En un parate de sus movidas semanas (en las que anunció su proyecto de erradicar todas las enfermedades del mundo, ofició de testigo de bodas del fundador de Spotify y le obsequió en mano un misericordioso dron al Papa Francisco), Mark Zu-ckerberg dedicó un ratito a su criatura adorada, Facebook, permitiendo que sus millones de usuarios curioseen dentro de una de las más modernas instalaciones del acorazado de redes. No personalmente, de más está aclarar, sino a través de fotografías tomadas por él mismo y compartidas a través de, sí, sí, Facebook, deviniendo serie viral en pocos días. Las imágenes capturan así uno de sus grandes orgullos: el data center ubicado al norte de Suecia, en la fresca, fresquísima ciudad de Luleå, construida tres años atrás aprovechando la cercanía con el Círculo Polar Ártico, sirviéndoles las bajas temperaturas bajo cero para evitar el sobrecalentamiento de las lustrosas maquinolas que almacenan parte de la información de, bueno, el mundo entero. “Es una parte clave de nuestra infraestructura global, y utiliza una variedad de recursos naturales locales para aumentar la eficiencia y ahorrar energía”, se jacta el megamillonario Mark, dejando entrever el look cuasi distópico, puro gris metálico, del lugar: enormes sistemas de ventilación, server tras server tras server (25 mil a cargo de cada empleado, explicitará MZ), extensísimos pasillos donde los laburantes se trasladan en scooters, entre otras futuristas bondades. Digno de ser visto. En imágenes, claro. En persona, posiblemente implicaría un buen resfrío.