Apenas un año atrás, el Bank of Canada solícitamente solicitaba a miles y miles de fans de Star Trek que aflojaran con el extreme makeover que propinaban a la carita de Sir Wilfrid Laurier en los billetes de 5 dólares, convirtiéndolo en el señor Spock por el poder de la tinta y de la ocurrencia. Ante este gesto, resulta -por lo menos- curioso que la misma institución canadiense lanzase el pasado mes monedas de curso legal con motivos de la franquicia intergaláctica, amén de celebrar los 50 pirulos del Enterprise. Lo cual -en sí- no deja de ser una ironía porque, como anota la revista española Cinemanía, “la Federación para la que trabajan los capitanes Kirk y Picard, Spock, Scotty y compañía es uno de los raros mundos fantacientíficos en los que no existe el dinero, y donde usar unidades de cuenta como activo financiero y medio de pago está mal visto, por ser cosa de bárbaros, de atrasados y de ferengi”.

Advierte además la mentada publicación que “la diferencia entre el valor facial de la moneda (es decir, el que aparece grabado en la pieza) y el valor con el que ésta sale al mercado” no son precisamente coincidentes. Al menos, no en todos los casos (la excepción sería la monedita de 10 dólares, con los retratos de la tripulación original, a la venta por 10 dólares). Después de todo, las piezas de la serie –ya agotadas, dicho sea de paso– tienen pretensiones de numismática, y probablemente de especulación. Así, en tanto pensadas para coleccionistas, el relieve del Enterprise, de la nave NCC-1701, de la Insignia de la Federación distan viajeros años luz del monto que anota su superficie. En el último caso, sin más, aunque vale 200 dólares canadienses, hubo que desembolsar el inflado monto de 1300 billetes para llevarla al hogar. De pura facha; tonto sería utilizarla para ir a comprar el pan. Al menos, son de oro… Consuelo de tontos, ¿orgullo de necios?