Aunque la realidad generalmente gane a la ficción, no faltan ocasiones en las que el resultado es empate. Así podría juzgarse el peculiar hallazgo editorial que la revista The New Yorker publicó los pasados días, rescatando un olvidado libro de 1875, publicado entonces en forma anónima, que cosechó una fugaz famita. Intitulado The Odd Trump, el ejemplar (“sumatoria de ridiculeces victorianas”) lo tiene todo: “una damisela salvada de un choque de trenes, una herencia en disputa, misteriosos sirvientes de una mansión hechizada, ¡fantasmas sonámbulos!, ¡duelos sangrientos!, ¡puertas secretas!”, según recuenta el medio norteamericano. Sin embargo, señalan, lo más importante es su héroe: un hombre llamado Trump. Y su rival, por cierto, es un viejo amigo universitario que responde al nombre –sí, sí– Clinton.

“Es una pena que la Clinton de nuestra era nunca haya convencido a su némesis de pasar una noche en una casa embrujada, a la manera de su alter-ego ficcional”, lamenta el periodista Paul Collins, que tras embucharse el ejemplar en cuestión –disponible en forma gratuita vía Google Books– encontró potenciales similitudes (además de las evidentes). Entre ellas, que Clinton encuentra al “viejo embaucador” Trump “más obstinado que una mula”, y a sus historias, tonterías aburridas; que Trump está particularmente atraído por los negocios, constantemente inquieto por sus ingresos… Que cuando beodo, se muestra más que dispuesto a partirle la cabeza a Clinton con una botella. Y cuando sobrio, es un cachito… racista.

Sucede que su autor anónimo es un tal George Coulson: un contador norteamericano que, además de novelas, escribía artículos. En muchos, haciendo apología de la esclavitud, en tanto la abolición –a su consideración– hubiera significado un crecimiento de “prostitutas, negros y alienígenas; la vasta mayoría, ex convictos”. Y aunque en sus líneas no se refiera a levantar muros o perseguir indocumentados, fácil intuir quién hubiera sido su candidato en las venideras elecciones presidenciales.