Domingo, 23 de noviembre de 2003 | Hoy
VALE DECIR
El
espíritu de las navidades pasadas (RIP)
Escándalo y desgracia en el Reino del Ratón: varios ejecutivos
de Disney se están arrancando los pelos a mechones debido a una de las
últimas películas que han llegado a sus manos para distribuir
en Estados Unidos en los próximos meses y que su subsidiaria Miramax
ha ayudado a financiar. No es que los ejecutivos suelan ver muchas películas
que digamos, pero es probable que cada tanto se sienten un rato a ver qué
es aquello a lo que le han estado poniendo la firma, y se encuentren no con
la inocente El misterio del Perla Negra o la 18ª secuela para video de
El Rey León sino con un caso agudo de cine casi independiente del director
Terry Zwigoff protagonizado por Billy Bob Thornton y llamado Bad Santa, es decir,
Papá Noel Malo. Que no es una remake del nada recordado film de terror
Sangriento Papá Noel ni mucho menos de esa comedia subnormal conocida
como La Santa Cláusula sino el resultado de la combinación de
varios cerebros hollywoodenses (los de los Hermanos Coen incluidos) con cierto
gusto por el humor negro, que han creado a un Gordo de Navidad que se pasa la
película bebiendo, robando y “persiguiendo chicas” (según
se informa por ahí, tan límpida e higiénicamente). En una
escena, Santa le dice a la moza de un bar: “¡Soy un Santa Claus
que come, toma y coge!”. “Probalo”, le replica ella, y acto
seguido se los ve en pleno intercambio sexual en el auto de él, que al
parecer no viene tirado por renos. En otra escena, un párvulo le pregunta
al protagonista si él “realmente es Papá Noel”, a
lo cual el barbudo responde con sarcasmo: “No, soy un contador, ¡y
uso este disfraz como mi puta declaración de principios para el mundillo
de la moda!”. En definitiva: la película viene causando una seria
consternación entre los capos de la compañía del Ratón,
y uno de ellos –que ha permanecido anónimo pero al que se sabe
bastante cercano a Michael Eisner, el jefe de todos los jefes en el Magic Kingdom–
ha llegado a decir que “ya nada parece ser sagrado: éste no es
el espíritu de Walt Disney”. Espíritu al que, como todo
el mundo sabe, ya no le calienta nada.
Es
arte lo que sangra
El arte sangriento es literalmente eso: la nueva exhibición de una galería
de arte londinense cuyo tema es ni más ni menos que el ciclo menstrual,
e incluye esculturas hechas de tampones, entre otras piezas. Se trata de un
evento conocido como Right On, de la artista Lyn Huso, y se lo puede ver actualmente
y hasta el 6 de diciembre en la Galería Coningsby (si uno se hace de
un tiempo para darse una vuelta por la isla). La tal Huso es la única
expositora, y no sólo ha (in)dispuesto unas cuantas obras hechas de algodones
sanitarios sangrados sino también de toallitas femeninas, encombinación
con carteras recicladas, teléfonos y bicicletas. La galería, tal
vez previendo algún escandalete de mediana monta, ya ha invitado a los
potenciales concurrentes, hombres y mujeres, a participar de un debate acerca
del “antiguo tabú del ciclo menstrual femenino”.
Matrix
devoluciones
Muchos quisieron darle una buena patada en los dientes a Neo después
de ver Matrix: Revoluciones. Y la situación no hace otra cosa que empeorar:
en Moscú ya han nacido los Neo-Piqueteros. Un grupete de treinta y dos
muchachos comunistas, con bastante decisión, tiempo libre y probablemente
un poco pasados de vodka, ha decidido salir a manifestarse muy festivamente
en la première de la última entrega de los hermanos Wachowski.
Ni más ni menos que un piquete rojo en la avant première moscovita
para celebrar el aniversario de la Revolución Rusa. Los fanáticos
aparecieron vistiendo remeras rojas, cascos del ejército nacional y anteojos
oscuros, y gritando cosas tales como “somos Neo-Comunistas” y “Destruyamos
la Matriz en la puerta del cine Pushkinskiy”. De acuerdo con algunos bocones
del Partido Comunista ruso, el héroe central de la trilogía Matrix
es un “auténtico comunista”. Es más: el líder
de un movimiento juvenil dentro del partido, un tal Oleg Bondarenko, llegó
a decir que “no hay diferencia” entre Neo y Lenin como revolucionarios.
En fin...
Un
cerebro quemado no tiene precio
Un alemán arriesga su vida por la ciencia. O al menos se expone a que
las feministas del mundo le den una buena paliza. Se trata del Dr. Michael Deppe,
jefe del equipo de investigadores de la Universidad de Munster, el cual acaba
de publicar los resultados de su último estudio. Un reporte que concluye
que el pensamiento racional desaparece de la mujer cuando ésta sale de
compras. El experimento se realizó en rigurosas condiciones científicas,
midiendo la actividad eléctrica en la parte del cerebro que tiene que
ver con “el sentido común y el pensamiento racional” en las
compradoras, sólo para descubrir el desbarajuste que se produce en la
parte del seso que gobierna “las emociones y las sensaciones placenteras”.
El reporte también alude a una pérdida de control similar en los
hombres cuando van al sector ferretería del supermercado o al concesionario
a comprarse un auto, aunque es sólo un aspecto lateral del estudio, consagrado
a la mujer en estado de shopping. “Cuanto más caro el producto,
más loca se vuelve –explica Deppe–; y cuando se trata de
comprar productos realmente costosos, el sector del cerebro que se encarga del
sentido común reduce su actividad casi a cero. Los cazadores de ofertas
son conducidos por el pensamiento emocional; la estimulación de los centros
emocionales muestra que ir de compras libera el estrés”, agrega
Deppe, que evidentemente no estudió al ama de casa argentina en estado
de almacén.
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