivencia de los acontecimientos de cada personaje acumulaban progresión dramática, como un vapor que empezaba a salir del VHS.

El film retrata la industria pornográfica de finales de los ‘70 y principios de los ‘80, vista desde la perspectiva de una joven estrella del porno, Dirk Diggler (Mark Wahlberg). En el filme se detalla su descubrimiento por el director porno Jack Horner (basado en William Margold), interpretado por Burt Reynolds. La historia se centra en la entrada de Diggler en el negocio, su ascenso al estrellato y su caída final debido a su adicción a la cocaína y las metanfetaminas, lo cual provoca que sufra paranoia e impotencia, apartándolo del negocio.

El mundo de la industria de la pornografía en versión libre. No creo que la película tenga una voluntad mimética con la realidad. (¿Debería acaso el arte tenerla?) Todo en la película está hermoseado, es como una arco iris mordaz.

El personaje del director que interpreta Burt Reynolds “castea” a la estrella emergente, Dick Diggler, con su propia mujer (Julianne Moore). Siempre con un habano, el vaso de escocés, y la cámara al hombro trabaja con una elegancia imperturbable, mientras la nueva estrella porno, Dick Digler, hace acrobacias y su esposa rasguña las sábanas.

Fiestas, frivolidad, drogas, traiciones, creatividad, deslealtades, amor, desprecio, entusiasmos, apogeos y caídas de todo tipo, esta película que no se puede clasificar de manera muy cómoda; sería un pastiche: género vilipendiado tal vez porque suena a enchastre, pero que algunas veces puede, cuando una poética poderosa sobrevuela “los cachos” y abraza como un pulpo esa diversidad imposible, alcanzar la categoría mística de “constelación” ascendiendo del Nacional B, jugando bien y floreándose aún en su desgracia ontológica de no ser más que “un montón de nada”).

Profunda, divertida, visualmente imanta; por momentos es un western, por momentos acción clase B, en otros pasajes parece una oda al “brainstorming más rocker que cool” (todavía no estaba de moda la limonada con jengibre).

Sobre el personaje de Burt Reynolds me basé para crear a Gerardo Navaja, una criatura que luego encarné en una obra que se llamaba El Dramaturgo, y en donde me daba el gusto de jugar un poco a ser ese director porno con quien me encariñé. Creo que fue la única vez que me inspiré en nuestro primo lejano y millonario, el cine. Gerardo Navaja ya no está, ahora. Teatro equivale a efímero; aunque Gerardo Navaja pueda volver alguna vez, siempre morirá en el presente, evanescente realidad, la escénica. En cambio quien que sí está, y es más necesario, es Burt Reynolds, el inspirador, “el comandante de tu parte de adelante” junto a su pandilla del set.

1997. 2016. Véanla y vean cómo cambió el mundo en menos de 20 años. Avisen si llegan a ver una tablet o un celular. ¿Era necesario? Antes de profundizar en la improductiva nostalgia… Luz, Acción, Perfect Day and Boogie Nights.