Domingo, 11 de febrero de 2007 | Hoy
SALí
Por Julieta Goldman
La zona del lago de Palermo y el Rosedal fue convirtiéndose con el correr de los años en uno de los paseos más clásicos que ofrece la ciudad de Buenos Aires. Y qué mejor fecha para visitarlo que el día de una celebración tan clásica como es el Día de San Valentín o su sinónimo latino: Día de los Enamorados. Cuenta la leyenda que San Valentín era un sacerdote que ejercía en la Roma del siglo III y que se atrevió a desafiar al emperador Claudio II desoyendo el decreto que prohibía la unión de matrimonios jóvenes. La autorización de matrimonios en secreto derivó en que San Valentín se popularizara hasta llegar a ser el patrón de los enamorados, tiempo antes de su ejecución, el 14 de febrero del año 270.
Tomando la premisa de que cualquier excusa es buena para festejar, aquellos enamorados y enamoradas pueden dar las gracias a San Valentín y comenzar los festejos el próximo miércoles desde temprano. Radar propone una salida económica y aeróbica apta para parejas, empezando con una caminata o recorrida en rollers bordeando el lago. A partir de las once de la mañana (y hasta las 19) se pueden alquilar botes o biciscafos para dos o cuatro personas. La media hora cuesta $ 15. Eso sí, los lagos y las fuentes son artificiales y está prohibido el ingreso. Aunque el calor llegue a ser agobiante, imposible darse un refrescante chapuzón.
El paseo continúa en el Rosedal o Parque Tres de Febrero, el lugar nocturno más popular de la ciudad entre 1895 y 1910. Glorietas, bustos de escritores, puentes y variedad de flores incitan al momento romántico de un beso intenso. Una de las mejores paradas es el Embarcadero, estructura de madera, pérgola y baranda que incluye bancos de plaza y un pequeño muelle que da a una de las mejores vistas de la zona para esperar el atardecer. Atención: nada de concluir la caminata o la velada cortando flores o gajos de plantas a modo de regalo espontáneo.
El Lago de Palermo queda entre las calles Libertador, Sarmiento e Infanta Isabel.
Por J. G.
Aquellas parejas que aún no planearon la forma de agasajarse en su día y están dispuestas a empalagarse hasta reventar presten atención: Corps à Corps, empresa familiar que comenzó en 1998, armó tres opciones especialmente acarameladas para la edición 2007 del Día de los Enamorados. Bandejas de desayunos y brindis y latas de bombones en sus dos versiones: erótica y romántica. Los bombones vienen presentados en latas de 26 unidades, envueltas en seda de chiffón roja o negra y packaging artesanal. Los diseños pueden elegirse entre formas de corazones, femeninos, masculinos y de sabores variados: rellenos de dulce de leche, de chocolate con leche, semiamargo, blanco, menta, moka y marroc.
Si el festejo comienza a tempranas horas la alternativa es Devórame otra vez, un desayuno para compartir, presentado en bandeja de bambú con vajilla incluida, minitorta, bombones, pancitos y mermeladas.
Para una velada nocturna Pasión Irresistible es el nombre de fantasía de un brindis que incluye botella de champagne con etiqueta personalizada con foto, nombre y dedicatoria de los festejantes, dos copas de cristal templado, chocolates macizos con varias formas eróticas, helado con diseños eróticos también y una sorpresa de regalo: una prenda interior femenina. Y para continuar con las ornamentaciones una posible idea es la de ambientar la mesa con velas y globos. La decoración puede incluir un candelabro rojo intenso, algunas velitas, suelo cubierto de pétalos de rosas y velas flotantes en recipientes con agua. Si aún hay presupuesto y ánimo para seguir se puede agregar un acompañamiento musical con violines y cellos y hasta un saludo cantado con melodía y tono de voz a elección: lírico, rock, pop o jazz. Después de la seguidilla de manjares hipercalóricos y de las burbujas con alcohol es casi seguro que energías no faltarán para seguir... hasta el amanecer.
Para contratar los servicios contactarse con Corps à Corps (para bombones y brindis) al 4775-3818 y para la ambientación con velas al 4856-9439.
