Domingo, 14 de octubre de 2007 | Hoy
SALí
Por Julieta Goldman
Rosana y Alejandro eligieron hace pocos meses hacer uso de su propio hogar para montar dos noches por semana "La cocina discreta", restaurante a puertas cerradas ubicado en el límite entre Palermo y Villa Crespo. Esta modalidad, cada vez más en ascenso en Buenos Aires, tiene la ventaja de generar un clima más íntimo y discreto, de ahí su nombre. Con una capacidad para apenas dieciocho cubiertos, es recomendable asegurarse un lugar antes de ir a tocar timbre de forma sorpresiva. Triste sería tener que pegar la vuelta a casa con el estómago vacío.
Pasando un pasillo descubierto y largo comienza la velada: el ingreso a un PH refaccionado modernamente, una galería de arte con pinturas a la venta, fotos de ciudades variadas en las que vivieron los anfitriones, música moderada, cocina, parrilla y cocinero a la vista y un menú compuesto de aperitivo de bienvenida, plato de entrada, un potente bife de chorizo con distintas opciones de salsa para acompañar y riquísimas peras al vino tinto de postre. Vegetarianos, también hay una opción para ustedes: brochette de vegetales asados con queso parmesano. Todo está servido en una auténtica vajilla de colección que entregó alguna abuela como parte de su legado.
Y el final de la noche puede durar horas: nada de sobremesa cortita, ni de mozos beligerantes que apuran el cierre de cada mesa para aprovechar su recambio. Los jóvenes dueños del hogar no tienen ningún apuro y hasta pueden, según el ánimo, clausurar la cena con algún miniacústico de guitarra u otra sorpresa.
La cocina discreta abre viernes y sábados a partir de las 21. Sólo con reservas por mail a [email protected] o por el teléfono 4772-3803.
Un cocinero que además es DJ, una casona que supo ser reducto cultural frecuentado por figuras vanguardistas y tallarines dedicados a Nino Carottone. Todo eso se concentra en Xena, restaurante espacioso para cincuenta cubiertos que fusiona cocina de autor con platos clásicos como el pastel de papa, la suprema a la Maryland o fresco y batata.
Esta casona de Bajo Belgrano, justo al ladito de donde pasa el tren en plena zona del Barrio Chino, tiene ciento cincuenta años de antigüedad, techos y ladrillos originales y funciona bajo el nombre de Xena desde el mes de julio. Entre los jóvenes responsables del proyecto se encuentra Nicolás Zunino, que cuando no está en la cocina musicaliza las fiestas "Hey", esas que sólo se llevan a cabo las noches previas a algún feriado (esta noche, por ejemplo). Xena no tiene pista de baile pero sí una gran pantalla que proyecta dvds de recitales varios como alguno de Morcheeba o Radiohead. Y viernes y sábados hay show de piano y jazz en vivo.
Muy recomendable es el Raviolón Copahue, de cordero ahumado con crema de hierbas, los fuccili de Los poetas silenciosos o los poderosos ñoquis Flaming Lips. Además hay langostinos, lomos, tallarines, sopas de jamón glaseado con ananá, cordero o platos más simples como una milanesa de peceto. Y para endulzar el paladar, brownie de chocolate con helado y salsa de frutos o el postre Grant Font (peras bañadas en menta con canela, chocolate y helado de crema). Fumadores, de parabienes: un jardín donde habita un nido de calandrias, el objeto más mimado y protegido de la casa, los recibe con los brazos bien abiertos.
Xena queda en Olazábal 1767.
Abre de lunes a sábado
de 12 a 15 y de 21 a 23.30.
Teléfono: 4780-3603.
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