Domingo, 29 de septiembre de 2013 | Hoy
SALí
Por Rodolfo Reich
La vista exterior es imponente: una gran fachada de vidrio curvado y superficies de aluminio, firmada por el estudio Mario Roberto Alvarez y Asociados en una versión siglo XXI de lo que fue el Movimiento Moderno en la arquitectura argentina. Pero si por fuera llama la atención, por dentro el efecto es aún más intenso. Al traspasar la puerta, el lobby del Hilton Buenos Aires se levanta en un gigantesco atrio de 750 m2 y 17 metros de altura al que dan las habitaciones del hotel. La mirada se pierde entre materiales duros y un inteligente diseño interior, que cierra espacios con objetos de arte, una gran alfombra central y un mobiliario ecléctico donde se alternan líneas clásicas con diseños futuristas.
Beber el té en un hotel es un clásico inoxidable. Parte de una tradición exportada al mundo por el ejemplo conquistador del Reino Unido, la mayor parte de los cinco estrellas de Buenos Aires ofrecen una propuesta para ese paréntesis de las cinco de la tarde. Pero son pocas las que logran la relación precio-calidad que tiene el Hilton porteño. Allí, todos los sábados y domingos (también los días de semana, en este caso con reserva previa), vecinos del barrio y visitantes de toda la ciudad se acercan para disfrutar de un servicio clásico que escapa a la tradición más aristocrática. Por $115, la propuesta incluye café o infusiones (de la marca Inti Zen y Chamana), además de una bandeja de tres pisos con una buena diversidad de pequeñas porciones individuales. Del lado salado, una minibrioche con salmón ahumado y queso con eneldo y una medialuna con jamón y queso brie. Del lado dulce, brilla la patisserie con cuadrados de cheesecake, budín de chocolate y peras, otro de vainilla y frambuesa, un alfajor de masa de chocolate con relleno de mousse de dulce de leche, muffins con curd de limón y más delicias. Para finalizar, una copa de espumante Alamos Extra Brut. Un té generoso y contundente, que muchos comensales aprovechan y comparten entre dos.
Todo esto se puede disfrutar en dos espacios separados: en el más íntimo y apartado Mosto Wine Bar, donde las pantallas de los LCD muestran canales de deportes; o en el mismo centro del luminoso lobby, presenciando en vivo y en directo la música del precioso piano de semicola, donde Angelito toca cada fin de semana un muy buen repertorio de música clásica.
Muchas veces se ha dicho que los hoteles, los shopping-centers y los aeropuertos son lugares fríos y anónimos. Este té, junto a los acordes del piano, rompe el prejuicio y le da calidez a una arquitectura imponente.
El Hilton Buenos Aires queda en Av. Macacha Güemes 351. Teléfono 4891-0090. Horario de atención: todos los días (de lunes a viernes con reserva previa), de 16 a 19.
En una esquina coqueta si las hay, el bistró Torcuato & Regina cumplió tres años de vida como parte del porteñísimo enclave de Retiro, con vista a la plaza San Martín. Toda la zona respira historia: allí está el Palacio Paz, sede del Círculo Militar; allí está el Palacio San Martín, sede de la Cancillería. También, el edificio Kavanagh, que supo ser el más alto de Sudamérica. Y la Torre Monumental, la “de los Ingleses”, regalo de los residentes británicos en la Argentina para 1910. Pero la historia no sólo se vive puertas afueras sino también desde la marquesina de este bistró: Torcuato es Marcelo Torcuato de Alvear, y Regina es la cantante lírica Regina Pacini, quienes supieron vivir un intenso romance que escandalizó a la clase alta porteña de principios de siglo XX.
A tono con esto, desde hace ya unos meses Torcuato & Regina presenta su ciclo Un Té con Nuestra Historia, una jornada donde el protagonista es Eduardo Lazzari. Habitual columnista radial (en Radio Mitre, Radio Rivadavia, La 2 x 4 y Radio de la Ciudad), Lazzari realiza actividades como sus conocidas visitas guiadas por el Cementerio de la Recoleta, cursos sobre construcción barrial en el Centro Cultural General San Martín y más propuestas (todas, en www.eduardolazzari.com.ar).