Por Cecilia Sosa
Flores y flores. Ciento por ciento románticas, ciento por ciento glamorosas. Ninguna es igual, como no lo es su destino. ¿Pero cómo armar el ramo perfecto? Radar consultó al especialista más osado de la plaza: Diego Bernaridini, 32 años, diseñador, publicista y nacido en una familia dedicada a la producción de flores. Su estudio recibe los pedidos más caprichosos (de Lenny Kravitz y Sara Ferguson, entre otros) y a todos los deslumbra: habitaciones con capullos y transparencias, cenas en micromundos vegetales, escaleras de orquídeas que conducen a una inverosímil mesa arriba de un árbol, delicados caminos de pétalos que señalan lechos dignos de la Bella Durmiente.
Para los enamorados con pretensiones más modestas (pero no menos románticas), el especialista regala algunos tips infalibles. ¿Para la más romántica? Siempre blanco, liriums, jazmines o pétalos de rosa. ¿Para las más elegantes? 100 por ciento orquídeas. ¿Para las adoradoras de lo exótico? Physalis, un farolito japonés con fruto comestible color naranja. ¿Lágrimas de cocodrilo? Alus, flores de cebolla, una gran esfera color cielo azulino. ¿Para las insobornables? Flores de ajíes, enormes varas que pasan el metro de altura y se ramifican en radiantes frutales. ¿Para las súper demandantes? Molunchelas, verdes y con tentáculos de pulpo. ¿Para los que quieren ser tres? Flores de repollo, violetas y blancas (y a pensar nombres). ¿Para pedir perdón? “No vale tanto la variedad como la cantidad. El volumen de flores suele ser proporcional a la magnitud de la macana”, sopla el especialista.
¡Y atención! Hora de desterrar mitos: “A los hombres nos encantan las flores. Cuando mi mujer me regala flores, se me caen las medias”, cuenta. ¿Qué variedad? Poco importa (si las medias son lindas). ¿La mejor prueba de amor? El anturium rojo, una delicada instalación natural de corazones con pistilos. Para comprar juntos y salir caminando de la mano.
Ambientación Conceptual Diego Bernardini queda en Crámer 824, 4551-0987, www.diegobernardini.com.ar
Por C. S.
Cenas románticas, flores y bombones. ¿Y para los enamorados amantes de lo extremo? Nada mejor que una visita al cielo. ¿Cómo? Sí, un paseo en globo para ver cómo el mundo se hace pequeño y el amor crece en las alturas.
Sólo hay que sortear una decisión clave: madrugar para ver el amanecer desde el cielo o descender con las primeras estrellas. Hechas las apuestas, todo listo: 5.30 AM arriba (el amor es sacrificio), desayuno rápido y nada de peleas por el baño (el amor es entrega). Antes de las 6 hay que estar fresquitos, enfilando por Panamericana camino a Pilar. El punto de encuentro es un camping de Capilla del Señor. Y, aunque no es obligatorio, sugieren llegar temprano para participar del armado del globo (el amor es trabajo). Un piloto profesional instruirá cómo armar la barquilla y pronto, la majestuosa esfera de helio se desplegará en todo su esplendor. Las barquillas son pequeñas y predisponen a la intimidad. Hay para viajar de a tres (dos enamorados y un piloto) y también de a seis (arme su combinación favorita). Todo dispuesto, a entrelazar las manos y... ¡a volar! Aunque al principio todo es burbujeo de panzas, al alcanzar los 100 metros de altura las emociones tienden a serenarse. Sólo queda estrecharse fuerte al amado y regalarse desde lo alto unas maravillosas vistas de zona norte. Y hasta aprovechar para dejar caer un voto de amor eterno a la virgencita de Luján desde las alturas (el amor es fe).
El paseo (como el amor) no sufre restricciones etarias. Se recomienda llevar ropa cómoda en caso de eventual aterrizaje forzoso. Ya en tierra firme, una camioneta conducirá a los enamorados al punto de origen. Pero tras el paseo, todo se verá con ojos nuevos. La travesía completa dura cerca de dos horas y media (el amor, toda la vida). Lo cierto es que tanta emoción no es gratis. Hay que pensar en unos 600 pesos el par de enamorados (el amor es en las buenas... y en las malas).
Paseos en globo, informes: 4786-0556. www.adoroteo.com.
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