Dom 15.05.2016
radar

VALE DECIR

ES UNA LUCHA

Dijo el filósofo contemporáneo don Rocky Balboa, “si sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes”. Máxima que bien podría haber guiado a los púgiles de, atrasando el reloj, el 4000 a.C. o, por caso, a los griegos que encendieron la primera llama olímpica; tan longevo es el controvertido deporte. Barbárico para algunos, fascinante para otros tantos. Para Sugar Ray Robinson, la clave era el ritmo; y ritmo evidentemente han tenido los muchachos retratados por el danés Nicolai Howalt (Copenhague, 1970). El artista omite la coreografía propia de la contienda; prefiere, en cambio, utilizar el clásico “antes y después” para mostrar a jóvenes boxeadores previo a subirse al ring y luego, tras haber finiquitado los rounds. Inocencia y expectación devenidas sudor y sangre, a juzgar por los elocuentes resultados de una serie que fuera exhibida en cantidad de ciudades, recibiera galardones varios, se convirtiese en libros de tapa dura (Boxer, 2003 y 78 Boxers, 2011). Imágenes caracterizadas, según su propio autor, por “un sentido espiritual, emotivo, enérgico”, “donde el doble retrato transmite los sueños de niñez y pubertad, al igual que el concepto de identidad. Donde el boxeo se convierte en símbolo de una pelea entre el miedo y el coraje, la fantasía y la realidad”. En resumen: una oda al puñetazo limpio entre chicos nórdicos y alguna que otra chica.

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