Cada sábado (salvo excepciones), este historiador se acerca a Torcuato & Regina, donde recorre los personajes de la historia argentina bajo el eje de sus pasiones amorosas. Los temas varían: “Amores clandestinos de los presidentes argentinos”, “Roca, un hombre y cuatro mujeres” o “San Martín y sus amores” son algunos ejemplos.
El público incluye presencia de maestros de colegios cercanos, pero la mayoría se compone de señoras del barrio, vecinas que aprovechan esta esquina como una extensión de su propio living, con la ventaja de contar con una buena pastelería casera.
El té es completo y abundante: tostados en pan recién hecho, medialunas propias, crumble de manzana, cheesecake de chocolate blanco, lemon pie, alfajorcitos de maicena caseros, brownies, budines varios, pain au chocolat y otras opciones que varían según el día. Para beber, se puede optar por distintas infusiones (blends en hebras de Tealosophy) y café Lavazza o Nespresso, incluyendo recetas especiales como el Capuccino Torcuato, con leche condensada, almendras, chocolate rallado y Baileys. Tal vez el modo más goloso de recorrer una mirada de la historia nacional, en una esquina que supo ser protagonista de los grandes hechos de la patria.
Torcuato & Regina queda en Av. Santa Fe 772. Teléfono 4312-9410. El ciclo El Té con Nuestra Historia se realiza los sábados. Fechas a confirmar en www.torcuatoyregina.com Precio all inclusive: $200.
La idea no sorprende: amenazadas por el estricto péndulo del consumo estacional, desde hace ya unos años las heladerías de Buenos Aires decidieron rebelarse y ampliar su propuesta para ofrecer sabores aptos para todo clima y momento. Están las que incluyeron sandwichería, otras fueron por el lado de las tortas y los chocolates, algunas más improvisaron con smoothies y licuados. Ahora, el turno de sumarse a esta tendencia le llegó a Chungo, la cadena de helados artesanales que más creció en los últimos dos años (cuenta ya con once sucursales en Capital Federal y varias más en el Gran Buenos Aires, además de una en Rosario y dos en Brasil). Y en este caso, el resultado es de los más convincente. En lugar de apelar a un producto tercerizado, Chungo contrató al chef Luciano García para armar un menú que cambiará dos veces al año (otoño/invierno y primavera/verano) compuesto, según cuentan, por “platos simples, pero de sabor contundente; tanto la pastelería como la cocina son sanas, sin conservantes artificiales y con ingredientes naturales”.
Las opciones incluyen una pequeña variedad de platos salados, algunos de corte neoyorquino como el pretzel de queso cheddar y pollo, otros arraigados en el sabor nacional como el pastel de calabaza y carne en masa. Pero sin dudas lo mejor de la nueva propuesta reside en los dulces, ideales para la hora de la merienda. Las posibilidades son amplias y golosas: alfajores de maicena extra grandes ($11), cuadrados de coco y dulce de leche ($21), pie de peras con crema de almendras ($35) o la famosa carrot cake ($20) conviven con los inevitables mini rogel, cheesecake de frutos rojos (ambos, $35) o el crumble de manzana ($28). Todo en porciones generosas, revalidando la relación tamaño, precio y calidad. El best seller más juguetón de esta nueva carta es sin duda la chocotorta “lollipop”, una reversión más cremosa del clásico de los cumpleaños infantiles, que aquí viene bañado en chocolate y montado sobre un palito al modo de un chupetín. Los niños, felices.
Para beber, la casa ofrece un blend de café elaborado por una de las familias cafeteras más tradicionales del país y suma los tés de Inti Zen y las infusiones y tisanas de Chamana.
La idea está clara: salir del nicho veraniego (sin perder la identidad de heladería) y competir de igual a igual con los cafés y delis de los cien barrios porteños.
Sucursales, teléfonos y horarios en www.chungo.com.ar
Fotos: Pablo Mehanna
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